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Abuelita narra que sus casitas de cartón a veces le dan para comer pastel y otras no

Las casitas son de dos pisos, con grandes patios, con techo a dos aguas, de varias recamaras y mientras las hace piensa en lo que dará de comer a sus nietos.

Abuelita que intercambia sus casitas de cartón por comida, afirma que a veces le dan para comer pastel y otras no. Debido a la falta de empleo y la necesidad de sobrevivir durante la pandemia, ella y su familia en la alcaldía Álvaro Obregón, CDMX,hacen este trueque de casitas por comida.

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“Este es mi tallercito, donde yo trabajo, acabo de hacer estas, ahoritita las acabo de hacer, esta, y ahora estoy trabajando con otras, uno no estudió, pero Dios dice, ayúdate que yo te ayudaré, me hubieran avisado para peinarme, como dice el dicho”, dijo Guadalupe.

Debido a la falta de empleo y la necesidad de sobrevivir durante la pandemia, esta familia, encabezada por la abuela Lupita, intercambia casitas de cartón por comida.

Del trueque sobreviven. Compran una caja de cartón en 20 pesos y doña Guadalupe, ingeniosamente las hace.

Se instalan en la calle 16 y Toltecas, en la colonia Toltecas, en la Alcaldía Álvaro Obregón. Primero llegan Bryan y Gustavo, los nietos, de 8 y 10 años de edad. 

Doña Guadalupe vive a unos diez minutos del lugar en una casa de cartón, con techo de plásticos, en la antigua vía La Venta. Esperan por una bolsa de arroz o frijol, leche o galletas.

“Tenemos más de dos meses, que si comemos una vez al día es mucho, a veces que no comemos, a veces dos veces al día, a veces uno, por ejemplo ahorita un vaso de leche con agua nada más y un bolillo”, señaló Guadalupe.

Guadalupe apenas sabe leer y escribir. Como pudo hizo cartulinas en donde pide despensa a cambio de sus casitas.

Abuelita narra que sus casitas de cartón a veces le dan para comer pastel y otras no. FOTO Noticieros Televisa

Las casitas son de dos pisos, con grandes patios, con techo a dos aguas, de varias recamaras, cómodas y mientras las hace piensa en lo que dará de comer a sus nietos.

“Cuando Dios me socorre, vienen y me regalan un kilo de arroz o me regalan un aceite y dos sopas“.Guadalupe:

Ni Guadalupe ni su hija, madre soltera, han encontrado otro ingreso. Habitualmente trabajaban limpiando en alguna construcción o lavando trastes, pero desde hace un año, con la pandemia se les ha complicado encontrar algo.

“Ahora sí que ella es mamá y papá para los tres, el niño grande, Bryan, es asmático, hasta ahorita, bendito sea Dios, no me le ha dado una crisis, pero lo tengo en el sol, que lo tengo el frío”, insistió Guadalupe.

Llegan a las 10 de la mañana y se van a las cuatro de la tarde. A veces regresan a casa con la bolsa vacía. 

Otros días como, como hoy  hasta un pastel recibieron. Hacía meses que Gustavo y sus hermanos no comían algo parecido.. 

Con información de Guadalupe Madrigal

KAH