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SALUD

Relatos de sexo salvaje que sobrepasaron los LÍMITES

Cada vez son más las personas que incursionan en el sexo salvaje con el fin de salir de la rutina y experimentar sensaciones más intensas. Lo mejor de todo es que, comparten estas experiencias con miles de personas amantes de la lectura erótica.

Ya sea que te guste leer este tipo de experiencias o quieras replicar algunos de los actos de sexo salvaje de otras parejas, aquí te dejamos algunos relatos muy intensos que seguro te harán desbordar de placer.

Relatos de sexo salvaje

Llegamos a su departamento y ya tenía todo preparado. Me amarró las muñecas frente al pecho y comenzó a lamer mi cuello por completo mientras sus dedos jugaban con mis zonas más erógenas. Cuando escuchó lo fuerte y acelerada que estaba mi respiración tomó mi trasero y comenzó a estrujarlo. Besó mi espalda baja y comenzó a morderme alrededor de la cadera de una forma sutil pero excitante. De repente, me abrazó de la cintura con un solo brazo, me cargó y acomodó mis piernas alrededor de su cadera para comenzar a penetrarme fuertemente. Él sabía perfectamente lo que hacía y lo que provocaba en mí. Todo era sumamente excitante. Previamente me había dicho que esta vez todo sería más intenso y placentero, pero nunca imaginé que alcanzaría el mejor clímax de mi vida.

Claudia, 28 años.

Tomamos algunas copas de más durante la cena así que los besos comenzaron en cuanto salimos del restaurante. Nuestras manos ya no podían permanecer sin tocar el cuerpo del otro. En cuanto llegamos al departamento de ella comenzamos a desvestirnos el uno al otro de manera rápida y apasionada; lanzábamos todas nuestras prendas con mucha fuerza. No hubo tiempo de prender la luz así que chocábamos con todo a nuestro paso pero nada nos importó. Fue un largo camino hasta llegar a su recámara donde la lancé a la cama para darle a entender que en esta ocasión yo tendría el control del encuentro. En cuanto cayó a las sábanas me subí en ella y de un solo movimiento comencé con mi labor: hacerla sentir el placer más intenso. Su rostro era muy expresivo. Cerró los ojos y dejó que su boca inhalara el aire fuertemente. Sus manos en a los costados de mis piernas cada vez presionaban más, al punto de que sus dedos ya formaban parte de mí. Logré que terminará dos veces. No pudo haber mejor momento que el del clímax.

Roy, 34 años.