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FAMILIA

Niño despide a su hermanita de 4 años que murió de cáncer

La fotografía de un pequeño de 6 años despidiéndose de su hermanita de 4 en la sala de un hospital se está haciendo viral a través de redes sociales. El momento muestra a Jackson y su pequeña hermana Adalynn “Addy” quien libraba una larga batalla con el glioma de tronco encefálico infantil (DIPG, en inglés), un tumor que se origina en el tallo cerebral.

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El diario estadounidense The Washington Post recogió la historia de los dos pequeños hermanos originarios de Arkansas, Estados Unidos, que se acompañaron hasta el último momento.

Matt Sooter, de 29 años, padre de los dos niños, contó que en la fotografía Addy estaba cansada y era la hora de que Jackson y ella fueran a dormir. Jackson tomó la mano de su hermanita, le dio unas palmaditas en la frente y le dijo: “Te amo”.

Scooter tomó la foto y la publicó a través de Facebook, capturando un momento desgarrador en el cual escribió:

“Un niño pequeño no debería tener que despedirse de su compañera de crimen, su compañera de juegos, su mejor amiga, su hermanita. Así no es como se supone que debe ser. Pero este es el mundo roto en el que vivimos”, escribió.

A partir de ese momento Sooter explicó que los síntomas de la pequeña progresaban rápidamente e instó a sus familiares y amigos cercanos a despedirse, y después pidió oraciones por su familia y específicamente por Jackson. “Él no quiere dejar su lado, y no lo haremos”, escribió.

Según su relato, Jackson sabía que su hermana tenía un tumor y que, si seguía creciendo, moriría. Sooter contó que el niño estaba triste de que su “hermanita” ya no estuviera, pero que estaba contento de que “ella estaría con Jesús”.

El 3 de junio pasado, Addy murió alrededor de la 1:00 a.m. tras una intensa lucha a la cual precedieron momentos en los que su respiración cambió, se hizo más lenta, más trabajosa y más errática.

El pequeño Jackson despertó alrededor de las 4:00 a.m. y la familia decidió que no había razón para continuar en el hospital y  que era hora de ir a casa, llorar y descansar. “Le dijimos a Jackson que ella había fallecido, que estaba con Jesús y que ya no estaba sufriendo. Él dijo ‘Adiós, hermanita’, y salimos al automóvil”, contó Sooter.

A la mañana siguiente Sooter compartió una foto más de su hija con un sombrero blanco para el sol. En ella escribió:

“Nuestra dulce niña recibió la sanidad milagrosa por la que todos hemos estado orando durante tanto tiempo y nos encontramos con los brazos de Jesús. Pasó de esta vida a la siguiente tal como había vivido: obstinada pero también pacíficamente, y rodeada de familia. No tuvo dolor al final”.

La historia de la pequeña Addy se remonta a 2016, momento en el cual los Sooters, originarios de Rogers en Arkansas, notaron que la forma de caminar de la pequeña era extraña: balanceaba sus piernas en lugar de plantarlas directamente en el suelo al caminar. La pareja no lo pensó mucho, hasta que los síntomas del tumor empezaron a progresar.

En noviembre de ese mismo año, la pequeña Addy fue diagnosticada con DIPG, un tumor incurable que afecta “la respiración, la frecuencia cardíaca y los nervios y músculos que nos ayudan a ver, oír, caminar, hablar y comer”, según detalla un hospital con un centro de investigación.

Alrededor del 10 al 20% de los casaos de tumores cerebrales pediátricos son de DIPG. 

En los siguientes 19 meses, Addy pasó por 33 tratamientos de radiación, y 10 de inmunoterapia y quimioterapia experimentales en México, para intentar darle más tiempo de vida.

Sooter también contó que intentaron disfrutar al máximo los últimos meses de vida de Addy, y que fueron a Disney para que la pequeña conociera a “Frozen”, su personaje favorito; y seguidamente realizaron un viaje a la playa.

Addy tenía una lista de deseos en la que destacaban dos: jugar al escondite y ver videos de YouTube de personas que abrían huevos de Pascua de plástico para ver lo que había dentro.

Eventualmente, el cáncer se extendió por su columa vertebral y en su última semana de vida, el tumor empezó a presionar los nervios de su espina dorsal, provocándole dolor, por lo cual llegó al hospital.

Sooter y su esposa Chandra donaron los tumores a la investigación científica “con la esperanza de salvar a otros niños de un destino similar”. En el funeral hubo solo una petición de los padres: que sus familiares y amigos vistieran colores brillantes o “uno de los colores favoritos de Addy: rosa, morado o azul”.

Con información de The Washington Post.