Desde el pasado 25 de marzo, una organización mexicana en favor de los migrantes inició la caravana viacrucis desde Chiapas hasta la Ciudad de México, con una escala en Oaxaca, con la finalidad de mostrar a lo que se enfrentan los centroamericanos en su camino hacia Estados Unidos.
“Yo quiero ir a Estados Unidos, mi sueño es llegar allá y ayudar a mi familia”, compartió Emil Antonio Murillo Guerrero, migrante hondureño de 16 años.
“Es duro, es duro el camino”, reveló Carmen, migrante salvadoreña.
Al llegar a Matías Romero, las autoridades municipales apoyaron a los migrantes.
“Para nosotros el que vengan hermanos extranjeros es ya parte de nuestra actividad, de nuestras actividades, el DIF municipal se encarga de apoyar a todas las personas vulnerables”, expuso Selene Mateos Rodríguez, presidenta del DIF Municipal en Matías Romero, Oaxaca.
“Mi sueño es darle un futuro mejor a mis hijos y la idea es llegar a Estados Unidos. Yo voy sola, expuesta a todo y con muchas ganas de trabajar”, agregó Catherine Gisselle García Ponce, migrante hondureña.
En este trayecto de casi mil 200 kilómetros, la caravana de más de mil migrantes centroamericanos permaneció varios días en el deportivo del poblado de Matías Romero en donde pasaron las noches en el piso, o en el mejor de los casos en pequeñas casas de campaña en espera que el Instituto Nacional de Migración otorgara oficios de salida voluntaria.
Hay mujeres embarazadas, con recién nacidos, jóvenes y niños de Honduras, El Salvador y Guatemala.
“A los jóvenes nos quieren meter a las maras y por la violencia qué hay en nuestro país, la situación es que nosotros no queremos ser delincuentes”, dijo Emil Antonio.
Luego de tres días, los documentos de migración fueron entregados.
“Tenemos el oficio de salida para regularización que implica 30 días y tenemos el oficio de salida que te da 20 días de acuerdo a la normatividad”, destacó Gina Garido, coordinadora de Proyectos de Pueblos Sin Fronteras.
Se estima que en la caravana viajan 300 menores de edad, de los cuales 150 no superan los cinco años, además de 20 adolescentes que viajan solos.
Tras obtener sus oficios, los migrantes reiniciaron su camino hacia Puebla y hacia la Ciudad de México, algunos en autobuses y otros esperaron el paso de la bestia.
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Con información de Francisco Santa Anna.
LLH
