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CIENCIA Y TECNOLOGíA

¿Cómo sobreviven los gatos a las caídas altas?

Un estudio revela por qué la mayoría de los gatos sobreviven tras caer de lugares considerablemente altos.

Los gatos son famosos por caer de pie y no presentar daños considerables a pesar de sufrir caídas de sitios altos. Incluso hay reportes de un gato que saltó desde la ventana del piso 32 de un edificio en Nueva York y que tras ser tratado de sus pulmones y un diente astillado volvió a su casa en sólo dos días.

Historias así no son un caso aislado, por eso la ciencia se ha dedicado a descifrar cuál es el secreto detrás de esta capacidad de supervivencia.

Lo primero que se encontró en los gatos fue la flexibilidad de su espina dorsal y la carencia de clavículas funcionales en sus hombros. Esto les permite torcer su cuerpo mientras caen y les facilita casi siempre aterrizar de pie. Esta habilidad conocida como “reflejo de giro de gato” surge entre las primeras 3 y 4 semanas de vida, aunque es perfeccionada hasta las siete semanas de vida.

Un estudio examinó más de 100 caídas de gatos en alturas que iban de los 2 a los 32 pisos. Se descubrió que cuando este incidente ocurre entre el piso dos y seis, el riesgo de lesión aumenta conforme a la altura, pero curiosamente, a partir de la séptima planta se mantiene constante sin importar lo alto de la caída.

En su mayoría los gatos que caen de entre el piso dos y siete aterrizan de pie, pero en el caso de aquellos que lo hacían del séptimo o superior, lo hacían con el vientre. De acuerdo a los científicos, esto obedece a la velocidad terminal, un fenómeno físico que se da cuando el gato cae hasta recorrer el equivalente a cinco pisos (momento en el que alcanza 100 km/h) y la fricción del aire contrarresta la aceleración.

En otras palabras, al no sentir la fuerza de gravedad y alcanzar una velocidad terminal, el instinto de los gatos los hace extender sus extremidades como si fuera un paracaídas.

Al caer con el vientre los gatos tienen menos riesgo de romperse una pierna, aunque sí pueden presentar traumatismo torácico, como alguna costilla rota o un pulmón colapsado.

Eso sí, en el estudio se hizo énfasis en no someter a los gatos, bajo ningún motivo, a este tipo de pruebas.

Con información de Science Insider