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ENTRETENIMIENTO Y ESPECTáCULOS

Abuelito deja un mensaje inspirador a sus vecinos diariamente

Alberto Feiges deja diariamente un mensaje a sus vecinos. El hombre de 83 años, quien vive solo en un departamento, se define como un soñador romántico empedernido.

Mensaje de Feiges. (Foto: Sandra Cristofalo/Facebook)

A veces es un verso que se sabe de memoria, en otras ocasiones sale de su carpeta de “investigaciones”. Según él, “la poesía siempre ayuda”.

“Vivo hace más de 40 años en este edificio, pero esto de los carteles lo hago hace unos meses. Sin embargo, toda la vida fui así: a la gente con la que me conectaba, siempre le dedicaba alguna frase para pensar meditar, concientizar, estimular”, relata Feiges.

El octagenario dice ver tristes a sus vecinos, así que decidió alegrarles la vida. Primero les recitaba poemas en italiano, luego pasó a la comunicación escrita.

“Muchos empezaron a contestarme con algún simbolito alegre o comentario. En uno escribieron ‘me alegrás las mañanas’. En otra oportunidad, no sé bien por qué, tuve que hacer un paréntesis involuntario, por falta de tiempo. Y después, cuando retomé los mensajes, me escribieron ‘gracias por volver’”.

Así, el afecto que demostró a los demás se convirtió en un bien para sí mismo.

“Entonces, al mismo tiempo me di cuenta de que me hacía bien a mí. Veía que esa tarea alcanzaba el objetivo que tenía pensado: que le sirviera a alguien”.

Tiempo después una de las vecinas empezó a fotografiar los breves escritos de Feiges y los subió a Instagram.

Mensaje de Feiges. (Foto: Club Radio FM/Facebook)

“Nunca salgas a la calle sin un par de sueños en tu bolsillo”; “El amor inmaduro dice: ‘Te amo porque te necesito’. El maduro dice: ‘Te necesito porque te amo'”; “Hoy mismo deja de criticar tu cuerpo: acéptalo tal cual es sin preocuparte de la mirada ajena. No te aman porque eres bella. Eres bella porque te aman”; son algunas frases destacadas del amable vecino.

Mensaje de Feiges. (Foto: Club Radio FM/Facebook)

La salud es un tema recurrente de sus textos. Esto lo remite a un interés de su juventud.

“Mi vocación era ser médico. Pude empezar, pero vengo de una familia muy humilde y era una carrera muy pesada y absorbente. Accidentalmente la vida me llevó al comercio, por la necesidad imperiosa de trabajar, y empecé en la vida comercial”.

El solitario hombre tiene un hijo que vive en otro lado; no tiene pareja, solo amigas, dice. Tiene una opinión clara de la época en la que vivimos.

“Hay una postura de indiferencia, como si a la gente no le vibrara el espíritu. No les vibra el ánimo”.

Con información de Clarín