Lo menos que quiere ver una persona por su ventana al inicio de la primavera es una lluvia de arañas, pero ese es el macabro pronóstico para los habitantes de la costa este de Estados Unidos.
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Originaria de Asia oriental, la araña Joro (Trichonephila clavata) fue detectada en Estados Unidos por primera vez en Georgia hace unos diez años, y desde entonces, esta especie invasiva ha expandido su nuevo hogar a lo largo del sureste del país.
Estas arañas se caracterizan por sus sedas parecidas a paracaídas y su hábito de adherirse a los automóviles. También cabe destacar que son bastante grandes, prácticamente del tamaño de una palma de mano (3 pulgadas de punta a punta).
“Pueden sobrevivir mejor al frío”, dijo Andrew Davis, científico investigador de la Universidad de Georgia. “Tienen un metabolismo más alto, tienen una frecuencia cardíaca más alta. Entonces, reunimos todo eso y pensamos que esta especie probablemente podrá existir fuera del sureste de los Estados Unidos.”
Ante la posibilidad de que esta especie siga abarcando más territorio, a tal grado de cubrir toda la costa este, ¿es justificable la alarma entre la población?
“Resulta que esta especie es realmente muy, muy tímida, más tímida que la mayoría de nuestras especies de arañas nativas”, dijo Davis. “Y así, incluso si una persona se ve frente a una de sus redes, es probable que la araña simplemente se escapará”.
Especialistas indican que sus colmillos son tan cortos que ni siquiera pueden romper la piel.
¿Cómo llegaron las arañas joro a Estados Unidos? “Una economía global se está traduciendo en una biota global”, dijo el entomólogo Michael Raupp a TODAY.
“Entonces, un barco sale de puertos extranjeros, traen contenedores a este país y esos contenedores pueden tener objetos adentro que albergan o brindan refugio a especies invasoras. Eso significa que vamos a tener un flujo constante de nuevas especies llegando a nuestra costa”.
