SALUD

Víctimas de la Talidomida siguen esperando justicia en España

Ana Castillo nació en 1974, fue una de las múltiples víctimas de la Talidomida. A su madre se la recetaron para evitar las náuseas durante el embarazo, pero nunca supieron de las graves consecuencias que tenía para el feto.

A Ana como a muchas otras víctimas se le pueden ver las consecuencias que el fármaco le ocasionó.

Ana Castillo, víctima de la Talidomida, explicó: “yo tengo afectadas las cuatro extremidades, los miembros superiores, la pierna izquierda es como el brazo, o sea, la pierna derecha es como el brazo izquierdo, casi casi normal, menos los dedos. Procuro cubrirme los dedos del pie. Y la pierna izquierda no existe, lo que tengo es una prótesis ortopédica”.

Se casó y es feliz en su matrimonio, pero los efectos de la Talidomida hicieron que su vida fuera muy dura.

Ana Castillo, víctima de la Talidomida, señaló “toda la vida es una lucha, desde levantarte y vestirte hasta salir a la calle y sentirte adaptada. No sabes si te van a aceptar en el colegio, cuando sales del instituto, todo nuevo. Simplemente plantearte qué estudiar, no sé si voy a poder trabajar, no sé si me van a admitir en el mundo laboral”.

Ana no entiende como los afectados de todo el mundo han recibido ayuda y en España no.

Ana pide justicia.

“Cuando supe lo que había ocurrido senti mucho rencor, algo que yo nunca había tenido en mi vida. Nunca había tenido un culpable ni se me había pasado por la cabeza que hubiese un culpable. Entonces descubrí que sí lo hay. Es duro y es doloroso, entonces, claro que pido que se haga justicia, la vida ya no me la van a arreglar”, expresó Ana.

Bueno pero aquí habría que depurar responsabilidades, puede haber uno o puede haber muchos responsables. Porque lo cierto es que este fármaco se retiró a nivel mundial a mediados de los años 60 y en España no fue sino hasta 1985.

Lo mismo dice José Plasencia que nació en 1971, en pleno apogeo de la Talidomida en España.

Tuvo suerte a pesar de sus malformaciones en ambos brazos, heredó el taller mecánico de su padre y hoy con base en mucho esfuerzo puede trabajar.

José Plasencia señaló que: “a base de trabajo, eso está claro, porque tengo dos hijos y mis hijos comen; si tengo que esperar a que me den algo, pues estaría muerto de hambre ahora mismo”.

José sabe que la justicia ha fallado en contra de ellos. Su respuesta a los responsables es contundente.

“Que lo hubieran probado con ellos mismos. Eso era lo que tenían que haber hecho primero, no agarrarnos a nosotros como si fuéramos ratas de laboratorio. Bueno nosotros no, nuestras madres”, opinó José Plasencia.

José  y Ana todavía se preguntan por qué la dictadura Franquista primero y después las primeras administraciones de la democracia no alertaron a la ciudadanía de las consecuencias de este fármaco. Hoy ya no tiene remedio.

Con información de Alberto Peláez.

RAMG