Durante las últimas semanas de la contienda electoral en Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha sugerido sin pruebas que se podría fraguar un fraude electoral en su contra. Algunos electores se han preguntado si las elecciones estadounidense han estado manchadas algunas vez por la sospecha y las impugnaciones. Y la respuesta es sí: en cuatro ocasiones ha habido más que mera controversia.
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De las 58 elecciones presidenciales que ha tenido Estados Unidos, cuatro han sido objeto de disputa. En algunas ocasiones estas elecciones divididas han representado serios cuestionamientos a la democracia norteamericana. En otras ocasiones ha demostrado que su sistema era joven y muy perfectible.
Las primeras elecciones impugnadas en Estados Unidos ocurrieron en 1800, cuando Thomas Jefferson enfrentó en las urnas a Aaron Burr. Cada uno recibió 73 votos del Colegio Electoral. Para obtener un desempate, tuvieron que acudir a la Cámara de Representantes para que ellos votaran por el desempate. Se trataba de dividir el voto de los 16 estados que había por entonces entre los dos candidatos.
El problema fue que, de nuevo, se registró un empate entre Jefferson y Burr. En total, la Cámara de Representantes votó en 36 ocasiones a lo largo de una semana. Y todas fueron empates, cada candidato con ocho votos. Solo en la última votación Jefferson salió victoriosos con 10 votos.
La segunda elección dividida ocurrió en 1824, cuando Andrew Jackson se llevó el voto popular y la mayoría de los votos del Colegio Electoral, pero no consiguió los 131 votos colegiados que la ley exigía por entonces.
Qué tan grande debió haber sido su frustración cuando la Cámara de Representantes tuvo que intervenir. El voto de la Cámara eligió a John Quincy Adams de entre los cuatro candidatos que se postularon en aquella ocasión.
Sin embargo, es muy probable que las elecciones más disputadas en la historia de los Estados Unidos hayan sido las de 1876.
En aquella ocasión se enfrentaron en las urnas el republicano Rutherford Hayes y el demócrata Samuel Tilden. Según lo narra Reuters, los demócratas se propusieron alejar a la población negra de las urnas.
Algunas artimañas empleadas por los demócratas en estados clave como Florida y Louisiana incluso pasaron por el engaño, haciendo creer a los votantes analfabetas que estaban votando por el candidato republicano, cuando en realidad estaban dando su voto al demócrata.
El resultado fue desastroso en los estados conflictivos y el método de entrega de votos propició que hubiera dos resultados posibles, uno que favorecía a Hayes y otro que hacía ganador a Tilden.
Para dirimir la trifulca fue necesario crear una comisión especial formada por 15 integrantes; cinco de la Cámara, cinco del Senado y cinco más de la Suprema Corte. Hayes ganó las elecciones 8 a 7, pero esa elección tuvo consecuencias más profundas.
Entre los acuerdos a los que llegaron demócratas y republicanos para resolver el conflicto postelectoral, se acordó legalizar la segregación racial y la discriminación. Esas leyes serían vigentes hasta mediados del siglo XX y sus efectos son visibles hasta el día de hoy.
Pero las elecciones reñidas que muchos recuerdan fueron las elecciones del 2000 en que se enfrentaron George Bush y Al Gore. En aquella ocasión el estado más disputado fue Florida, que por aquel entonces estaba gobernado por el hermano de George Bush, Jeb.
La mayoría de los medios de comunicación llegaron a dar como ganador a Al Gore en el decisivo estado de Florida, pero a medida que pasaban las horas la diferencia en los votos se inclinó a favor de George Bush, quien se llevaba 25 votos colegiados.
Hubo recuentos en urnas selectas y hubo otras rechazadas; también se denunció en su momento que se le negó el voto a cientos de votantes afroamericanos. Oficialmente, George Bush ganó el estado de Florida, y con él las elecciones, por 537 votos en las urnas.
Con información de Reuters