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CLIMA Y FENóMENOS NATURALES

¿Comemos una tumba de avispas cuando disfrutamos un higo?

Dentro de los higos, en su proceso de maduración, fallecen avispas dentro de ellos.

Una de las frases más comunes, pero siempre ciertas, es que “la naturaleza es fascinante”. Esta siempre maravilla y no deja de sorprender mientras más se descubre sobre ella. Un ejemplo de lo anterior es la relación que tienen las avispas con los higos, este fruto tan conocido y disfrutado por las personas, ¿pero cómo es posible esa comunión? La explicación es fascinante y acá te la dejamos.

¿Qué pensarías si te dijeran que, cada vez que consumes un higo, también estás ingiriendo avispas muertas? Esa es una de las visiones que se le ha dado a este proceso de la naturaleza, pero en realidad no es así, aunque en el proceso de maduración del fruto las avispas son parte fundamental, pues ayudan a la maduración del mismo.

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Cuando los higos aún están verdes (inmaduros), estos reciben miles de avispas embarazadas milimétricas de la familia agaonidae -conocida como avispas de los higos-, mismas que se introducen por la parte inferior para poder tener sus hijos y polinizar las flores femeninas maduras (donde se forman en frutos y semillas). Durante este proceso, los milimétricos insectos pierden sus alas y antenas, para después fallecer tras dejar sus huevos, los cuales son protegidos por las agallas que producen las flores dentro del fruto.

Tras su proceso de maduración, los huevecillos se convierten en avispas. Los machos copulan con las hembras y posteriormente cavan túneles para que ellas escapen y puedan buscar higos inmaduros para repetir el ciclo. Por su parte, las avispas macho, tras reproducirse y excavar, fallecen dentro del higo, lo cual podría hacer pensar que nos comemos higos con avispas muertas, pero en realidad no es así.

“No tiene nada que ver, se trata de una simbiosis que beneficia a ambas especies“, así respondió Mariano Sánchez, miembro del Real Jardín Botánico de Madrid sobre si se consumen avispas. Lo que en realidad sucede es que los cuerpos se descomponen dentro del fruto y se convierten en proteínas, gracias a la enzima ficina.

Así que ya saben, la naturaleza siempre sorprende.

Vía: INECOL y Zócalo