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CRIMEN Y SEGURIDAD

Las Rastreadoras: Madres que buscan a sus hijos desaparecidos

Las Rastreadoras de El Fuerte son un grupo de mujeres sinaloenses que buscan, incansablemente, los restos de sus familiares desaparecidos. Esta es parte de su historia.

Todos los días, Mirna se levanta y saluda a su hijo. Él ya no está, desapareció hace años. Pero saluda su ausencia, la fotografía que colgó en una esquina de la casa, a la altura de la mirada, con ese rostro siempre sonriente. Le prende una veladora y le reza a la virgen para que lo proteja, donde sea que esté.

Junto a otras 34 víctimas indirectas que contactó por redes sociales, Mirna fundó un grupo para buscar desaparecidos ante la inacción del gobierno. Les dicen ‘Las Rastreadoras’ y, desde 2014, salen a rastrear, en los desérticos y peligrosos parajes del norte de Sinaloa, pistas de sus familiares. La esperanza de encontrarlos vivos es mínima, pero queda la necesidad de saber dónde están, de enterrarlos, de no llorarle más a la duda y a la ausencia.

 

 

“Al principio el gobierno fue muy apático,” explica Mirna en el documental Te nombré en el silencio. “El gobierno ni siquiera quería reconocer que había desapariciones. El hecho de que hubiera estas mujeres excavando la tierra no era bueno para ellos. El 5 de diciembre de 2014, encontramos una fosa con 5 cadáveres y yo fui detenida. Me acusaban de saber dónde buscar cuerpos cuando ellos no sabían nada”.

En 2015, se les empezó a nombrar como “Las Rastreadoras”. El nombre se los puso el periodista Javier Valdéz. Dos años más tarde, Valdés también sería asesinado al salir de su semanario, Ríodoce. Le dispararon 12 veces por un artículo sobre “El Mini Lic”, hijo de Dámaso López Núñez.

Mirna empezó su cruzada cuando levantaron a su hijo mientras trabajaba.

“Mi hijo Roberto Corrales Medina desapareció un día lunes 14 de julio del 2014 a las 5:45 de la tarde”, explica. “Él se encontraba trabajando en una gasolinera en El Fuerte cuando llega una camioneta color negro, lo subió, se lo llevó y ya nunca más supimos de él”.

Juan Carlos Cruz / Cuartoscuro

Desde hace 8 años, “Las Rastreadoras” recorren cerros, rancherías y campos de cultivos para encontrar a sus seres queridos, principalmente en los municipios de El Fuerte, Choix, Guasave y Ahome.

Zulema Eréndira Valenzuela, otra participante del grupo, comentó:

“El momento que mi hijo desapareció, el 10 de febrero 2016, yo no me esperé a que las autoridades lo buscaran. Yo busqué por canales, por drenes, le puedo asegurar que no hubo un lugar aquí por Mochis  en donde no buscara. No dejé de buscarlo seis meses. Anduve buscando a mi hijo sin parar”.

Después de seis meses de búsqueda Zulema encontró a su hijo, en la comunidad de Mochicahui, en el municipio de Ahome.

“Reconocerlo y ver la ropa y ver la tristeza ese cuerpo tan frío que ya no te dijo aquí estoy mamá, te amo mamá, él ya no me pudo hablar”, explica, “le doy gracias a Dios por la oportunidad que me dio de encontrarlo. Ahora sé dónde está mi hijo”.

Armadas de palas y picos, Las Rastreadoras empezaron cavando la tierra buscando restos. Les daban pitazos de dónde cavar y buscaban ahí. Luego, fueron afinando sus métodos. Ahora cargan una cruz. Se trata de una varilla en forma de cruz con una ranura en la punta. Clavan la varilla en el piso y, si atraviesa restos, deja un aroma de descomposición en la ranura. Las madres buscan a sus hijos oliendo la tierra, rezando por oler la podredumbre. La imagen es profundamente desconcertante.

Según las autoridades de Sinaloa, en promedio cada mes siete personas son secuestradas, es decir, casi dos por semana. “En cada una de las denuncias está involucrado un policía municipal,” explica Mirna.

En la Casa Refugio Citlaltépetl se presentó el portal “A dónde van los desaparecidos” en 2018. Estuvo presente Mirna Nereida Medina, fundadora de Las Rastreadoras. Moisés Pablo / Cuartoscuro

Después de tres años de búsqueda, Mirna Medina encontró a su hijo. Sólo halló una parte de su cuerpo. En San Blas del Fuerte, como explica en el documental Te nombré en el silencio de Jose María Espinosa de los Monteros, muchos de los asesinados quedan expuestos. Los animales de carroña dispersan las partes de los cuerpos; a veces, hasta en un radio de más de 50 metros.

“Yo vivía en una burbujita”, cuenta Mirna. “Yo vivía bien a gusto. La violencia para nosotros era algo lejano. No nos importaba. Yo no veía las noticias, yo no veía nada. Escuchaba de levantones… y decía ‘pues pobrecitos’. Yo fui parte de esa sociedad a la que no le importaba”.

Ahora, todos los días, Mirna y las madres rastreadoras buscan a sus hijos. La colectiva ya suma a más de 600 familias. Y todas ellas arriesgan su vida para encontrar familiares desaparecidos porque, finalmente, sin ellos, la vida no es vida.

“Cada vez que salgo, me despido de mis cosas, me despido de mi hijo, me despido de mi gata, porque yo no sé si voy a regresar”.

Finalmente, lo que viven Las Rastreadoras del norte de Sinaloa son sólo algunas historias entre tantas más. Actualmente, hay más de 80 mil desaparecidos en todo el país. Y así lo sentencia Mirna: “Es doloroso decirlo, pero es verdad: en México siempre estamos caminando sobre muertos”.

Las rastreadoras en una fosa de Navolato, Sinaloa. Juan Carlos Cruz / Cuartoscuro

Te nombré en el silencio está proyectándose en salas mexicanas desde el 12 de mayo.