Adelgazar es una de esas metas que, al menos una vez en la vida (sino es que de forma constante), las personas quieren conseguir para sentirse mejor con su cuerpo; sin embargo, en el proceso, resulta que esto no es muy sencillo de conseguir y la gran pregunta es: ¿por qué? A continuación lo decimos.
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De acuerdo a Victoria de Andrés Fernández, profesora titular en el Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, la respuesta para saber por qué es tan difícil adelgazar es el tejido adiposo, algo tan sencillo como complejo.
La comida nos aporta energía química que permite que el cuerpo funcione de manera eficiente, incluyendo el trabajo químico, osmótico, eléctrico y mecánico interno o metabólico, además del proceso para generar calorías suficientes para mantener una temperatura constante que no dependa de la del medio externo. Dicha energía se genera quemando carbohidratos, lípidos (grasas) proteínas y obteniendo adenosín trifosfato (ATP).
Sin embargo, cuando la energía que utiliza el cuerpo es menor a las calorías generadas por el exceso de alimentos ingeridos, se produce un desbalance energético, lo cual provoca el almacenamiento de la energía sobrante y la forma de acumularla más eficaz es a través de la grasa (lípidos), misma que es contenida por el tejido adiposo.
El tejido adiposo, explica la doctora, funciona como una despensa donde se guardan las reservas energéticas, mismas que cuando deben ser ocupadas, las lipasas liberan ácidas grasos para obtener el ATP.
El tejido adiposo también puede crecer su volumen a la par del factor energético y ubicarse en prácticamente todo el cuerpo, razón por la cual sentimos que tenemos ‘llantitas’ por todos lados.
Asimismo, Fernández establece que el tejido adiposo aumenta la eficacia biológica de la especies y que se han desarrollado mecanismos que favorecen su desarrollo (engordar) y no se han centrado en poder facilitar su merma (adelgazar), causando que la selección natural o la evolución haya establecido al proceso de comer como una fuente de placer.
Así, cuando la gente busca adelgazar, se enfrenta a múltiples mecanismos bioquímicos, fisiológicos y conductuales que la evolución ha seleccionado para asegurar la supervivencia a través de la alimentación.
