ARTE Y CULTURA

Continúan los descubrimientos en la aldea prehispánica de Chak Pet en Tamaulipas

Como resultado de la permanente supervisión que mantiene el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el terreno donde se asentó una de las aldeas más antiguas del histórico puerto de Altamira, al sur de Tamaulipas, durante las últimas cuatros semanas se recuperaron 84 piezas arqueológicas de antigüedades que van del 500 a.C. al 200 d.C.

Entre los hallazgos se encuentran vasijas de cerámica Prisco Negro, objetos de piedra verde, hueso y concha y destacan un pectoral de caracol y un pendiente tallado en la costilla de un animal marino, quizá manatí o ballena.

A este lote de piezas se suma el descubrimiento de una acumulación de más de 150 figurillas de barro tipo huecas y Pánuco C, algunas fragmentadas y otras completas, colocadas siguiendo un patrón circular, por lo que los arqueólogos piensan que se trata de una posible ofrenda ritual para un personaje que podría estar sepultado en ese punto. Las figurillas datan de entre el 100 a.C. y 200 d.C. (Tantuán III), la fase más tardía del sitio Chak Pet.

En este momento, la posible ofrenda se encuentra en proceso de registro y será levantada para continuar la excavación a fin de confirmar si existe un entierro.

Con esta concentración de figurillas, al final de la supervisión, el INAH habrá recuperado más de 200 piezas en poco menos de dos meses.

Lo anterior fue informado por Gustavo Ramírez Castilla, arqueólogo del Centro INAH Tamaulipas y coordinador del proyecto de Salvamento Arqueológico Puerto Altamira, desarrollado desde hace 11 años.

Gustavo Ramírez explicó que el pectoral elaborado en caracol es una pieza relevante porque normalmente están asociados a la cultura huasteca posclásica; sin embargo, el objeto hallado en Chak Pet corresponde a finales del Preclásico o al Clásico Temprano, una época anterior. Por tal motivo está indicando que los huastecos, asentados en el lugar hacia el año 1000, pudieron haber replicado objetos de poblaciones anteriores sin que tuvieran una liga biológica, lingüística o étnica, ya que después del 200 d.C. la región quedó despoblada hasta el 750 d.C., cuando se desarrolló el sitio de Las Flores y fue hasta el 1000 cuando los huastecos llegaron.

Otro elemento que destaca es la cerámica Prisco Negro. De las 84 piezas halladas, seis corresponden a vasijas de ese estilo, que perduró durante 500 años, en diferentes sitios arqueológicos dentro de un área que abarca desde la ciudad maya de Kiminaljuyú, en Guatemala, la costa del Golfo de México, hasta el norte de Nautla, en Veracruz, y el sur de Tamaulipas, como resultado de producciones locales y no necesariamente de redes de intercambio.

En cuanto al pendiente tallado en la costilla de un animal marino, Gustavo Ramírez Castilla lo describe como grueso y pesado: mide 15 centímetros de altura y 4.5 centímetros de ancho, por lo que supone debe ser de ballena o manatí.

También se hallaron figurillas del tipo hueco, hechas en barro y de gran tamaño: entre 15 y 40 centímetros de altura. Así como puntas de flecha, piedras de sílex sin trabajar y en proceso de trabajo. El investigador explica que en la región no hay yacimientos de esta piedra, presumen que la gente iba a los bancos de los ríos a buscar nódulos de sílex para elaborar puntas de flecha, ya que hay acumulaciones de cantos rodados de nódulos de sílex, acarreados por la corriente de agua desde regiones muy lejanas, al norte del estado.

Asimismo, los arqueólogos hallaron lascas de obsidiana, diversos ornamentos hechos en caracol, concha y hueso, y objetos suntuarios de piedra verde, posiblemente transportados desde Guerrero, Chiapas o Guatemala.

En un comunicado se informó que los elementos recuperados en 11 años de trabajos en Chak Pet: plantas de casas, entierros, áreas domésticas, fogones, ofrendas, han permitido tener una idea de cómo era una aldea preclásica en la región Huasteca: norte de Veracruz, sur de Tamaulipas y la parte oriental de San Luis Potosí, y ofrecen datos que cuestionan la idea de los años 80 del siglo XX, de que los huastecos siempre estuvieron ahí, advierte el investigador.

En cambio, favorecen la propuesta que planteaba el arqueólogo del INAH Ángel García Cook: 13 fases de desarrollo cultural en las que se percibe el arribo a la región de distintos pueblos, con nuevas influencias y ligados en diferentes momentos; unos desaparecieron y otros fueron absorbidos por los que les siguieron. Así como la hipótesis planteada por lingüistas como Leonardo Manrique sobre poblaciones que compartieron la misma cultura y lengua ligada al tronco mayense a lo largo de la Costa del Golfo.

Sin embargo, explica Ramírez Castilla, el origen étnico y cultural de la población téenek o huasteca sigue siendo un misterio. De ahí la importancia de las excavaciones en Chak Pet porque es la primera aldea anterior a los huastecos que se estudia de manera extensiva.

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Con información del INAH

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