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ARTE Y CULTURA

¿Es la sexualidad algo fijo o cambia?

Una de las grandes dudas sobre la sexualidad es si uno nace heterosexual u homosexual o si uno decide ser alguna de ambas. Cualquiera que fuera la respuesta decidirá el futuro de un sinnúmero de políticas públicas y prácticas sociales. El problema es complejo y decir definitivamente sí o no no es tan fácil. Quien nos ayudó a saber lo compleja que es la sexualidad humana fue un hombre llamado Alfred Kinsey.

Kinsey fue uno de los pioneros de la investigación científica sobre la sexualidad humana en los Estados Unidos. Sus estudios sobre el comportamiento sexual de los hombres y las mujeres hicieron un gran escándalo y cambiaron para siempre nuestra concepción de la sexualidad y de lo que consideramos como “normal”.

Sexualidad cambia

¿Qué tan comunes son los comportamientos homosexuales en hombres y mujeres?

A pesar de que su obra El comportamiento sexual en el hombre (1948) tiene muchos problemas de índole legal, metodológico y técnico, sus resultados han servido para otros estudios mejor hechos en otros momentos y en otros países.

Los resultados de los estudios de Kinsey (que fueron el fruto de 5 mil 300 entrevistas personales a hombres blancos) son:

  • 37 % de los hombres entrevistados experimentaron un orgasmo homosexual a partir de su adolescencia.
  • 13% de los varones sintieron deseos homosexuales sin que por eso se produjera un contacto físico.
  • 25 % de los encuestados tuvieron experiencias homosexuales no incidentales entre las edades de 16 a 55 años.
  • 18 % mantuvieron un igual número de relaciones heterosexuales como de homosexuales duranto un período mínimo de 3 años entre los 16 y 55 años.
  • 10% tuvo una conducta estrictamente homosexual durante 3 años como mínimo entre esas edades.
  • Sólo un 4% manifestó una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida.
  • La homosexualidad existía en todos los niveles sociales y ocupacionales.

En 1953 realizó su estudio sobre el Comportamiento sexual en la mujer. Realizó 5 mil 490 entrevistas a mujeres de raza blanca y sus resultados fueron:

  • 13% de las mujeres habían experimentado algún orgasmo homosexual a partir de su adolescencia
  • Sólo 3% de las mujeres fueron predominantemente homosexuales durante un periodo de 3 años como mínimo.
  • Las mujeres, a diferencia de los hombres, no solían ser promiscuas y tenían relaciones homosexuales con 1 o 2 compañeras en el 71% de los casos.

Uno de los grandes críticos de Kinsey fue Judith Reisman quien atacó los informes diciendo que los resultados ocultaban hechos de abuso.

A pesar de las críticas, Kinsey confeccionó la Escala de Kinsey sobre heterosexualidad-homosexualidad donde el grado 0 representaba un comportamiento exclusivamente heterosexual y el 6 un comportamiento exclusivamente homosexual. Según su escala, la mayoría de las personas no son exclusivamente heterosexuales u homosexuales sino que están en el grado 1 y 2.

Aquí se puede ver a Alfred Kinsey y el staff del equipo de investigadores del Instituto de Investigación Sexual. (Wikimedia Commons).

La escala resultó muy novedosa porque era de los primeros ejercicios que no consideraban a los humanos como monosexuales (o eres homosexual o eres heterosexual) sino que abría un abanico de comportamientos intermedios (puedes tener comportamientos homoeróticos o heteroeróticos).

Después de haber publicado los grados 0 a 6 se agregó uno más denominado X que consideraba los comportamientos asexuales.

Al respecto Kinsey dijo en su informe sobre el comportamiento de los hombres:

El varón no es quien representa estas dos poblaciones distintas, heterosexual u homosexual. El mundo no puede ser dividido entre cabras y ovejas […] El mundo vivo es continuo en cada uno de sus aspectos.

A un individuo le puede ser asignada una posición en esta escala para cada periodo en su vida.

Esta última parte es interesante, ya que Kinsey hablaba de un desarrollo de los comportamientos sexuales en los individuos. Esto implicaba que los individuos no siempre tenían un tipo exclusivo de comportamiento durante sus vidas sino que estos comportamientos variaban y se matizaban en grados distintos.

La escala se componía de estos elementos:

  • 0: exclusivamente heterosexual
  • 1: Principalmente heterosexual, con contactos homosexuales esporádicos
  • 2: Predominantemente heterosexual, aunque con contactos homosexuales más que esporádicos
  • 3: Bisexual
  • 4: Predominantemente homosexual aunque con contactos heterosexuales más que esporádicos.
  • 5: Principalmente homosexual, con contactos heterosexuales esporádicos.
  • 6: Exclusivamente homosexual
  • X: Asexual, el individuo no presenta atracció sexual.

Apenas en 2015 ,una encuesta llamada YouGov UK utilizó esta escala para que la gente se autodefiniera. El resultado fue que el 23 % de los británicos se identifican en un lugar entre el 1 y el 6 (es decir no son ni exclusivamente heterosexuales ni exclusivamente homosexuales). Cuando los resultados se vieron por edad todo se volvió más interesante: la mitad de los jóvenes de 18 a 24 años se identificaron entre el 1 y el 6: 22% en el 1, 13% en el 2, 3% en el 3, 4% en el 4 y 1% en el 5.

La gran polémica de Kinsey (quien, por cierto, era heterosexual) fue que mostró que los comportamientos homosexuales no son tan minoritarios como se creía pues la mitad de los varones en sus estudios habían confesado haber tenido, al menos, una experiencia homosexual (a nivel físico o de fantasía), incluso que era frecuente haber tenido más de uno o incluso que el 4% habían tenido una vida exclusivamente homosexual. El estudio mostró que la homosexualidad no era necesariamente algo patológico o una enfermedad (en ese tiempo todavía se creía que lo era).

La sexualidad humana siempre ha sido muy compleja. (Wikimedia Commons)

Una de las grandes críticas a Kinsey es que el muestreo que hizo no era el ideal ya que las poblaciones que entrevistó tenían dos problemas: por un lado algunos estaban en un ambiente con una alta tendencia a la homosexualidad y por el otro, podían presentar el fenómeno denominado “parcialidad del voluntario” o el “problema de autoselección” pues o podían ser parciales (la mayoría de la sociedad estadounidense en esa época no hablaba de su sexualidad ni siquiera con su pareja o amigos) o podían considerarse a sí mismos como candidatos para la muestra por su misma identificación con los temas tabú.

Es por eso que muchos científicos posteriormente decidieron obtener sus propios resultados. Edward Lauman de la Universidad de Chicago publicó en 1994 que menos del 5% de los hombres dijo (en sus entrevistas) que habían tenido alguna experiencia sexual con otros hombres después de haber cumplido 18 años (Kinsey arrojó un 10 %). En el estudio de Lauman también se mostró que el 25% de los hombres y cerca del 15 % de las mujeres habían cometido adulterio.

Los números de Lauman eran mucho más conservadores que los de Kinsey, pero esto no dejaba de poner un tema en la mesa: era relativamente común que las personas tuvieran un comportamiento en alguna medida homosexual a pesar de no ser exclusivamente homosexuales, lo que ampliaba el abanico de la sexualidad humana. Por otro lado, Lauman mostró que la sociedad de su época era menos propensa al acto sexual pues el 80% de sus entrevistados no habían tenido ni uno o sólo un compañero sexual en el último año. Aunque lo más escandaloso es que encontró que 17% de las mujeres estadounidenses entrevistadas habían sido sexualmente abusadas en la infancia.

Independientemente de la fiabilidad de los datos, Kinsey fue revolucionario por dos cosas: mostró que la sexualidad no podía estudiarse solamente pensando en si se es heterosexual u homosexual. Los estudios posteriores incluso toman en cuenta las muestras por edad y periodos en el tiempo, indicando así que la sexualidad es algo que muta y se transforma a pesar de que ciertos comportamientos sean predominantes a lo largo de la vida. Por otro lado, Kinsey habló de sexo en las décadas de los 40 y 50, una época muy conservadora, lo que hizo que su trabajo fuera revolucionario en el sentido de ser de los primeros en Estados Unidos en poner el tema del sexo sobre la mesa de estudio.

Safo y Erinna en un Jardín en Mitilene .1864 Simeon Solomon 1840-1905 (Wikimedia Commons)

También está el tema de la genética. En la década de los 90, científicos descubrieron que ser homosexual así como ser flaco o alto era parcialmente heredable en hombres y mujeres. Esto no significa que exista algo como un “gen gay” pero sí significa que la homosexualidad podría tener una causa genética lo que hace aún más complejas las consideraciones acerca del sexo. No es tan fácil decir que uno nace o que uno se hace heterosexual u homosexual. De hecho, la sexualidad es más rica de lo que creíamos y los distintos comportamientos tienen causas multifactoriales.

¿Y los mexicanos?

En su encuesta sobre fantasías sexuales en los mexicanos, la Asociación Mexicana para la Salud Sexual reportó en 2015 que el 42% de las mujeres encuestadas habían tenido alguna vez fantasías de participar en una orgía, el 19 % varias veces y casi el 2 % frecuentemente; en contraposición el 31% de los hombres había tenido esa fantasía alguna vez, el 26 % varias veces y el 12 % frecuentemente.

En el caso de tener sexo con alguien del mismo sexo, el 30 % de las mujeres alguna vez ha tenido esa fantasía, el 20% varias veces lo ha pensado y el 7 % frecuentemente; por otro lado, casi el 13 % de los hombres mexicanos encuestados han tenido alguna vez una fantasía sexual con otro hombre, casi el 6% varias veces y un poco más del 18% tendrían esta fantasía recurrentemente.

Esto quiere decir que poco más de la mitad de las mujeres habrían tenido esta fantasía por lo menos una vez y casi el 34 % de los hombres la habrían tenido.

Por otro lado, el 68 % de las mujeres habrían tenido por lo menos una vez la fantasía de tener sexo con dos personas y 81 % de los hombres habrían tenido la misma fantasía por lo menos una vez.