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POLíTICA

Por qué los jugadores de la NFL se siguen hincando ante la entonación del himno nacional

PUBLICACIÓN ORIGINAL 30 de septiembre:

Ves a ese gente hincarse cuando están tocando nuestro gran himno nacional […] no te gustaría ver a esos dueños de la NFL, cuando alguien le falta el respeto a nuestra bandera, decir ‘saquen a ese hijo de perra del campo de inmediato, está despedido. ¡Está despedido!’

Fragmento de un discurso que dio Donald Trump en un mitin en Alabama, frente a sus seguidores más conservadores. Así es, un presidente de los Estados Unidos se refirió en público a ciertos ciudadanos como “hijos de perra” y sugirió que tales personas deberían ser despedidas de su trabajo, simplemente por ejercer su derecho a expresarse con libertad.

Dicho discurso fue emitido el 22 de septiembre. Un día antes, el huracán María -una tormenta de categoría 5- arrasó por completo con la isla de Puerto Rico, territorio que pertenece a la Unión Americana. En las últimas dos semanas, la riña de Donald Trump con la NFL (y a menor grado, la NBA) se robó las primeras planas de la agenda política de aquella nación, desviando la atención de temas más urgentes, como la crisis humanitaria en el Caribe.

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Pero esto no quiere decir que la protesta de los jugadores de la NFL no tenga peso. Al contrario arroja una luz sobre uno de los problemas más graves de la sociedad estadounidense, y al mismo tiempo, exhibe la verdadera personalidad del presidente y el racismo repugnante de sus seguidores. Ellos argumentan que el gesto de los atletas no tiene nada que ver con la cuestión racial, pero están equivocados… tiene todo que ver.

Veamos cómo podemos desbaratar cada uno de los argumentos de la derecha.

1. “La protesta es, por encima de todo, un insulto a los símbolos patrios, y a los hombres y mujeres que defienden al país en el extranjero, en nombre de la libertad.”

Tal como señala Trevor Noah, la protesta no está dirigida a las fuerzas militares. Esto no es Vietnam en el ’68. Lo que menos quieren los jugadores es insultar al ejército, y esto quedó claro cuando el año pasado, Colin Kaepernick -pionero de este movimiento- dejó de sentarse en la banca ante la entonación del himno y comenzó a hincarse, a petición de un veterano de guerra y jugador compañero que le indicó la nobleza detrás de este gesto.

Los símbolos patrios son precisamente eso, símbolos. Tanto la bandera como el himno representan ciertos principios universales enunciados en la Declaración de Independencia y en la Constitución de EE.UU.: que todos los hombres son iguales ante la ley. Sin embargo, la brutalidad de la policía cuando somete a una persona afroamericana o las consignas descaradas de los nacionalistas blancos que apoyan a Trump, dejan en claro que las minorías del país vuelven a ser relegadas a ciudadanos de segunda. Esta situación contradice la promesa de una vida digna y libre, sostenida por la imparcialidad de la ley.

2. “Estos no son activistas, son atletas multimillonarios que no les hace falta nada en la vida pero que buscan la atención.”

Bueno, algo dice sobre estos atletas multimillonarios que prefieren no encerrarse en una burbuja y que no están ciegos a los problemas que afligen a las minorías. Además, ellos están conscientes de la posición que gozan y el tamaño de la audiencia que tienen. A diferencia de los manifestantes de Black Lives Matter, lo que dice un quarterback negro puede quedar documentado con mucha facilidad en los medios más importantes del país, puede ser viralizado en redes sociales y tiene más alcance al tratarse de un deportista que muchos admiran.

Es cierto, no les hace falta mucho en la vida en el sentido material (que a juicio de muchos estadounidenses, es lo único que importa). Pero estos hombres no protestan por sus carencias personales, sino por las carencias de un sector de la sociedad. Tal actitud contradice la imagen que mucha gente tiene de la personalidad de un jugador profesional: arrogante, engreído, frívolo y hasta simplón. Y puede ser que algunos jugadores solo busquen la atención de las cámaras, pero los detractores nunca podrán estar 100% seguros y el mensaje seguirá siendo el mismo.

(AP Photo/Mike Roemer)

3. “Yo pago el precio de un boleto por un par de horas de entretenimiento, no para tener que escuchar posturas políticas.”

Esta es una mentalidad muy típica del consumidor estadounidense. El dinero manda y cuando pagas por un producto o servicio, tú esperas obtener satisfacción a cambio. La NFL es un producto y los jugadores ofrecen un servicio: entretenimiento de primer nivel. Una cosa es lidiar con la derrota de su equipo favorito (todos entienden que alguien tiene que perder en un deporte), pero una manifestación política en este contexto es algo que no viene en el menú. Y esto causa mucho conflicto entre los fans (no por nada, a Trump lo respalda más de la mitad de la población en este asunto).

Pero los fans olvidan un pequeño detalle. Los jugadores también son seres humanos, hombres capaces de sentir miedo, angustia, consternación, molestia. Hombres con opiniones sobre los temas que más les preocupan. No son personajes de una película o pixeles que puedes controlar en un videojuego. Puede ser que los equipos tengan dueños, y que estos dueños firmen contratos de millones de dólares para “comprar” a un jugador, pero esto no quiere decir que sean esclavos. No, son personas con libre albedrío y tienen el derecho a tener posturas políticas distintas a las de su coach, GM o directivos, y a manifestarlas públicamente sin tener que perder su puesto.

4. “Si es un problema racial, ¿por qué también se han hincado los jugadores blancos y hasta los mismos dueños?”

Porque Trump empeoró el problema. Al atacar a un jugador de la NFL, atacas a todos, y esto incluye coaches, trainers, árbitros, porristas y demás personal. El futbol americano es un deporte de equipo y la mentalidad del equipo está muy arraigada en la disciplina de este deporte. Así como ningún jugador gana o pierde un partido por sí solo, ningún jugador puede ser el blanco de un ataque, sin que ese ataque afecte a todo el equipo. ¿Entonces qué sucede? El sentimiento de camaradería no se queda en el equipo, sino que se propaga por todos los equipos de la liga, e incluso se refleja en los equipos de otros deportes.

Aparte de referirse a los jugadores como “hijos de perra”, Trump también tuvo la osadía de ridiculizar las reglas del deporte, burlándose de que el fútbol americano ya no es tan violento como antes. Al hacer esto, el presidente levantó la costra de una de las polémicas más dolorosas de la NFL: los numerosos casos de conmoción cerebral entre los jugadores. Es evidente que el mandatario, así como sus seguidores, son incapaces de ver a los jugadores como seres humanos. Ni siquiera un conservador como Jerry Jones -quien apoyó a Trump en su campaña- se iba a quedar con los brazos cruzados ante semejante injuria.

5. “No es Trump. Cualquier presidente hubiera defendido los símbolos patrios ante estos insultos”.

Aunque a la oficina del presidente le corresponde defender los símbolos que representan a la nación, la manera particular que escoge un presidente para hacerlo nos dice mucho sobre la percepción que tiene esta persona de su rol en el poder. Mientras Trump es altanero, vulgar y compulsivo, uno tiene que extrañar a un presidente que sabe medir sus palabras y pensar con cuidado su respuesta:

ACTUALIZACIÓN 12 de octubre:

Dos semanas después de la publicación de esta nota, Donald Trump mantiene su pleito con la NFL en las primeras planas, desviando la atención de la crisis humanitaria en Puerto Rico y los incendios forestales en California, al igual que los dramas políticos dentro de su administración. ¿Por qué? Porque todavía en este tema, el presidente cuenta con el respaldo de más de la mitad de la población (es decir, la población blanca).

Ahora parece que la liga de futbol americano está dispuesta a ceder ante las presiones del gobierno (Trump amenazó con eliminar los incentivos de impuestos que recibe la NFL). En una carta enviada a los dueños de todos los equipos, el comisionado Roger Goodell expresó su deseo, y de la manera más diplomática posible, de que “todos deberían estar de pie durante el himno nacional”. Aquí la carta completa:

Y claro, Trump respondió via Twitter.

La carta vino unos días después de que el vicepresidente Mike Pence se retirara de un partido en Indianapolis, al ver a varios jugadores hincarse de nuevo ante la entonación del himno. Para muchos críticos de la presidencia, esto fue un claro ejemplo de “indignación fabricada”. Incluso el presidente tuiteó que él mismo le instruyó a Pence que se fuera del partido a la primera señal de ofensa, como vil marioneta política. Pero el mensaje era claro: la Casa Blanca no iba a perder esta lucha (quizás porque es la única que puede “ganar” en el foro de la opinión pública).

Jerry Jones escuchó ese mensaje. Una semana después de hincarse con todos los jugadores de los Vaqueros de Dallas previo a la entonación del himno, este fin de semana el dueño lanzó su advertencia: todo jugador que se hinque ante los símbolos patrios se la pasará en la banca. ¿Será que se sintió ofendido por los abucheos que le llovieron en Arizona? Lo que sí es cierto es que ningún jugador va a desafiar a su jefe y arriesgar su puesto en el equipo.

¿Pero qué hay de las protestas de los jugadores?

En su carta, Goodell afirmó que ha logrado llegar a varios acuerdos con los jugadores y su gremio sobre las diversas causas que son blanco de las protestas, sin mencionar cuáles son específicamente. De cualquier forma, el comisionado de la NFL declaró que hay diálogos entre los jugadores, los equipo y sus comunidades locales sobre cómo resolver los problemas que afectan a las minorías en Estados Unidos.

Sin embargo, es evidente que el comisionado tiene una urgencia por ver que la NFL regrese a la normalidad: un producto que ofrece horas de entretenimiento a la semana, lo más alejado posible de las opiniones políticas o los problemas sociales que aquejan a la nación.