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FAMILIA

Video: Niña que vende dulces en la calle demuestra que habla 4 idiomas y se hace viral

A sus 6 años de edad, Andrea habla español, italiano, ruso y francés

En redes sociales se hizo viral el caso de una niña vendedora de dulces que sorprende a unas personas en Ecuador porque puede hablar cuatro idiomas a sus 6 años de edad.

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La niña fue captada en Ecuador, mientras una madre y su hija cargaban gasolina en una estación de Portoviejo. Al ser originaria de Francia, la madre escuchó que la niña tenía un acento francés, por lo que le pidió a la menor que se acercara a su coche.

Al platicar con ella, la niña les dijo que se llama Andrea, puede hablar español, francés, ruso y “un poquito” de italiano. Dijo que sus padres trabajan en el circo y que aprendió a hablar todos estos idiomas cuando viajaba por Europa con su familia, de un país a otro. También dijo que quería trabajar como veterinaria porque le gustan los animales.

Las mujeres del coche le prometieron a la niña políglota que le comprarían toda la caja de dulces si le cantaban una canción en un idioma extranjero. Cuando terminó de cantar una canción en ruso, le dieron el doble de lo que costaba la caja pero le dijeron que se quedara con los dulces.

Mira el video en seguida:

https://youtu.be/E0-U7JYvgLE

Aunque el video ha conmovido a millones de personas en redes sociales, es de notar que Andrea no es la única niña que trabaja en la calle y termina por hablar varios idiomas. Sobre todo en zonas turísticas, muchos niños en situación de pobreza deben aprender varios idiomas para vender sus mercancías a personas extranjeras.

Según organizaciones internacionales como la UNICEF o Human Rights Watch, a estos niños que venden productos o piden limosna en lugares públicos no se les permite conservar sus ingresos ni ir a la escuela. Encima de esto, hay niños que pasan hambre para que se vean demacrados y lloren, lo que genera más simpatía entre los turistas.

Por estos motivos, es recomendable no darle dinero a un niño que esté trabajando o pidiendo limosna en la calle, para que la explotación infantil deje de ser un incentivo, sobre todo para organizaciones criminales que lucran con el tráfico de menores.

Si bien es comprensible la admiración que suscita una niña tan inteligente como Andrea, también hay que sentir indignación por niños explotados como ella. Cada día que pasa en una esquina vendiendo dulces es un día que no está jugando o estudiando, de esta manera alejándose de su sueño de ser una veterinaria cuando sea grande.