Las calles de la Ciudad de México se convirtieron en un inframundo de la gran Tenochtitlán con calaveras, Xoloescuincles y flor de cempasúchil, aunque también estaban las Fridas y las calacas de los luchadores.
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Desde las primeras horas del domingo 27 de octubre los catrines y las catrinas comenzaban a prepararse para el desfile.
En la zona de backstage estuvo abierta desde las seis de la mañana, en ese lugar se maquillaron a mil 800 personas.
Daniela Saiz, voluntaria, dijo: “Pues siento mucha emoción es muy padre ver todo el trabajo que hay detrás pues es importante ver el trabajo que hay detrás de staff, de todo de voluntarios, mucha gente se reúne para ayudar y eso está muy padre”.
El desfile lo hicieron ellos, los voluntarios quienes a metros de distancia transmitían su buena vibra.
Vinieron de diferentes rincones del país como Puebla, Sinaloa, Oaxaca, Tamaulipas, entre otros.
Invitar a varios estados de la República mexicana a participar en los contingentes de catrines y de catrinas fue una fiesta de los mexicanos.
Patricia Rosales, maquillista, comentó: “Los catrines es como lo típico de nuestra nación, la cruz es mucho de nuestro catolicismo también que nos impusieron, los detallitos azules tienen que ver con la calavera porque hace ratito estuvimos maquillando”.
La señora María Elena tiene 75 años, es la tercera vez que participa como voluntaria junto a sus dos hijas y su nieta Moesha.
En medio de catrinas y colores fue como inicio el Desfile Internacional de Día de Muertos, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Hubo más de 2.6 millones de personas quienes disfrutaron de este desfile, pero los más contentos fueron los pequeñitos.
Con información de Said Ochoa
LSH
