Todo apoyo es necesario, asegura Blanca Ángeles quien llegó desde Chimalhuacán, Estado de México. Se dedica al hogar y a cuidar a su esposo de 78 años de edad. Sus recursos no le alcanzaron para donar más que una bolsa de frijol, pero eso no la limita para compartir algo igual de valioso: su tiempo y su esfuerzo.
Yo me dedico al hogar y a cuidar a mi esposo, más que nada, lo que yo pueda hacer aquí están mis manos”, explicó Blanca Ángeles.
Como mexicana siente la necesidad – aunque sea a distancia- de colaborar para aliviar la tristeza de quienes lo perdieron todo.
Por eso, desde las 9:00 de la mañana llegó al Centro de Acopio ubicado en el Zócalo de la Ciudad de México.
Durante nueve horas, Blanca ayudó a recibir productos, clasificarlos y empaquetarlos.
Blanca Ángeles, voluntaria, opinó “amo a mi país, le doy gracias a Dios por haber nacido en este país y vivir en este país”.
Al Centro de Acopio también llegó la señora Sofía Martínez, es originaria de Oaxaca y aunque lleva muchos años viviendo en la Ciudad de México siente la cercanía de su tierra natal.
Yo soy de Oaxaca, de Ayutla, tengo familiares que están pasando también una situación muy difícil, perdieron sus casas y la verdad sí lo siento muchísimo, lo que nos pasó también en el 85, y nosotros gracias a Dios tenemos vida y es lo que cuenta, las cosas poco a poco como sea se van consiguiendo trabajando, pero lo importante es tener vida”.
La señora Sofía es comerciante, pero decidió darse un tiempo en sus labores para cumplir con el llamado a una buena causa.
Llegó al centro de acopio caminando para entregar papel higiénico, galletas y servilletas.
Con información de Farah Reachi
RAMG