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SALUD

Así fue como Sigmund Freud introdujo la cocaína a la medicina europea

En 1815, un joven alemán se convirtió en la primera persona en extraer esencia del opio, llamándola morphium, en honor al dios griego de los sueños, Morfeo.

El científico Friedrich Sertürner halló la clave, en ese momento, para crear todos los medicamentos modernos.

Así, la morfina comenzó a ser utilizada ampliamente, en especial para eliminar el dolor y también como sustituto del alcohol. Sin embargo, los médicos se dieron cuenta de que era incluso más adictiva que las sustancias que debía reemplazar.

Los opiáceos son estupendos analgésicos , pero tienen efectos secundarios significativos desde estreñimiento y vómitos, hasta adicción. Uno de sus efectos más graves es deprimir la respiración, lo cual puede provocar la muerte.

Para 1820, otros químicos inspirados por el éxito de Sertürner comenzaron a aislar otras sustancias de importancia médica como la quinina, la estricnina y la cafeína.

Una planta de América del Sur contenía una sustancia con propiedades extraordinarias para eliminar el dolor aunque, como la morfina, venía con un precio muy alto.

El alcaloide extraído de las hojas de la planta de coca era ya un estimulante muy conocido en Sudamérica y fue añadido a vinos que fueron promovidos por el Papa; a refrescos, para quienes desaprobaban el alcohol y a gotas o pastillas calmantes.

Sin embargo, el polvo blanco conservó una reputación para combatir el hambre y la fatiga, lo que llevó a un médico austriaco a investigar más a fondo sus efectos.

Fue por estas capacidades que un neurólogo en Viena llamado Sigmund Freud se interesó en los efectos del alcaloide de cocaína, mucho antes de que desarrollara el psicoanálisis.

Freud denominó a la sustancia como una ‘droga mágica‘, y la recetó a sus pacientes para toda una gama de dolencias, incluida la adicción a la morfina.

Además, enviaba muestras de cocaína a varios de sus colegas, incluido un médico oculista llamado Karl Koller.

El médico oculista Karl Koller nació en 1857 y murió en 1944 en Nueva York (Alman Co., New York Dominio público)

Koller, por su parte, había estado utilizando morfina y otras sustancias para tratar de aliviar la agonía de la cirujía ocular, pero nada había funcionado.

Cuando probó un poco de cocaína, notó que la punta de la lengua estaba entumecida. ¿Qué pasaría si se pusiera cocaína en el ojo?, se preguntó entonces.

Primero, lo probó con una rana y un perro y parecían estar bien, así que decidió disolver un poco del polvo en agua y ponerse unas gotas en los ojos.

Luego, él y un asistente pincharon sus globos oculares con un alfiler afilado y descrubrieron que estaban totalmente entumecidos. Mientras que los opiáceos adormecían el dolor, la cocaína era un anestésico, que significa literalmente, “sin sensación”.

La cocaína evita que los nervios envíen señales, afectando a toda la red nerviosa y no solo a los que detectan el dolor.

Así fue como la cocaína hizo posible la cirugía ocular complicada, aunque en la actualidad no se utiliza mucho como tal, aunque sí sus derivados, que forman la base de muchos anestésicos locales.

Con información de BBC News Mundo