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CONFLICTOS ARMADOS

Mujeres afganas comparten su terror ante el regreso del Talibán al poder

"No tengo nada más que decir, sé que nos matarán", dijo una mujer de Afganistán

Mientras los combatientes talibanes se apoderan de Afganistán, tomando una provincia tras otra, incluyendo la capital, Kabul, muchas mujeres afganas miran hacia el futuro con incertidumbre y miedo.

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Los talibanes controlan más de dos tercios del país, además de la segunda y tercera ciudades más grandes, Herat y Kandahar, solo unas semanas antes de que Estados Unidos tuviera planeado retirar sus últimas tropas. Hoy ya están en la capital, Kabul.

La agencia para los refugiados de la ONU dice que casi 250 mil afganos se han visto obligados a huir de sus hogares desde finales de mayo, en medio de temores de que los talibanes vuelvan a imponer su interpretación brutal, estricta y represiva de la ley islámica, eliminando casi por completo los derechos de las mujeres.

El ochenta por ciento de los desplazados son mujeres y niños, uniéndose a millones que han huido de rondas anteriores de combates en las últimas décadas.

“Cuando veo que estamos al borde de perderlo todo, realmente he perdido la esperanza, y durante estos días solo estoy tratando de reunir a mis amigas, para que podamos sentarnos juntas y compartir nuestros planes futuros, para que, si alguna de nosotras sale viva de esta situación, se puedan cumplir esos planes”.

Así se expresó Taranom Seyedi, una empresaria y activista afgana a la AP. “Incluso pido perdón a algunas de mis amigas, si alguna vez les he hecho mal; porque si vienen los talibanes, ninguna de nosotras sobrevivirá. No tengo nada más que decir, sé que nos matarán,” añadió.

El grupo fundamentalista, que gobernó durante cinco años hasta la invasión liderada por Estados Unidos en 2001, prohibió a las niñas una educación y a las mujeres el derecho a trabajar, o incluso a viajar fuera de su hogar sin la compañía de un pariente masculino, parte de una ideología notoriamente dura que a menudo golpea las mujeres y las niñas con mayor severidad.

También llevaron a cabo ejecuciones públicas, cortaron las manos a los ladrones y lapidaron a las mujeres acusadas de adulterio.

Si bien no ha habido informes confirmados de medidas tan extremas en las zonas que los combatientes talibanes tomaron recientemente, ha habido informes de militantes que se apoderaron de casas e incendiaron al menos una escuela.

Zarmina Kakar, activista de derechos de la mujer (AP Photo/Mariam Zuhaib)

Con los talibanes en el poder, regresan los encierros

En un parque público en el lado norte de Kabul, transformado desde la semana pasada en un campamento de refugiados internos, las familias desplazadas dijeron a AP que las niñas dentro de un tuk-tuk conducían desde su escuela hasta su casa en la provincia norteña de Takhar, que había quedado bajo control militante. Estas fueron detenidas y azotadas por llevar “sandalias reveladoras”. Un maestro de escuela de la provincia dijo que a nadie se le permitía salir al mercado sin un acompañante varón.

Unas 3 mil familias, principalmente de las provincias del norte recientemente tomadas por los talibanes, viven ahora en tiendas de campaña dentro del parque, algunas en las aceras.

Marianne O’Grady, subdirectora de Care International en Kabul, dijo que los avances logrados por las mujeres en las últimas dos décadas han sido “dramáticos”, particularmente en áreas urbanas, y agregó que no puede ver que las cosas vuelvan a ser como antes, incluso con los talibanes en el poder.

“No se puede ‘deseducar’ a millones de personas”, dijo. “Si ellas [las mujeres] están detrás de los muros y ya no pueden salir, al menos ahora pueden educar a sus primas y vecinas y a sus propias hijas de una manera que no podía suceder hace 25 años”, agrega.

Sin embargo, parece que una sensación de pavor es omnipresente, especialmente entre las mujeres, a medida que las fuerzas del Talibán marchan hacia un nuevo territorio cada día.

“Siento que somos como un pájaro que hace un nido para ganarse la vida y pasa todo el tiempo construyéndolo, pero luego, de repente y sin poder hacer nada, vemos a otros destruirlo y luego todo se desvanece”, dijo Zarmina Kakar, una mujer de 26 años, activista de derechos humanos en Kabul.

Kakar tenía un año cuando los talibanes entraron en Kabul por primera vez en 1996, y recordó un momento en que su madre la llevó a comprar su helado, cuando gobernaban los talibanes, y su madre fue azotada por un combatiente talibán por revelar su rostro durante un par de minutos.

“Hoy, de nuevo, siento que si los talibanes llegan al poder, volveremos a los mismos días oscuros”.

Con información de Associated Press.