Los escoltas habían sido detenidos el fin de semana pasado en una casa, en la colonia Jardines del Sur, en Xochimilco, Ciudad de México.
Para liberarlos, la juez encargada del caso argumentó que la narración de los elementos federales acerca de cómo ocurrió la detención era inverosímil.
En su informe policiaco, los elementos federales afirmaron que, durante un rondín de vigilancia por la calle de Almenas, vieron a un hombre que les mostró su arma de fuego en la cintura y les gritó: “¿Qué? ¿Vienen por mí?”, luego otro hombre salió de un domicilio con un arma larga, ambos entraron corriendo a la casa y dejaron la puerta abierta.
Los elementos federales explicaron que bajaron de los vehículos e ingresaron al domicilio, donde observaron a otros dos hombres sentados en una mesa en la que había armas largas. Uno comía y el otro veía televisión.
Más adelante ubicaron a un tercer sujeto que estaba lavando ropa y tenía un lanzagranadas al lado.
Los elementos subieron a la azotea y ahí ubicaron a los dos sujetos que habían visto en la calle.
Durante la audiencia, la juez aseguró que esta narrativa era inverosímil, debido a que los imputados no intentaron contrarrestar la presencia policial pese a tener armas de alto poder y los que entraron corriendo a la casa no alertaron al resto sobre la presencia policiaca.
La juez tomó en consideración la inspección ocular del inmueble que realizó la Procuraduría General de la República (PGR), en el que se reconoce que la puerta de entrada tenía un golpe a la altura de la cerradura, lo que contradecía la narración sobre el ingreso de los policías al domicilio.
La PGR explicó que la juez admitió todas las pruebas de los inculpados sin objetarlas y afirmó que nunca agredió a los inculpados como ellos señalaron en la audiencia.
Con información de Joaquín Fuentes
LHE
