Se anunció el fin de DACA y los dreamers no han dejado de mostrar su descontento con incisivas pancartas dirigidas a Trump.
Este martes se anunció el fin del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Y, en medio de las protestas en contra de la decisión, han surgido innumerables pancartas de protesta. Pero estas no son las primeras -ni serán las últimas manifestaciones- en favor de DACA y en contra de Donald Trump.
Por eso, hicimos esta recopilación de las pancartas que debería leer el mandatario estadounidense para entender la realidad de los jóvenes que acaba de dejar desamparados.
El programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) había sido establecido por Barack Obama en 2012. Durante estos cinco años, el programa ha protegido a casi un millón de jóvenes migrantes llegados en la infancia a Estados Unidos.
El principio del programa fue implementado para proteger a los migrantes que llegaron como niños a Estados Unidos y que, en realidad, nunca decidieron vivir en ese país. Estos migrantes han crecido como norteamericanos, han vivido toda su vida en Estados Unidos y tiene ya pocos lazos directos con México. Sin embargo, no tienen papeles.
El DACA permitía a estos inmigrantes tener un número de seguridad social, una identificación del estado en donde viven y un permiso para poder trabajar de manera legal. También, los beneficiarios de DACA podían solicitar una suspensión de la deportación en caso de ser detenidos y residir legalmente en Estados Unidos por un periodo de dos años con la posibilidad de una renovación.
Este programa creó una esperanza de integrar a los jóvenes a la cultura productiva de Estados Unidos a través del trabajo y de los estudios. Por eso se fundó toda una cultura alrededor de los beneficiarios del programa que fueron bautizados como “Dreamers”, es decir, “soñadores”.
Ahora, como una continuación a su política claramente anitmigrante, Trump acaba de terminar con DACA. El programa tendrá todavía seis meses de vida y, después, el Congreso decidirá de la suerte de casi medio millón de jóvenes indocumentados que sólo pedían una oportunidad de desarrollo en un país que es más suyo que México.
Después del perdón al sheriff racista de Arizona, Joe Arpaio, de la insistencia en la construcción del muro y de la intransigencia de sus tuits sobre el TLCAN, es evidente que el enemigo discursivo favorito de Trump son los migrantes mexicanos. Y, mientras sus seguidores sigan aplaudiendo a cada locura racista del presidente la situación sólo podrá empeorar.
Trump, lo sabemos bien, gobierna con el ego y nunca con la cabeza: ¿En qué podría servir para mejorar la economía y acabar con la inmigración el volver ilegales a un millón de jóvenes ambiciosos y energéticos?