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CONFLICTOS ARMADOS

40 mujeres reciben condenas de muerte en Irak por pertenecer al Estado Islámico

Después de cuatro años de una guerra civil que diezmó en mayor medida al territorio norte de Irak, el ejército de este país por fin pudo derrotar al grueso de las fuerzas del Estado Islámico (ISIS/ISIL, por sus siglas en inglés). En las últimas semanas, las autoridades se han dedicado a procesar a decenas de miles de prisioneros de guerra.

La gran mayoría de detenidos recibe la pena capital o la cadena perpetua. Al mismo tiempo, los ciudadanos iraquíes buscan cerrar esta herida lo más pronto posible para enfocarse -de nuevo- en la reconstrucción de su país.

Según reporta The Guardian, se estima que más de 40 mil extranjeros viajaron a Iraq y Siria para unirse al Estado Islámico, seducidos por su misión utópica de fundar un califato en el Medio Oriente.

Aunque la mayor parte de los yihadistas eran de Turquía y de otros países del centro de Asia, cerca de 1,900 personas eran ciudadanos franceses y 800 eran británicos. Por supuesto, entre las filas del E.I. también había mujeres; algunas fueron obligadas por sus maridos o familiares, mientras que otras se integraron por su propia voluntad para someterse a los principios de la sharia.

En la actualidad, las autoridades iraquíes cuentan con cerca de mil mujeres entre sus prisioneros, acusadas de ser súbditas del Estado Islámico. Hasta esta semana, más de 40 han sido sentenciadas a muerte; docenas de mujeres más han sido condenadas a pasar el resto de sus vidas en prisión. Los juicios no duran más de 10 minutos cada uno, y aunque las detenidas tienen el derecho a un abogado y a la representación de un oficial de su país de origen, en la práctica las detenidas nunca ven a su defensor.

The Guardian relata el caso de Djamila Boutoutao, una ciudadana francesa de 29 años que se presentó a su audiencia con una niña de 2 años en sus brazos. En los 10 minutos que le permiten para pedir clemencia, Boutoutao dijo que fue engañada por su marido, un supuesto rapero que resultó ser un yihadi que la golpeó y la encerró en una cueva con sus hijos cuando se negó a viajar a Iraq. El esposo murió en combate en 2016, al igual que su hijo, al año siguiente en Mosul.

La mujer dijo que estaba perdiendo la cordura y que nadie le ofrecía información, ni las autoridades locales ni los oficiales de la embajada. Y lo que es peor, no se le había permitido contactar a sus padres en Francia. Boutoutao no pudo conseguir su libertad, pero su declaración fue lo suficientemente convincente para salvarse de la soga. La mujer fue condenada a cadena perpetua.

Aunque el gobierno y el pueblo iraquí carecen de simpatía por las llamadas “esposas del E.I.”, la situación de los menores es distinta. Entre las mujeres detenidas hay alrededor de 820 niños, y eso sin contar las que están embarazadas. Aunque los países europeos han mantenido una postura hostil con respecto a sus ciudadanos que se integraron a una organización terrorista, algunas naciones se han mostrado más flexibles en materia de repatriación de niños.