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ARTE Y CULTURA

Los Tesoros del Museo Nacional de Antropología

El sótano del Museo Nacional de Antropología resguarda tesoros casi desconocidos.

Como la colección de 30 mil textiles del México prehispánico y del actual. Se trata de telas elaboradas a mano que proceden de 60 culturas diferentes.

“Tenemos hilos de seda, tenemos hilos de algodón, tenemos hilos de lino, materiales muy delicados, como el ixtle, que tiende generalmente a picarse”, detalló Arturo Gómez, subdirector de Etnografía, Museo Nacional de Antropología.

Conservar estos textiles, elaborados a mano y con telares, es una tarea compleja, ya que son de fibras y colores naturales que tienden a desintegrarse con el paso del tiempo.

“Las fibras más importantes que se maquilaron desde la época prehispánica son el algodón, la fibra de los agaves y una fibra de una urticaria, que llamamos chichicaxtle, que es muy parecido al lino”.

En este lugar se resguarda el huipil atribuido a la Malinche, muy similar al que aparece en diversos códices, junto al conquistador Hernán Cortés.

Por muchos años se pensó el huipil había sido utilizado por la propia Malinche.

Hoy se sabe, que es posterior a la conquista.

“En estudios ya de carbono 14, y estudios de restauración, que se le hizo la pieza, la datación que llega es mediados del siglo XVII, principios del siglo XVIII, sigue siendo una pieza muy importante porque contiene muchos elementos técnicos, del periodo prehispánico, entre ellos, el uso de plumón de pato en hilatura, que es el entorchado de plumas, que vemos aquí”, explicó Arturo Gómez, subdirector de Etnografía del Museo Nacional de Antropología.

El huipil atribuido a la Malinche, sólo se puede exhibir en periodos de 6 meses, por 5 años de descanso, para evitar daños por iluminación y humedad.

Las piezas más delicadas se someten a restauración, para que puedan ser admiradas por las nuevas generaciones.

“Sería un lavado, después un secado, aquí tenemos la tina de lavado, conociendo las pruebas de solubilidad que le hicimos, podemos saber qué medios vamos a utilizar para lavarlo”, dijo Samira Macías, restauradora del acervo etnográfico del Museo Nacional de Antropología.

Las telas se colocan charolas planas y ambiente seco, se clasifican por cultura de origen y material.

Hay que cuidar temperatura y la humedad para conservar las piezas.

Los conquistadores se maravillaron con el colorido de las prendas indígenas.

“Dentro del tributo que establecieron en el periodo colonial, inclupía preciosamente los materiales tintorios, sobre todo, la grana cochinilla que se obtenía del nopal, un parasito, el azul del índigo y el amarillo, de las cuscutas que crecen en los árboles”.

Las telas se utilizaban en rituales, como medio de pago y servían para representar la cosmovisión indigena.

Investigadores del Museo Nacional de Antropología rescataron estos “quechquemes” o capitas.

Son piezas únicas por la forma curva del tejido en telar y proceden de grupos nahuas y otomíes del Golfo de México.

“Por lo tanto, México, tendría dos técnicas exclusivas, que no existen en otro lado: la trama envolvente y el tejido en curva”, detalló Leopoldo Trejo, curador de etnografía del Museo Nacional de Antropología.

La bodega de etnografía cuenta con alrededor de 60 mil objetos.

Incluye cobijas, morrales, huipiles, abanicos y otros objetos, como máscaras y penachos.

Dos mil de las piezas ya han sido catalogadas a través de la fotografía digital.

Con información de Guillermo López Portillo

AGHO