Con sus Niños Dios, veladoras y flores, miles de católicos abarrotan las iglesias capitalinas desde temprana hora para celebrar el Día de la Candelaria.
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De acuerdo al calendario católico, este día marca el momento en el que la Virgen María se purificó tras el nacimiento de Jesús y llevó candelas al templo, para que fueran bendecidas.
Mujeres con niños, adultos mayores -algunas con bastones-, parejas, y familias completas llevaban a sus “niñitos” que pusieron en su Nacimiento el 24 de diciembre.
“Todos los años venimos a la iglesia a bendecir al niño, después pasamos al tianguis y compramos tamales y comemos toda la familia”, comenta Nallely Nieto, que portaba un rosario y llevaba un ramo de gardenias.
Previo al sincretismo de la colonia, en la tradición prehispánica, este día se celebraba el Atlahualo, que representaba el inicio de la temporada de siembra, tras el invierno.
Luego de la evangelización, en lugar de la bendición del maíz, se comían (comen) tamales: de verde, rojo, juaguillo, oaxaqueños, de rajas, de mole o de dulce, y una infinidad de sabores más.
Y hasta de chocolate; los tamales son parte primoridal de esta tradición, y quien “se sacó” el Niño Dios en la Rosca de Reyes debe ser el anfitrión, quién prepare o compre los tamales.
Sus costos varían de los 13 a los 30 pesos, en función de su relleno; incluso hay de “galleta oreo” o “gansito”, aunque los más populares son los “de verde”, hechos de salsa de tomate verde, especias y pollo.
“Todo el año tendré bendiciones”, señala Raúl, quien lleva a su Niño Dios a bendecir, es una tradición familiar anual.
Señaló que su fe le permite seguir la costumbre familiar desde hace muchas generaciones; recordó que su abuelita se lo enseñó y a ella, sus antepasados.
Con información de Notimex
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