El amor romántico activa las mismas zonas del cerebro que la adicción a la cocaína o la nicotina, según un estudio publicado en la revista Neurophysiology.
Un rechazo puede provocar intentos de suicidio o incluso de homicidio. Los autores del estudio ya habían comprobado que la primera etapa de amor romántico es una forma desarrollada del instinto mamífero de seducir a la pareja elegida. En investigaciones previas observaron a 10 mujeres y 7 hombres que estaban felizmente enamorados y concluyeron que se trataba de un estado motivacional orientado a un objetivo más que una emoción. Los científicos aseguran que:
Muchos psicólogos consideran al amor romántico una adicción porque muestra características propias de una adicción: la atención enfocada intensamente en un individuo predilecto, cambios de humor, ansias, obsesión, compulsión, distorsión de la realidad, dependencia emocional, cambios de la personalidad, comportamientos arriesgados y pérdida del autocontrol.
Los comportamientos relacionados con el amor romántico y con la adicción a la cocaína comparten un sistema de activación en el cerebro, lo cual ayuda a explicar la fuerza de la obsesión.
El amor romántico activa las mismas zonas del cerebro que la adicción a la cocaína o la nicotina, según un estudio publicado en la revista Neurophysiology (Fuente: Pixabay).
Ante la importancia innegable que tiene para la cultura la pérdida amorosa, el equipo de investigación decidió analizar qué pasa a nivel cerebral. 10 mujeres y 5 hombres fueron reclutados por la Universidad del Estado de Nueva York y la Universidad Rutgers, por medio de invitaciones verbales y de un volante que decía “¿Has sido rechazado por alguien a quien amas y no lo puedes superar?“. Todos eran heterosexuales, diestros, ninguno tomaba medicamentos antidepresivos, tenían alrededor de 20 años y declararon estar muy enamorados (8 en una escala del 1-9).
Los participantes del estudio confesaron pensar más del 85% del tiempo que pasaban despiertos en la persona que los rechazó. Además, habían tenido dificultades para controlar sus emociones durante semanas o meses desde la ruptura inicial.
Éstas incluían llamadas inapropiadas, envío de cartas o correos electrónicos, súplicas de reconciliarse, llorar durante horas, beber en exceso y/o hacer dramáticas entradas y salidas de la casa de su expareja, de su lugar de trabajo o de su círculo social para expresar ira, desesperación o amor apasionado.
En el experimento se le mostró al sujeto de prueba una fotografía de la persona amada y una de un rostro familiar del mismo sexo y edad. Durante ambas exposiciones se registró su actividad cerebral. Para “limpiar” la reacción entre una y otra imagen se le pidió al sujeto que contara regresivamente del 9 mil 247 hacia atrás en múltiplos de 7 para distraer su mente. Tras 40 segundos de ejercer esta tarea, los sentimientos previos se borraban momentáneamente.
Los participantes del estudio declararon pensar más del 85% del tiempo que pasaban despiertos en la persona que los rechazó (Fuente: Pixabay).
El análisis de las imágenes cerebrales obtenidas arrojó que la pasión del amor romántico es un estado de motivación orientado hacia una meta más que una emoción específica, de acuerdo con las reacciones de los individuos que seguían enamorados de personas que los rechazaron.
Los análisis también arrojaron que el ansia por cocaína y la respuesta de una persona al ver a su expareja tienen varias correlaciones neuronales en común. El rechazo amoroso es un tipo específico de adicción que involucra sistemas subcorticales de recompensa ante perder o ganar, críticos para sobrevivir. Esto explica por qué los sentimientos y comportamientos relacionados con el rechazo amoroso son difíciles de controlar y (según registros culturales frecuentes) pueden llevar al espionaje, homicidio, suicidio o a la depresión clínica.