El significado de la pandemia en México es aún difícil de dimensionar, un referente es el exceso de mortalidad, es decir, la suma de quienes han muerto por COVID-19, con o sin examen, o bien, por las condiciones derivadas de la pandemia como saturación de hospitales.
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Hasta el 11 de diciembre se registraron 254 mil 625 muertes extra, es decir, 40.1 por ciento más de las esperadas para 2020.
Es parte del recuento que En Punto presenta con los acontecimientos más destacados del año.
Angustia, escepticismo, negligencia, impotencia,sentimientos constantes durante los 308 días que han pasado desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en México.
Fue el 27 de febrero de 2020 cuando Hugo López-Gatell, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, confirmó que se había detectado el primer positivo a SARS-CoV-2 en el país.
“Es un hombre de 35 años que efec tivamente tiene el antecedente de haber estado en el norte de Italia; sus síntomas son dolor de cabeza, dolor muscular, fiebre, tos, estornudos”
Las respuestas inmediatas fueron: el pánico -acaparamiento en insumos y desabasto de cubrebocas- y el humor -canciones divertidas para crear conciencia-.
Desde los primeros momentos, las autoridades pidieron seguir sencillas medidas como el correcto lavado de manos y guardar “Susana distancia“, un espacio de al menos metro y medio entre personas. Ante la posibilidad de una ola de contagios exponencial, se operó a gran escala.
“Hacemos un llamado enérgico, enfático, inconfundible a quedarnos en casa, todas y todos al mismo tiempo”, fueron las palabras de López-Gattel el 28 de marzo.
El confinamiento sacudió nuestra realidad: desde actividades económicas, escolares y de entretenimiento paralizadas, hasta cambio de hábitos de movilidad, consumo y comunicación.
Cambios que poco a poco comenzamos a notar y a adoptar: portar cubrebocas, lavar las manos constantemente, usar gel antibacterial; cualquier cosa para evitar contagio.
El ingenio del mexicano no se hizo esperar y los comerciantes implementaron novedosas formas de seguir vendiendo, sin ponerse en riesgo y cuidando la seguridad de sus clientes.
Mucha solidaridad para los nuestros y los desconocidos.
También fuimos testigos de resistencias extremas, muchas veces ocasionadas por noticias falsas.
Aunque se les trató como héroes de primera línea, quizá como en pocos lugares en el mundo, hubo agresiones y actos de discriminacion contra personal de salud, muestra de que, pese a los crecientes contagios y fallecimientos, la pandemia era inexistente para muchos.
Paulatinamente la gente volvió a las calles a reactivar la economía por la necesidad de sacar adelante a sus familias.
Empezamos a vivir la llamada “nueva normalidad” entre acrílicos, espacios más abiertos, tomas de temperatura, gel y más gel, y cubrebocas en espacios cerrados.
Los gobiernos aplicaron medidas como las clases a distancia para millones de niños y jóvenes, nombrar municipios de la esperanza, es decir, sin contagios, ya casi inexistentes, o el semáforo epidemiológico, que intenta alertar sobre la situación de la pandemia en cada uno de los estados.
Sin embargo, la añoranza por la vida de antes, o el franco hartazgo por vivir en estas condiciones, nos ha puesto en situaciones insólitas.
Hemos visto morir a 125 mil 807 padres, abuelos, hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, colegas, miembros de nuestras comunidades.
Y al mismo tiempo nos hemos resistido a dejar o cambiar algunas costumbres, como las fiestas, reuniones familiares o convivencias con los amigos, aun con los exhortos sociales, de autoridades o hasta religiosos que buscan evitar que el número de contagios y muertos sea incontrolable.
A minutos que inicie el 2021, cuidar nuestra salud y la de los demás es quizá, el deseo que podamos cumplir para dejar atrás el año en que nuestra vida cambió para siempre.
Con información de En Punto
DMGS
