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POLíTICA

Hillary y Trump: fortalezas y debilidades tras convenciones

La carrera electoral por la presidencia de los Estados Unidos se dirige a su recta final. Las primarias terminaron y los candidatos de los dos partidos contendientes han sido elegidos. Sin embargo, todavía faltan cuatro meses para que el pueblo estadounidense elija al sucesor de Barack Obama. Y esta elección se ha caracterizado por la indecisión de los votantes. Como consecuencia, la preferencia a favor de Donald Trump y de Hillary Clinton ha sufrido numerosos reveses desde que se postularon como posibles candidatos. Además, ésta es la primera vez en décadas que los dos candidatos son tan impopulares.

¿Qué nos espera, entonces, después de la elección de los candidatos? ¿Hacia qué tendencia terminará inclinándose el pueblo estadounidense? ¿Podemos prever ya los factores que definirán la elección?

La indecisión de los votantes

El 28 de julio, Hillary Clinton ganó la candidatura demócrata haciendo historia: fue la primera mujer en ser contendiente a la presidencia por un partido mayor en Estados Unidos. El candidato opositor, Donald Trump, fue elegido diez días antes, el 19 de julio, en las primarias republicanas. Y, como bien se sabe, las posturas extremas del candidato le han ganado un lugar único en la controversia electoral.

Así, como consecuencia de las circunstancias únicas de esta elección, las encuestas de preferencia entre los votantes han oscilado considerablemente en el último año. Según diferentes resultados, en mayo del 2015, Clinton se colocó arriba por 18% y, el pasado julio, llegó a perder por un margen de 7% contra Donald Trump.

Estas oscilaciones dependen, claro, de los sesgos políticos de cada casa encuestadora. Pero también muestran, como señaló Nate Silver para The Guardian, que estas elecciones se encuentran, todavía, muy divididas: “los saltos en las encuestas parecen ser mucho más grandes en los años en donde hay más indecisos y votantes de terceros partidos”. Es por eso que parece relevante, hoy más que nunca, observar cómo se desarrollarán las encuestas después de las elecciones internas.

Después de las convenciones

Las dos convenciones significaron, como lo han hecho históricamente, un repunte en la popularidad de ambos candidatos. El 27 de julio pasado, después de la convención republicana que tuvo lugar en Cleveland, los números de Trump repuntaron considerablemente. Todas las encuestas oscilaban entre un empate y una diferencia de 7% a favor del candidato republicano. Pero esta tendencia se vio rápidamente revertida por el auge de los números de Clinton después de la convención demócrata en Pensilvania. Ahora, una semana después del final de las convenciones, los números de preferencia hablan de una ventaja que va desde el 2% al 10% a favor de la ex-senadora demócrata.

Estos números, sin duda, seguirán fluctuando en los meses que quedan antes de las elecciones. Porque también es evidente que una multiplicidad de factores influenciarán en las tendencias. Por un lado, los candidatos que abandonaron la pelea en el camino deberán mostrar su apoyo o su rechazo a las figuras presidenciables. Así, mientras Bernie Sanders refrendó su lealtad a Clinton contra su contrincante republicano, el partido de Trump parece distanciarse cada vez más del polémico candidato que eligieron para representarlos en noviembre.

También será importante el impacto de la figura del presidente Obama en los números de su compañera de partido. En las últimas encuestas, Obama tuvo un 54% de aprobación entre los estadounidenses. Esta cifra es comparable a las de presidentes tan populares como Ronald Reagan o Bill Clinton. La importancia de esta tasa de aprobación es notoria si se considera que, históricamente, un presidente en funciones ha afectado adversamente las posibilidades de un candidato presidencial de su mismo partido si la popularidad del mandatario es menor al 45%.

Además, es indudable la presencia política de Obama en sus declaraciones contra Trump. En varias ocasiones, el mandatario estadounidense ha criticado la capacidad de Trump para guiar la política externa del país. Como respuesta, Trump ha atacado a Obama por la falta de resolución, durante su mandato, del conflicto en Siria que llevó, indirectamente, a la formación del Estado Islámico.

Pero las críticas de Trump no siempre han pegado en el blanco. En particular, fue notoria la desaprobación pública del candidato cuando criticó, recientemente, a los padres musulmanes de un soldado norteamericano fallecido durante un atentado en Irak. Para defenderse de los ataques que causaron sus polémicas declaraciones, Trump culpó a Clinton por votar a favor de la guerra de Irak y señaló, nuevamente, la falta de contundencia de la administración de Obama para mitigar la presencia fundamentalista en la región. Y el mandatario estadounidense también ha respondido a las críticas de Trump sobre la legalidad y transparencia de las elecciones mientras continua señalando su compromiso por erradicar al Estado Islámico.

Todas estas polémicas se reflejan también en las propuestas de los candidatos. Mientras que las declaraciones de Trump sobre el cierre de la frontera sur del país con un muro han sido recibidas con evidente desaprobación por parte de los votantes hispanos, Clinton ha buscado afianzar el voto latino con la promesa de una nueva reforma migratoria.

También, para revertir la ventaja de Clinton en las encuestas, Trump reveló un nuevo plan económico para crear empleos, regresar a Estados Unidos a la competencia a nivel global, invertir en infraestructura y volver más exigentes las leyes de propiedad intelectual. El plan de Trump planteó además, consecuentemente, el aislamiento económico de Estados Unidos: el candidato republicano mostró su intención de abandonar los tratados que no favorecen a su país y las ayudas económicas a otras naciones.

La impopularidad histórica

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los candidatos, de las propuestas presentadas y de las fluctuaciones en los porcentajes de popularidad a favor de Clinton, la tasa de desaprobación de los dos candidatos es notablemente alta. Superando, por mucho, las tasas de desaprobación de Bush en 2004 -que alcanzaron el 32.5%-, Hillary Clinton se mantiene en un 37% frente al impresionante 53% del candidato republicano, Donald Trump.

Esto quiere decir que, a pesar de las tendencias electorales, los dos candidatos son históricamente impopulares entre los estadounidenses.Y estas cifras son aún más sorprendentes si se le compara al 3% de Dukakis en el 88 o al 12.5% de Clinton en el 92.

De esta manera, es difícil predecir hacia donde se dirigirán las preferencias electorales el próximo 8 de noviembre. La indecisión de los votantes, las constantes fluctuaciones en las encuestas de preferencia de voto, la intervención de factores políticos externos, la volatilidad del carácter de Trump, el apoyo de los partidos hacia sus candidatos y la extrema impopularidad de los dos contendientes nos muestran que esta carrera está lejos de llegar, todavía, a su recta final.