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FAMILIA

¿El anillo de compromiso objetiviza a la mujer?

Para muchas parejas, el anillo de compromiso es un importante símbolo, pues funge como el rito que inicia el camino hacia el matrimonio y un ideal para la construcción de la familia en la cosmovisión cristiana y católica e impulsada por un fuerte arraigo en el imaginario occidental actual. 

Sin embargo, la actriz y periodista colombiana Matilde Suescún invita a reflexionar sobre este rito en perspectiva; y considera que el anillo de compromiso es, más bien, un símbolo de pertenencia a otra persona, por lo cual nunca tuvo ni quiso uno.

En una columna escrita en el blog “Sin pelos en la lengua” del periódico El Tiempo el pasado 2 de abril , Suescún argumenta que el anillo de compromiso es una forma de otorgar derecho de propiedad sobre la mujer.

Matilde Suescún nació en Colombia y actualmente vive en Estados Unidos con su segundo esposo (BBC Mundo)

 

Además, dice, el anillo es una forma de mostrar el nivel socioeconómico del hombre que lo otorga, simbolizando mayor poder mientras mayor sea el costo de la joya.

“Cuanto más grande el diamante, mayor se le da a la mujer que lo lleva. Eso me parece grave, porque significa objetivizar a la mujer, darle un valor en pesos”, dice Suescún.

Aunque Suescún tiene una posición férrea en contra del anillo de compromiso por tratarse de un ritual costoso, ella admite que la argolla de matrimonio es un símbolo más equitativo. Tanto la mujer como el hombre se la colocan, además de no ser tan ostentosa ni suele ser símbolo de dinero y poder.

Suescún también aborda la pedida de mano de una mujer, en la cual considera que la mujer espera pasivamente a que el hombre le sorprenda y le pida ser su mujer, en lugar de adquirir el poder de decidir o proponer.

“Estamos hablando de una de las decisiones más importantes de la vida. Pero la tradición nos obliga a esperar pasivamente a que el hombre decida por nosotras”, dice en su columna la actriz y periodista.

En una entrevista para BBC Mundo, la escritora aclara que la idea romántica de pedir la mano de una mujer puede tener un doble sentido, pues coloca a la mujer en un rol pasivo y una situación de inferioridad.

En numerosas ocasiones para este ritual, la mujer está en un lugar público, con alto influjo de personas como un restaurante o un estadio de fútbol y entonces se ve obligada a decir que sí.

“Recuerdo un concierto en Miami en el que hubo una pedida de mano sobre el escenario.”, comenta Suescún. “Ella no pudo negarse”.

De acuerdo con Suescún, casarse no es sólo una cuestión de romanticismo. Es un acuerdo mutuo que tiene implicaciones económicas y legales, así como una serie de cosas que van de la mano.

Para ella, es un problema que la tradición estadounidense del anillo de compromiso se convierta en un componente de la educación, pues se fomenta este rol pasivo en las jóvenes mujeres, quienes crecen viendo al matrimonio como una meta en lugar de querer ser independientes, estudiar y desarrollarse.

“Muchas madres crían a sus hijas así. Esas niñas crecen con esta ilusión el anillo y con la idea de que en el momento en el que se casen la vida les va a cambiar y un hombre les resolverá todos sus problemas.”, concluye Suescún.

Con información de BBC Mundo y El Tiempo