Inicio  /  Historias
ARTE Y CULTURA

Breve recorrido por la vida y la obra de José Luis Cuevas, el gran dibujante de México

José Luis Cuevas fue uno de los más grandes dibujantes de México. Aquí recorremos, a través de cinco creaciones, su vida y su obra. 

José Luis Cuevas era pintor, escritor, grabador, escultor y parte de la generación de la Ruptura. Desde sus inicios como artista plástico alcanzó un prestigio nacional e internacional. Su obra está formada por una estética única, llena de cualidades plásticas originales y ese particular ahínco en reforzar la libertad del artista.  

José Luis Cuevas nació en la ciudad de México el 26 de febrero de 1934. Desde pequeño, siempre le gustó dibujar. En la primaria, participó en un concurso en el que se dibujó como “niño obrero”. La SEP le otorgo el primer lugar y desde entonces es llamado como “el güerito pintor”

Su formación como artista es prácticamente autodidacta, fue parte del muralismo mexicano y del neofigurativismo. Se le atribuye el bautizo de la “Zona Rosa”: el corredor que va de Insurgentes a Reforma era usado para exhibir arte y el decidió, por la admiración que le tenía a la artista Rosa Carmina, llamarla Zona Rosa.

Jose Luis Cuevas tuvo tanto éxito que Picasso compró dos de sus ilustraciones y era considerado, en el mundo del arte, como uno de los más grandes exponentes del dibujo.

Para recordarlo, les proponemos un breve recorrido por su trayectoria a través de cinco obras:

Caricatura de David Alfaro Siqueiros (1958)

Caricatura de José Alfaro Siqueiros (dibujo en pluma y lápiz) (1958) (Museo José Luis Cuevas)

En 1951, José Luis Cuevas escribió un artículo que marcó para siempre su vida artística. Se llamó, provocadoramente, “La cortina de nopal” y denunciaba el nacionalismo en el mundo del arte mexicano. Uno de sus grandes e inmediatas figuras antagonistas fue, entonces, David Alfaro Siqueiros, figura esencial del muralismo mexicano. Siqueiros dijo, famosamente, que no existía otro camino artístico más que el del muralismo que él representaba. Y toda la obra de Cuevas se convirtió, a partir de ahí, en una construcción artística para desmentirlo.

“They gave me my first notion…” de Recollections of Childhood (1962)

El enfoque en la vida propia fue una parte esencial de la obra de José Luis Cuevas. Es conocido el hecho de que, desde los años setenta, el artista se tomaba una fotografía y hacía un retrato propio cada día. Conocido tanto como enfant terrible como por su egocentrismo, Cuevas empezó su carrera en Estados Unidos haciendo una serie de dibujos sobre su infancia. Nacido entre lápices y papeles en la fábrica de lápices de su abuelo, la infancia de este pintor marcó una vida creativa. Desde la colonia Roma hasta Los Ángeles, el prestigio del artista creció en la exposición internacional de su propia vida. Aquí, el artista explora y fragmenta sus primeras nociones del cuerpo humano.

“El poeta en el comedor” de Homenaje a Quevedo (1972)

El poeta en el comedor, Litografía, 1972 (Museo José Luis Cuevas)

Gran parte de la vida de José Luis Cuevas giró en torno a la literatura. Amigo de Carlos Fuentes y Octavio Paz, Cuevas era un lector ferviente de Kafka, Ionesco, Sade y, por supuesto, Quevedo. Uno de sus obras icónicas fue su ilustración de un libro sobre Kafka que se convirtió en un artículo de lujo buscado fervorosamente por bibliófilos de todo el mundo. La figura de Quevedo encuentra aquí el eco de un artista fuertemente intrigado por la vida íntima frente a la creación. Porque, claro, los poetas también comen.

Marqués de Sade de Intolerancia (1983)

Marqués de Sade (80 x 120 cm). Grabado (Aguafuerte, Aguatinta, Barniz de Azúcar) (1983)

A José Luis Cuevas le intrigaba la sexualidad humana. Y una de las figuras más emblemáticas del pensamiento sexual en el siglo XVIII fue el Marqués de Sade. Sade escribía como modo de complacer sus fantasías; escribía erotismo rebuscado y violento como trasfondo de delirios filosóficos; dibujaba imágenes tortuosas de acumulaciones sexuales imposibles. Y a Cuevas, entre sus dibujos relacionados con la literatura, le obsesionó Sade. En este momento, su vida no es la misma y esta obra forma parte de su exilio en España, seis años después de dejar México con su familia.

La giganta (1991)

La Giganta (Escultura en Bronce) (1991)

A su regreso a México, Cuevas fundó el Museo José Luis Cuevas que se irguió sobre el abandonado convento de Santa Inés a un costado de la Academia de San Carlos. Era 1992 y dos presidentes consecutivos (Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari) aprobaron su construcción. En medio del patio del museo, Cuevas construyó una enorme estatua de ocho metros de alto y más de ocho toneladas de bronce. La imponente escultura, llamada La Giganta, es una de las muestras icónicas de la obra escultórica de Cuevas. Porque el artista, fuera de la litografía, el dibujo y el grabado, fue un dotado escultor. Inspirada por Baudelaire, otro enfant terrible, La Giganta seguirá vigilando, con su sexualidad multiforme, la entrada del museo y la vida del artista.

Cuando Natura en su inspiración pujante
Concebía cada día hijos monstruosos,
Me hubiera placido vivir cerca de una joven giganta,
Como a los pies de una reina un gato voluptuoso.”