Los 65 mil habitantes de Mocoa, la capital del Putumayo, al sur de Colombia, no imaginaron nunca que la furia de la naturaleza convertida en avalancha destruiría en menos de 2 horas, 17 barrios y urbanizaciones.
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Provocaría la muerte de más de 200 pobladores, más de un millar de heridos y 200 desaparecidos.
Después del paso del deslave sólo quedó piedra sobre piedra, lodo y dolor.
Hace 2 años hubo una alerta de avalancha, pero nada ocurrió. Esta vez no hubo alerta. El desborde de los ríos Bocoa, Mulatos, Sangoyaco y otras quebradas fue letal.
El ramal del río Sangoyaco discurre por el mismo centro del municipio de Mocoa. Los daños son evidentes. El río a su paso destruyó todo.
Otros damnificados, 48 horas después de la avalancha, siguen buscando a sus seres queridos.
Para enfrentar la crisis social, el gobierno de Colombia instaló albergues, repartió ayuda humanitaria y anunció subsidios mensuales de 100 dólares para quienes perdieron sus casas.
Con información de Ricardo Burgos.
FJMM