En Estados Unidos no cesan las denuncias por casos de brutalidad policiaca, a pesar de llevar meses en medio de protestas antiraciales por casos como los de George Floyd y Jacob Blake.
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Tan solo esta semana se conocieron nuevos casos.
Deon Kay, un joven de 18 años de edad, murió el miércoles tras recibir un disparo en el pecho de parte de un policía, en Washington, DC.
La versión de la Policía refiere que tras una persecución, el joven apuntó un arma contra el agente y éste reaccionó.
La Policía informó que Deon Kay pertenecía a una pandilla y contaba con antecedentes.
El hecho generó una jornada de protestas en el distrito de Columbia.
El miércoles también fue difundido un video ocurrido en marzo pasado en Rochester, Nueva York, en el que varios policías someten a Daniel Prude, un afroamericano de 41 años de edad, cubriéndole la cabeza con una capucha y oprimiendo su rostro contra el pavimento.
El hombre, con un presunto padecimiento psicológico, fue hospitalizado y murió una semana después.
Un médico forense concluyó que la muerte se debió a “complicaciones de la asfixia en el marco de la inmovilización física”. Este jueves, la alcaldesa de Rochester suspendió este a siete policías implicados y ordenó al jefe de la policía entregar todos los videos del caso.
El lunes se conoció el caso de Dijon Kizzee. Un afroamericano de 29 años, asesinado a tiros por policías de Los Ángeles, California. El joven intentó huir en su bicicleta cuando cuando los oficiales lo querían infraccionar.
Familiares y activistas de la comunidad afroamericana admitieron que Dijon portaba un arma, pero que no fue utilizada en ningún momento y estaba desarmado cuando le dispararon.
Con información de En Punto.
LLH
