POR EL PLANETA

Anémonas y pez payaso, romance de la Isla Vamizi

Por el Planeta nos lleva a ‘los jardines del mar’, los arrecifes de coral de la isla Vamizi ubicada en Mozambique, donde florece la vida. Exploramos la vida de las anémonas y sus populares huéspedes inmunes a su veneno, los peces payaso.

Casi todos los buzos se sumergen en el mar para tratar de entender un mundo diferente, que se descubre con la mirada, en eso que llaman “el azul”, donde no existe la razón. Porque el mar se siente con la cordura de un loco, y en ese abismo luminoso es posible encontrar una anémona iridiscente para empezar a soñar.

Son las anémonas de mar un enigma indescifrable, belleza translúcida de colores violentos que iluminan los estallidos con sabor a sal, que habitan en lo profundo. Flor de los mares, orquídea despeinada que seduce a los corales, sin saber que su veneno baila con la marea.

Durante nuestros buceos en los arrecifes coralinos de la isla de Vamizi hemos encontrado enormes colonias de anémonas de mar.

Anémonas y pez payaso, romance de la Isla Vamizi (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Las anémonas son animales invertebrados, parientes cercanos de los corales y las medusas, y su biología es sorprendente.

Su cuerpo es cilíndrico y su radio puede ser tan grande como una persona adulta de estatura promedio o tan pequeño como una tachuela.

Están formadas por una capa gelatinosa que les permite expandirse o contraerse para protegerse o alimentarse, lo que también les permite resistir las corrientes marinas.

Su sistema nervioso es primitivo. Tienen la boca en el centro, en forma de hendidura, rodeada por tentáculos alargados de colores iridiscentes que, entre más intensos, más venenosos. Es su defensa natural ante predadores.

Todo su cuerpo contiene células urticantes con neurotoxinas paralizantes. Con el mínimo roce son capaces de lanzar un filamento, en forma de arpón, que inyecta el veneno, que es como atrapan a sus presas. Se cree que pueden llegar a vivir 80 años.

Se estima que existen unas mil 200 especies de anémonas de mar. Las más conocidas son del género Heteractis, que viven en simbiosis con algunas especies, como estos peces conocidos comúnmente como damisela domino.

Pero el huésped distinguido de las anémonas, sin duda, es el carismático pez payaso.

Anémonas y pez payaso, romance de la Isla Vamizi (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Estos pequeños peces, que se hicieron famosos en el cine animado, están protegidos por una capa mucosa que los hace inmunes al veneno de las anémonas, por lo que se refugian de otros predadores entre sus tentáculos. A cambio, los peces payaso proveen alimento a la anémona.

Son territoriales y defienden a su anémona de otros predadores, como los peces mariposa.

Aquí observamos un pez payaso llamado nariz de raya o pez payaso zorrillo, tiene presencia en todo el Océano Índico.

Antes de utilizar a las anémonas como su refugio, los peces payaso realizan una especie de danza, rozando suavemente sus tentáculos con diferentes partes de su cuerpo, hasta lograr que la anémona se acostumbre a su nuevo inquilino.

Este es un pez payaso de dos bandas, también conocido como pez payaso de Allard.

Anémonas y pez payaso, romance de la Isla Vamizi (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Prefieren ser huéspedes de la llamada anémona de alfombra y, a diferencia de otros peces payaso, son menos dependientes de la anémona, por lo que se les puede ver en la columna de agua. Esta especie se distribuye principalmente en la costa este de África.

Existen unas 28 especies de peces payaso que se diferencian por su diseño corporal y colores. Como otros peces de arrecife, pueden transformarse de macho a hembra en ausencia de una hembra adulta. Son desovadores bentónicos y, en un año, una hembra puede llegar a poner más de tres mil huevecillos, que son arrastrados por la corriente. Cuando nacen, las crías nadan hasta 400 kilómetros para volver a casa.

Entre las oquedades del coral encontramos una anémona muy singular, de un rojo intenso, con un pequeño pez payaso.
Técnicamente es un reto fotográfico porque a simple vista es difícil distinguir a la anémona, pero es una toma que nos revela la excepcional belleza de los arrecifes de coral de la isla de Vamizi.

“Es un lugar de esperanza, es la belleza de la naturaleza que está en un punto tan frágil, que es preocupante. Tenemos mucho que ganar o mucho que perder”, dice Manuel Lazcano, director de fotografía submarina.

Con información de Alberto Tinoco

MLV