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Con “precisión quirúrgica”, ratas de Australia aprenden a comer sapos venenosos

Las ratas extraen con sus garras el corazón y el hígado de los sapos, y dejan a un lado la parte venenosa

El sapo de caña es notorio por un veneno que expulsa por unas glándulas de su cuerpo cuando se siente amenazado. Una pequeña dosis de la toxina es suficiente para matar a cualquier animal, no importa su tamaño.

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Sin embargo, un tipo de rata de agua conocida como rakali ha aprendido a devorar los órganos internos de este peligroso sapo sin morir envenenada, un hallazgo que ha maravillado a biólogos y ambientalistas australianos.

Australia es un país que padece las consecuencias ambientales y económicas provocadas por plagas de especies invasoras: gatos, venados, cerdos, caballos y un largo etcétera de especies que fueron introducidas en el país con fines desastrosos. Pero pocas de éstas han sido tan letales para la fauna local como el sapo de caña.

El sapo de caña (Rhinella marina) es una especie originaria de América Central y América del Sur que fue introducida en Australia en la década de los 30 para erradicar una plaga de escarabajos que estaba acabando con los cultivos del norte del país.

De manera irónica, los anfibios no se comieron a los escarabajos, pero sí se multiplicaron a lo grande. De cien ejemplares que fueron importados a Queensland, los australianos ahora deben lidiar con cientos de millones de sapos.

Cada hembra es capaz de poner de 8 mil a 35 mil huevos, y la plaga ha sido responsable de erradicar especies nativas, muchas de las cuales se encuentran ahora en peligro de extinción, como el monitor Argus y el satanelo septentrional. Muchos cocodrilos han sido hallados muertos, con un pequeño número de sapos en sus estómagos.

Rakali (By ZooPro – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15816488)

Los sapos de caña estaban arrasando con todo el norte de Australia, por lo menos hasta que llegaron al territorio de los rakalis, en Kimberley, la parte occidental del país.

Encontré varios sapos muertos de caña muy grandes, y todos estaban tumbados boca arriba con incisiones casi quirúrgicas en el pecho. Todos los días que iba allí encontraba hasta cinco cuerpos nuevos.

La bióloga Marissa Parrott ha seguido de cerca la destrucción que ha dejado el sapo de caña, y ahora es de los primeros investigadores en documentar este nuevo revés.

Descubrimos que en todos los sapos de caña, el corazón y el hígado habían sido extraídos de manera precisa, y la vesícula biliar, que contiene sales biliares tóxicas, había sido extraída y colocada fuera del cuerpo.

Luego de instalar cámaras en la zona, la doctora Parrott pudo confirmar que la responsable de estas muertes era la rata de agua, Hydromys chrysogaster, una especie nativa.

En menos de dos años luego de que los sapos de caña se mudaran a la zona, [las rakalis] habían aprendido cómo inhabilitar, matar y comer algo que había matado a tantos otros depredadores en la región.

La doctora cree que los roedores mataban a los sapos enterrando sus dientes en el pecho, el cual carga menos neurotoxinas que el resto del cuerpo. Luego, con sus garras, extraían los órganos de los sapos que podían comerse.

A pesar del hallazgo, es poco probable que las ratas sean la solución que los ambientalistas han estado buscando para detener la plaga de sapos.

Desafortunadamente, hay miles de millones de sapos de caña y no tantas ratas de agua ”, dijo la doctora Parrott. “Las ratas suman cantidades razonablemente pequeñas y viven en territorios grandes, por lo que no se vuelven excesivas en la forma en que lo hacen otros roedores.

Las autoridades australianas deben seguir recurriendo a otros métodos para corregir el problema.