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ARTE Y CULTURA

La musa sangrienta del cineasta Adrián García Bogliano

Adrián García Bogliano está próximo a terminar su más reciente película: Black Circle, la número 12 en su carrera de director; una cifra notable para un cineasta de apenas 37 años. Fue rodada en Suecia, con equipo local y hablada en sueco.

Ha filmado en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos, y su nombre es una referencia entre los seguidores del cine de terror.

Black Circle es una historia de terror sobrenatural y estará lista el año próximo para participar en festivales; también podrá ser vista en México, donde Adrián García Bogliano lleva 7 años radicando.

Este año presentamos un avance en Cannes y le fue muy bien”.

Escena de la película Black Circle (Especial)

En su trato, Adrián demuestra buenas formas y una educación muy alejada de lo que podríamos pensar de alguien que se dedica a retratar aspectos nada agradables de la naturaleza humana:

Los que hacemos cine de terror tenemos la mala fama de ser gente morbosa, pero somos todo lo contrario, súper tranquilos. Muchos de mis amigos que se dedican a esto son gente muy buena y entrañable.”

Desde pequeño estuvo relacionado con el cine. Sus padres cursaron esta carrera en la Universidad de La Plata, Argentina, la misma donde Adrián se inscribiría a los 18 años, pero que desde adolescente acudía de manera informal a escuchar clases.

A finales de los 70 sus padres se mudaron de Argentina debido a la dictadura (tema que inspiró su película Sudor frío, 2010), y vivieron durante unos años en España, donde nació Adrián, tuvo sus primeros años de escuela, y lo principal: descubrió su pasión por el cine de terror.

En España se vivía un momento de mucha libertad en los 80 y pude ver gran variedad de películas en los cines. A los 7 años mi familia tuvo su primera videograbadora y pude rentar una gran cantidad de películas, entre ellas de terror ‘slasher’, en boga durante esa época.”

Cuando su padre le habló de filmes como The Texas Chainsaw Massacre, Adrián se lo tomó en serio y a los 13 años comenzó con su hermano una pequeña revista, para hablar con libertad de sus películas favoritas.

Sobretodo soy un fan del cine de terror. Mis películas pueden gustar o no, pero son auténticas, porque yo creo en esto.”

Escena de la película Penumbra (Especial)

Adrián lo tiene claro: quiere especializarse y hacer el mejor cine posible de este género, profundizar. Hacer un cine de terror de calidad.

Cuando escribe sus guiones le interesa indagar en las motivaciones de los personajes, pero con una regla: jamás juzgarlos, por más repulsivos que parezcan. Su objetivo es mantenerse alejado de los “malos de caricatura”.

Este acercamiento psicológico lo resume en una frase del actor Lee Marvin, quien comentaba sobre los personajes que normalmente le tocaba interpretar: “No se trata de un tipo malo, sino de alguien que tiene que llegar al final del día con la realidad que le ha tocado vivir”.

Escena del filme Scherzo Diabólico (Especial)

En el aspecto visual tampoco se impone límites. No comparte la idea de que en el cine de terror es mejor “no mostrar tanto”, por eso sus películas regularmente son bastante explícitas. Rechaza el canon de que “menos es más”.

Esa idea está fundada básicamente en dos películas: ‘Tiburón’ y ‘Alien’. Y parece que nadie se percata que en ambas esta decisión fue accidental, debido a que tuvieron problemas con los muñecos.”

En mi película Late Phases (EU, 2011, disponible en Netflix) enseñé al monstruo a los 10 minutos, de esta forma el espectador sabía a lo que el protagonista se iba a enfrentar más adelante en la historia.”

Sobre el antiguo debate si los medios de comunicación nos pueden volver insensibles a la violencia, reconoce que su exhibición constante en la pantalla se puede volver un ruido de fondo, pero descarta que este bombardeo nos acostumbre a la violencia real.

Nada te prepara cuando algo violento te pasa en la vida real (…). Yo puedo disfrutar mucho de una película súper sangrienta, pero sé que es una película. Pero la violencia real, la sangre real, no me gusta.”

Además subraya la posibilidad de una función catártica en el cine de terror, donde contar historias sirve para encontrar sentido al “sinsentido de la vida”. “El terror bien hecho confronta, te hace peguntarte cosas, te incomoda”.

Psicosis, por ejemplo, es una película que retrata una buena cantidad de miedos de la sociedad de Estados Unidos de su momento, cosas ocultas bajo la superficie y podredumbre, además de relaciones familiares malsanas.”

El problema surge cuando solamente se copian y trasladan películas exitosas de otros países, sin entender que la idea original se inscribe dentro de un entorno social que las hacen auténticas.

Conseguir algo representativo de nuestra sociedad, sin caer en escapismos, sólo se logra mirando la realidad sobre la que estamos parados y tratar de reflejar los temores del momento.”

Tengo amigos que todavía intentan hacer The Texas Chain Massacre en Argentina, y eso no funciona, porque no se considera que esta película responde a un momento histórico de EU, no funciona sin el contexto social determinado.”

Escena de la película Ahí va el diablo (Especial)

México en la sangre o la sangre en México

Sin la intención de hacer un cine “social”, en 2012 viajó a Tijuana para integrar en su filmografía el particular universo de la frontera. El resultado fue Ahí va el diablo, una película que toca temas de sexualidad, la tensa relación entre México y Estados Unidos, y la vida cotidiana bajo la sombra del narcotráfico, sin que éste sea el centro sobre el cual gire su historia.

Lo que más me gustó de filmar en ese entorno fue no caer en clichés (…). Yo te cuento una historia de dos niños que se pierden en esa ciudad y en tu imaginación lo unes con lo que sabes de la violencia que se vive en la frontera; comprendes que es el peor lugar del mundo donde se pueden perder unos niños.”

Hubo un terremoto y seguimos adelante

Adrián reconoce que se siente como ‘pez en el agua’ viviendo en la Ciudad de México, donde en las calles, en el Metro, a diario se vive al límite de la presión y pareciera que una mano invisible mantiene el balance de un “caos funcional”.

Con este caos en la ciudad, lo sorpresivo es que no nos estemos matando todos.”

Y más allá de la violencia que se puede ver con tan sólo abrir la ventana, no deja de sorprenderle el gran poder de readaptación de la CDMX ante las adversidades que ha enfrentado en días recientes: “Hubo un terremoto y seguimos adelante. Es mágico.”

Por Luis Felipe Medina