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ARTE Y CULTURA

A 103 años del nacimiento del Nobel mexicano, Octavio Paz

Este 31 de marzo se cumplen 103 años del nacimiento de Octavio Paz, uno de los escritores más prestigiosos de la humanidad, galardonado con un Premio Nobel de Literatura en 1990.

Paz nació en plena Revolución Mexicana, en 1914, en el barrio de Mixcoac, entonces en la periferia de la Ciudad de México. Su padre, abogado de profesión, ejerció durante ese año de correo para los zapatistas, enviando mensajes al Ejército del Sur, y a finales de 1916, fue nombrado representante de Emiliano Zapata en Estados Unidos.

Allí pasaron Paz y su familia cuatro años, hasta regresar a México en 1920. En 1936, su padre, retirado de la política desde hacía ocho años, falleció en un accidente.
Su abuelo, Ireneo Paz, también había tenido un fuerte interés por la política, fundando varias revistas y periódicos durante la segunda mitad del siglo XIX, y apoyando a Porfirio Díaz frente a Sebastián Lerdo de Tejada. Además de eso, fue diputado y senador bajo los gobiernos de Díaz.

Con ese trasfondo político, Paz se trasladó a Yucatán en 1937, un año después de la muerte de su padre, a pasar unos meses en las Misiones Culturales de educación para las comunidades rurales.

Esta experiencia influyó profundamente a Paz, dotándole de una importante vocación social tras presenciar las condiciones de vida de los campesinos de la Península.

Ese verano, Paz fue invitado a España, en plena Guerra Civil, al Congreso Mundial de Intelectuales Antifascistas. La guerra supuso otra experiencia crucial en la vida y obra de Paz, donde al igual que muchos escritores contemporáneos, quedó decepcionado por el comunismo. Años más tarde denunciaría los crímenes del Estalinismo.

Volvió a México en 1938, donde fue uno de los fundadores de la revista Taller, y en 1943, se le otorgó la beca Guggenheim y Paz se fue a estudiar a la Universidad de Berkeley, en California.

Allí escribió durante dos años un estudio titulado ‘América y su expresión poética’, antes de volver a México en 1945 para servir como diplomático, gracias a la recomendación de un amigo de su padre.

Su primer destino fue París, donde vivió de 1945 a 1951. Durante esos años conoció a grandes intelectuales de la época como André Breton o Julio Cortázar y fue influido por movimientos como el surrealismo. En esa etapa escribió ‘El Laberinto de la Soledad’, donde teorizó sobre la identidad mexicana desde una perspectiva más distante y objetiva.

Después de París, Paz pasó los años de 1952 y 1953 entre la India, Japón y Suiza, desempeñando distintos cargos diplomáticos, antes de volver a México en 1954.

Una vez de vuelta en su ciudad natal, escribió memorables poemas como Piedra de Sol, además de la antología Libertad Bajo Palabra. En 1959 es destinado de nuevo a París, como funcionario de la embajada hasta 1962.

En ese año fue nombrado embajador en la India y se muda a Nueva Delhi donde vivió hasta 1968. Durante este tiempo, Paz se vio influenciado por el carácter experimental de la cultura India, ampliando y modificando sus conocimientos.

Renunció a su puesto tras la matanza de Tlatelolco y pasó los siguientes tres años entre París y las universidades de Harvard, Austin y Cambridge, donde impartió varios cursos.

Regresó a México por última vez en 1971 y fundó la revista Plural, hasta que en 1976, el gobierno de Luis Echevarría intervino la junta del diario Excélsior, cuyo director había invitado a Paz a fundar la revista. Junto con otros colaboradores, Paz renunció a su puesto en la revista Plural y ese mismo año, fundó Vuelta, revista que se editaría hasta su muerte, 22 años más tarde.

En 1990, Paz vio culminada su carrera con el Premio Nobel de Literatura, pero para aquel entonces, ya estaría profundamente desencantado con la actualidad. En una entrevista para la BBC describió a los jóvenes de esa época como “los nuevos bárbaros” porque no leían lo suficiente.

Ocho años más tarde, el 19 de abril de 1998, Octavio Paz fallecería en su casa de Coyoacán a los 84 años de edad, dejando un legado literario y filosófico que marcó la cultura occidental.

Con información de Nicolás Prados

AGHO