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ARTE Y CULTURA

7 pruebas ridículas para comprobar si eras una bruja

Miles de personas murieron entre los siglos XIV y XVII a causa de las persecuciones religiosas contra la brujería. Desde rituales paganos a pactos satánicos, las autoridades contaban con una larga lista de excusas para sospechar de herejes (principalmente mujeres) y sentenciarlos a una muerte tan imaginativa como el supuesto crimen.

Ya que los imputados no eran condenados sino hasta que se demostrara su culpa ante algo que aparentaba una corte de ley, la sociedad sometía a los acusados a todo tipo de pruebas, cada una más ridícula que la anterior. A continuación hacemos una recopilación de las más comunes.

1. La prueba de agua.

Había motivo para sospechar de las personas que nunca fueron bautizadas. Si eras sumergido en agua y permanecías flotando sobre la superficie, eras culpable. Pero si el cuerpo se hundía, entonces estabas libre de culpa. Los inquisidores más sensatos amarraban una cuerda al cuerpo del sospechoso, para que así no muriera ahogado en caso de ser un simple mortal.

Foto: Hulton Archive/Getty Images

2. La prueba de cocina.

Se preparaba una tarta cuyos ingredientes eran harina de centeno, cenizas, y la orina del sospechoso. Al darle de comer este extraño postre a las mascotas de la bruja, se creía que los animales quedarían hechizados y revelarían el nombre del hereje.

3. La prueba de hechizos.

Con el fin de liberar a una víctima inocente de su trance, la autoridad correspondiente obligaba al brujo a conjurar un hechizo. A otras personas se les pedía que recitaran los mismos versos para comprobar si el hechizo generaba una respuesta distinta al del presunto brujo.

4. La prueba de lectura.

Ya que es imposible que una bruja pueda leer la Biblia, los sospechosos tenían que recitar en voz alta algún versículo de este libro sagrado, sin cometer errores, saltarse palabras, o tartamudear a media oración.

Foto: Hulton Archive/Getty Images

5. La prueba de la marca.

No había mejor manera de demostrar que tu alma pertenecía al Diablo que mostrando alguna marca de propiedad sobre la piel. Se creía que dicha marca podía cambiar de tamaño, color, y forma. Lunares, cicatrices, y cualquier otra marca de nacimiento podían ser interpretadas como señas de un pacto con el inframundo.

Douglas Grundy/Three Lions/Getty Images

6. La prueba de peso.

En Europa era común que la acusación de brujería fuera puesta prueba con la ayuda de una balanza. Si una persona resultaba ser más ligera que el peso de una Biblia, entonces era culpable de haber realizado un pacto con fuerzas satánicas.

7. La prueba del tacto.

Mientras tanto, en Norteamérica se realizaban pruebas de contacto físico, como en el caso de los juicios de Salem. Si una persona hechizada tocaba al acusado de brujería, y este contacto producía un efecto peculiar, entonces la sentencia era más que evidente. Para comprobar la veracidad de las acusaciones, los ojos de los hechizados eran vendados, y así se les pedía que tocaran a varias personas, entre ellos, a la supuesta bruja.

Foto: General Photographic Agency/Getty Images

Con información de Gizmodo.