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ARTE Y CULTURA

¿Decir “mande” es un gesto de sumisión o de cortesía?

Si crecieron en América Latina, varios de ustedes recordarán que de niños algún adulto les dijo “No se dice ‘qué‘, se dice ‘mande‘”. En la variante del español que se habla en nuestra región decir “mande” para responder a un llamado es considerado un gesto de cortesía. Sin embargo, muchos opinan que esa respuesta expresa sumisión y no sólo amabilidad. ¿Qué argumentos hay para defender o despreciar ese uso?

Una de las mejores lingüísticas de México, llamada Concepción Company, explicó en el marco del Hay Festival Querétaro que decir “mande” no implica sumisión, pues se usa generalmente entre iguales.

En opinión del dr. José G. Moreno de Alba, el español americano ha sido considerado por mucho tiempo como una variante del idioma más suave y gentil que la peninsular. El especialista enumera algunas razones por las que existe esta opinión:

  1. La entonación menos áspera, el tono más agudo y el ritmo más lento al hablar.
  2. El uso de los diminutivos en palabras como “adiosito, coñaquito, quedito, apenitas, Diosito…”
  3. Expresiones del tipo “mande” y “a sus órdenes“, muy comunes en el español de México, incluso entre personas que comparten estatus social, económico o edad.

Algún tiempo se pensó que la expresión tenía un origen colonial y había surgido como una forma de reafirmar la superioridad administrativa de los españoles sobre los nativos. Sin embargo, tras una búsqueda realizada en documentos de los siglos XVI-XIX, la dra. Company asegura que:

Los corpus históricos no permiten decir que esto sea un acto de sumisión colonial. Es un acto de respeto, es un acto de habla directivo, eso sí, es respetuoso; pero la documentación directa de este ‘mande’ en la colonia no existe”, señaló Company ante la BBC.

En conclusión, decir “mande” es sólo una forma que tenemos los mexicanos de expresar amabilidad. Aunque se trate literalmente de una forma del verbo mandar (‘manifestar la voluntad de que se haga algo’), no quiere decir expresamente eso.

Es muy común que en las lenguas haya formas que han perdido su significado literal para dar lugar a un significado menos concreto. Por ejemplo, la expresión “Hasta luego“es una expresión usada para despedirse que no necesariamente implica que, en efecto, veremos más tarde a nuestro interlocutor.