El 24 de julio es Día Internacional del Tequila (no confundir con el Día Nacional del Tequila, el cual se celebra el tercer sábado de marzo), ocasión que nos da la excusa para narrar la historia de este destilado 100 por ciento mexicano. ¿Conoces el origen del tequila?
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Origen prehispánico
Según hallazgos arqueológicos, el agave ya formaba parte de la cultura de los pueblos de Mesoamérica desde el siglo III d.C., cuando se hacía pulque.
Aquellos pueblos de la civilización mexica reverenciaban la planta a través de Mayáhuel, diosa del agave y símbolo de la fertilidad, dotada con 400 senos para alimentar a sus 400 hijos, los centzib totochitin, conejos que representan los diferentes estados de embriaguez. (Conoce aquí la leyenda de Mayáhuel).
Cuando Hernán Cortés invadió México en 1519, los soldados españoles no le hallaron el gusto a las bebidas de agave fermentado que les ofrecieron los habitantes del Imperio Azteca. No obstante, decidieron experimentar con el maguey para hacer vino y descubrieron que el agave fermentado se podía destilar. Así nació el entonces llamado ‘vino de mezcal’. (La palabra mezcal probablemente viene de mexcalli, palabra que en náhuatl significa maguey cocido).
Además de la evangelización y el nuevo idioma, la conquista española trajo consigo los primeros alambiques de cobre, así como la práctica de la destilación. Hay documentos de Nueva Galicia (Jalisco) que rastrean la producción de vino de mezcal al año de 1608, por lo que es muy probable que ya para entonces se estaba consumiendo algo cercano al tequila.
Mayáhuel descrita en el Códice Borgia (Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24708281)
El tequila se “independiza” del mezcal
Ya en el siglo XVII, el mezcal producido en y alrededor del pueblo de Tequila (fundado en 1530) comenzaron a ganar afición por las plantas de agave azul originarias de esta tierra ensombrecida por un volcán inactivo. En efecto, Tequila es una palabra que en náhuatl significa ‘roca volcánica’ o ‘roca que corta’.
Pedro Sánchez de Tagle, segundo marqués de Altamira, fue el primero en construir una destilería en Tequila en 1600. Pero no fue sino hasta 1750 cuando empezaron a brotar los primeros tallos de una industria en torno a la producción de la bebida. A fines de la década de 1890, fue acuñada la palabra tequila para describir los aguardientes de agave producidos en esta zona.
En 1902, el tequila adquirió su definición oficial para distinguirlo de otros licores a base de agave que siguieron llamándose mezcal. Y ya para 1974, el gobierno mexicano emite la Declaración General de Protección de la denominación de origen ‘Tequila’.
El tequila: patrimonio cultural
En la actualidad, las únicas entidades federativas del país que pueden comercializar cualquier bebida espirituosa derivada del agave azul bajo el nombre de ‘tequila’ son Guanajuato, Michoacán, Nayarit, Tamaulipas, y claro, Jalisco.
Adicionalmente, para ser considerada tequila, al menos el 51 por ciento de la bebida debe ser de agave y el resto de azúcares. Por ello se dice que los tequilas de mayor calidad son aquellos productos elaborados al 100 por ciento con agave azul (también conocido como agave tequilana Weber).
Aquellos tequilas que no tienen denominación de origen solo pueden comercializarse bajo la etiqueta de destilado de agave.
El 24 de julio de 2006, la UNESCO declara el paisaje agavero y las antiguas instalaciones industriales de Tequila como Patrimonio Mundial de la Humanidad, alabando el cultivo del agave como “un elemento intrínseco de la identidad nacional mexicana”.
Hoy, Tequila es reconocido como un Pueblo Mágico por su atractivo como destino turístico mientras que el tequila goza de la popularidad de ser el destilado más popular de México en el extranjero. En 2020, el mercado global de la industria del tequila tenía un valor de 9.4 mil millones de dólares, con miras a crecer todavía más en los próximos años.
