Atentado a embajada de Israel en Argentina cumple 25 años

En la esquina de las calles de Arrollo y Suipacha, en pleno centro de Buenos Aires, se encontraba el edificio de la embajada de Israel en Argentina. Las actividades en la sede diplomática se desarrollaban de manera normal el 17 de marzo de 1992 hasta que cerca de las 3 de la tarde, una fuerte explosión destruyó por completo el edificio.

La versión oficial de la investigación afirmó que el estallido se debió a un ataque terrorista cuando una camioneta cargada con explosivos fue estrellada deliberadamente en la representación diplomática por un atacante suicida. El suceso se saldó, según datos oficiales, con 22 personas muertas entre israelíes y argentinos, y 242 heridos, lo que lo convirtió en el segundo ataque más mortífero en la historia de Argentina.

En un principio una de las principales hipótesis sobre el estallido señaló a la organización Hezbollah como responsable del supuesto atentado, apoyada por Irán, país señalado como presunto autor intelectual.

Tres investigaciones simultáneas se llevaron a cabo, una en Estados Unidos, otra en Israel y otra en Argentina. Sin embargo, de ninguna de ellas se dieron a conocer los resultados, lo que propició la inconformidad y la curiosidad de otras instituciones independientes que se dieron a la tarea de realizar sus propias investigaciones que pusieron en duda la versión oficial de los hechos.

Inspectores técnicos especializados de la Academia Nacional de Ingeniería de Argentina participaron en otra enfocada en determinar las causas que originaron el colapso del inmueble. Su conclusión fue determinante: la explosión tuvo lugar en el interior del edificio y no fue provocada por ningún coche bomba.

Las pruebas con que los técnicos sustentaron esta afirmación fueron contundentes. Un transeúnte filmó la nube en forma de hongo que se elevó en el lugar de la explosión, un efecto característico, según los expertos, de una explosión interna.

Por otra parte, la onda expansiva de la supuesta explosión del coche bomba solo afectó, extrañamente, al edificio de la embajada, dejando intactos a los edificaciones colindantes, otro indicador de que el estallido ocurrió dentro del edificio. Y la que sin duda sería la prueba más contundente, que echó por tierra la versión oficial, fue que los inspectores técnicos nunca hallaron restos de algún coche calcinado o del supuesto terrorista.

Conforme fueron tomando fuerza estas afirmaciones, el caso del atentado en la embajada de Israel en Argentina fue perdiendo difusión en los medios de comunicación, especialmente cuando surgieron rumores que afirmaban que lo que realmente explotó aquel medio día fue un arsenal que al parecer los israelíes almacenaban en el sótano del edificio. Además, las acusaciones formales a grupos terroristas como los probables responsables de la explosión, nunca llegaron.

Actualmente, en el predio que ocupó la embajada de Israel en Argentina hace 25 años, se erige la “Plaza de la Memoria”, un lugar donde se conserva parte del muro original del edificio; los nombres de los fallecidos rotulados en una placa y dos filas de árboles, uno por cada persona fallecida.

Con información de Javier Escobar
FJMM