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ARTE Y CULTURA

¿Qué fue del perdido zoológico de Moctezuma en la antigua Tenochtitlan?

Con motivo de los recientes hallazgos arqueológicos en la Ciudad de México como el zócalo original en tiempos de Santa Anna, el lobo azteca adornado de oro, los 650 cráneos cubiertos de cal, o el Templo de Ehécatl en el Templo Mayor, nos tenemos que preguntar qué otras maravillas se esconden debajo del Centro Histórico.

Desafortunadamente, aquellos tesoros de la era prehispánica yacen enterrados por el peso y tamaño de otro patrimonio cultural de la nación: las edificaciones de la era colonial. Por tal motivo, es sumamente difícil para los arqueólogos excavar con el fin de rescatar las ruinas de la ciudad perdida de los aztecas, sepultada por la ambición de la corona española.

El lobo “dorado” hallado en las excavaciones detrás de la catedral no es el primer ejemplar de esta especie que ha sido descubierto por el Proyecto del Templo Mayor. En la Casa de las Ajaracas -un predio donado al INAH por el GDF hace 10 años- fueron encontrados alrededor de 9 mil huesos de animales, entre los que destacan los restos de lobos mexicanos.

Los arqueólogos del INAH creen que se trataba de un depósito ritual, empleado por los sacerdotes aztecas para guardar y alimentar a los animales antes de ser sacrificados. Por tal motivo, es muy probable que lo que queda de este depósito esté vinculado a la legendaria Casa de la Fieras, parte del perdido zoológico de Moctezuma II.

El zoológico de Moctezuma Xocoyotzin no cabe dentro del concepto actual que tenemos de un zoológico. Aparte de los majestuosos jardines botánicos conservados por el noveno huey tlatoani (como el bosque de Chapultepec), el emperador azteca tenía dos casas donde se albergaban animales exóticos. En su Historia Antigua de México, Francisco Javier Clavijero cuenta sobre la existencia de una Casa de las Fieras y una Casa de las Aves.

Moctezuma II (Por Tovar, Juan de, circa 1546-circa 1626)

Con respecto a la Casa de las Aves, se dice que 300 personas cuidaban a cientos de especies entre cámaras y corredores que daban a una huerta. En esta huerta había diez estanques, en los que separaban a los peces de acuerdo a su naturaleza: si eran de río, nadaban en las aguas dulces, y si eran de mar, estos vivían en los estanques de agua salada. A cada ave se le dedicaba una atención minuciosa para asegurar su buena salud y alimentación.

En la Casa de las Fieras había mamíferos salvajes de todo tipo, desde los grandes felinos como jaguares, pumas y linces, hasta los temibles cánidos como lobos, coyotes y zorros. También había osos, bisontes y pecaríes. Aves rapaces como el águila real y el halcón también vivían aquí, al igual que anfibios y reptiles, cosa que aterró a los conquistadores.

Lo más curioso es que una parte de la Casa de las Fieras también fungía como zoológico humano, donde vivían personas clasificados como “rarezas humanas”, tales como jorobados, albinos, enanos, o gente con alguna deformación física. Según Clavijero, el historiador y sacerdote jesuita dijo que estos hombres y mujeres eran protegidos por Moctezuma, ya que vivían tranquilamente, alejados de las burlas a las que pudieron haberse sometido en la ciudad.

Sin embargo, este zoológico no fue construido para el disfrute del pueblo, sino más bien era un albergue para cuidar animales percibidos como sagrados, por eso el empleo de cientos de personas. Antes que todo, éste era un espacio ritual donde los seres vinculados a los dioses eran mantenidos para más tarde ser sacrificados.

El lobo mexicano es un caso curioso, porque los historiadores habían encontrado muy pocas referencias a esta especie en documentos prehispánicos como códices. Sin embargo, al tomar en cuenta las evidencias recientes, es muy probable que los lobos hayan tenido más peso en la jerarquía ritualística. De hecho, es probable también que los historiadores hayan confundido las representaciones de esta especie en los documentos y reliquias mexicas, pensando que eran coyotes.

Moctezuma estaba orgulloso de sus jardines y su zoológico, tan orgulloso que le ofreció un recorrido a Hernán Cortés y a sus tropas, quienes quedaron maravillados ante la colección faunística de su anfitrión. Entonces, ¿qué fue de aquel zoológico tan magnífico?

(AP Photo/Charles Rex Arbogast)

En su Tercera Carta de Relación enviada al rey Carlos I, el mismo Cortés relató que -muy a su pesar- el 13 de agosto de 1521 tuvo que “poner fuego a estas casas grandes de la plaza”, incluyendo el ya legendario zoológico. Se calcula que sus ruinas debieron quedar enterradas por donde se encuentra ahora el Convento de San Francisco (entre Eje Central, Madero, Gante y 16 de Septiembre).

A todo esto, ¿qué hubiera pensado Moctezuma del zoológico que hoy se encuentra en el mismo lugar que antes era sede de uno de sus jardines? Y más urgente aún, ¿qué hubieran pensado los aztecas sobre la grave situación actual del lobo mexicano, ayer un animal sagrado ligado a Huitzilopochtli, hoy una especie en peligro de extinción?