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FAMILIA

Pareja consigue adoptar a una adolescente y a su hijo; se convierten en “mamabuela y papabuelo”

“La dinámica siendo madre e hijo es muy distinta a si fueran dos hermanos”, dijo la madre-abuela

En Argentina, una pareja compartió su historia de cómo se volvieron padres y abuelos al mismo tiempo, cuando decidieron adoptar a una adolescente y a su hijo. “Activismo en lo cotidiano”, dijo la nueva “mamabuela” sobre sus intenciones de apoyar a la madre menor de edad con una nueva oportunidad.

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Susana Cantarelli y Lionel Aguiar estaban ansiosos por tener una familia. Cuando sus intentos en una clínica de fertilidad no tuvieron éxito, tomaron el camino de la adopción. Fue entonces que se toparon con una convocatoria pública para adoptar a una madre adolescente y a su niño… a la vez.

“Cuando me encontré con esta historia empezamos a charlar sobre esta posibilidad que nos convocaba mucho a los dos. Lo que sabíamos de ella en ese momento era muy poco, pero sí que tenía muchos deseos de progresar, de estudiar, de tener el día de mañana un oficio o una profesión, y esto con su hijo iba a ser muy difícil”, dijo Susana.

“También nos gustaba mucho la idea de acompañarla en la crianza”, añadió en una entrevista con Clarín. Sin embargo el encuentro no se dio de inmediato. La pandemia de covid entorpeció los trámites burocráticos. “Fue una espera bastante difícil. Le teníamos que avisar que íbamos a tardar un poco más y reforzar el ‘quedate tranquila que te vamos a ir a buscar’”.

Pero el anhelado día finalmente llegó, y de ahí en adelante ha sido una largo camino de experiencias, paciencia y amor. “El momento del encuentro fue muy lindo. Ellos ya nos conocían y nos encontramos en el juzgado. El chiquitito vino directamente a abrazarnos y, su mamá, atrás”, recuerda Susana.

Cambios radicales

Parte del aprendizaje consistió en ajustarse a los nuevos roles. Susana y Lionel todavía son relativamente jóvenes, pero ahora tenían que asumir los papeles de padres y abuelos, los cuales tenían a que acomodar a una hija y un nieto. No fue sencillo.

“Para mí es muy desafiante respetar la crianza que ella propone y, al mismo tiempo, orientar sobre cuestiones que estaban muy establecidas. Era todo un tema sostenerla a ella en su autoridad, en su rol de mamá, pero al mismo tiempo guiarla en cosas que no estaban tan buenas”.

Añadió Susana: “Ellos estuvieron cuatro años institucionalizados, y esto no es gratuito. Tuvimos que trabajar muchísimo sobre las rutinas, sobre aspectos que en una casa se dan de manera distinta: desde reglas de convivencia hasta cuestiones como los horarios de las comidas”.

Con el paso del tiempo, la hija-madre se ha acoplado a la vida que debería ser la de un adolescente, con su respectivo tiempo de ocio, de estudio, incluso de rebeldía. “Ella está más abierta a nuestra opinión y acompañamiento, y nosotros también aflojamos un poco”, dijo Susana.

“Nuestro gran objetivo para ella es que pueda hacer, en la medida de lo posible, dentro de lo que le permita su maternidad, la vida de cualquier adolescente. Que pueda tener un grupo de pertenencia, que pueda tener sus espacios de ocio, conectarse con otras cosas que a ella le gustan, que pueda progresar en lo que decida hacer el día de mañana”.

El nieto-hijo también conlleva sus propios desafíos. “Con el nene tenemos todo por delante. Estamos muy atentos a lo que le gusta. Lo que su mamá quiso para él es que crezca en un hogar. Yo no sé si ella hubiera tomado esta decisión para sí misma, todo es pensando en su hijo y en las mejores posibilidades para él”.