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Yucatán y su lucha contra los transgénicos

Yucatán es uno de los estados del país en donde más se ha luchado contra la siembra de productos transgénicos.

El maíz y la producción de miel en la península de Yucatán tiene una importancia histórica para sus comunidades, sobre todo en el sur del estado. Para no ir muy lejos, este estado se caracteriza por el maíz Nal Tel, originario de Yucatán que se usa en la preparación de antojitos, tortillas y atole.

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Sin embargo, estas actividades se han visto amenazada por la llegada de empresas multinacionales dedicadas a la producción de alimentos transgénicos, incursión que ha encontrado una fuerte oposición de la población yucateca.

Este es un pequeño recuento de esta batalla…

La importancia del maíz para los mayas

“Pasando el tiempo en la milpa, pude entender por primera vez cómo el ciclo de crecimiento del maíz y el ciclo de las ceremonias tradicionales mayas encajan perfectamente en un año solar. La tierra tiene mucho que enseñarnos”
– Alonso Méndez, maya tzeltal, astrónomo cultural

El maíz siempre ha estado profundamente ligado a la cultura maya. No sólo era la base de su alimentación (eran agricultores y dependían de este cultivo para subsistir), sino que alrededor de él giraba su calendario y sus avances astronómicos. Ellos medían el tiempo con base a los períodos de siembra y cosecha del maíz.

También era empleado en la medicina popular y tenía presencia en su arquitectura y religiosidad. Según el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, consideraban que el maíz era el material con el que los dioses formaron los músculos y huesos de los hombres.

Con el paso de los siglos, el maíz sigue ocupando un lugar preponderante en distintos ámbitos de la cultura maya.

La amenaza transgénica

En el 2011, los campesinos yucatecos de comunidades como Chacsinkín, Tekax y Peto, vieron amenazadas sus tradiciones y economía cuando el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) autorizó a la empresa multinacional Monsanto la siembra de soya transgénica en los estados de Yucatán Campeche y Quintana Roo.

Este anuncio de inmediato fue visto como un peligro ambiental y social, debido al marcado riesgo de contaminación que la producción de transgénicos traería para estas tierras.

Una de estas preocupaciones es que la producción de miel se contamine por la soya transgénica y que el mercado europeo (su principal consumidor) deje de comprarla.

(Imagen tomada de flickr.com/photos/marysolra/).

Ya que estas comunidades dependen del cultivo y cosecha de maíz, miel y de otros productos básicos, diversas comunidades mayas, organizaciones defensoras de los Derechos Humanos de los Indígenas, Asociaciones Ambientalistas y empresarios formaron el colectivo Ma OGM.

Un triunfo de todos

La lucha dio sus primeros frutos en el 2014, cuando los opositores a Monsanto, argumentando violaciones a su derecho de tener un medio ambiente sano, interpusieron y consiguieron varios amparos ante jueces federales.

En este aspecto, es importante señalar el apoyo del Gobierno del Estado de Yucatán, quienes al enterarse de estas inquietudes no sólo respaldaron a sus comunidades, sino que hicieron llegar estas propuestas al Gobierno Federal y pugnaron fuertemente por su aprobación.

Aunque Monsanto impugnó estos amparos y el caso llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los ministros fallaron a favor de las comunidades mayas debido a que se omitió la realización de consultas a las indígenas para saber si estaban a favor o en contra de estos proyectos.

En medio de esta disputa, Yucatán fue declarado por el gobierno estatal como zona libre de cultivos agrícolas con organismos genéticamente modificados.

En el decreto de 12 páginas, se señaló la importancia de…

aplicar el principio de precaución ante el daño moralmente inaceptable de amenaza para la salud por la presencia de soya transgénica y el uso extensivo de agroquímicos (…) el daño grave e irreversible a la actividad apícola es injusto para las futuras generaciones, porque atenta contra los derechos humanos de los productores mayas milperos o apicultores; la consulta previa, libre e informada; el derecho al trabajo, a la alimentación, a la comercialización e industrialización y a la propiedad social, así como al derecho humano a un ambiente sano”.

Fue hasta noviembre de 2017 cuando Senasaica revocó el permiso que Monsanto tenía para liberar semillas de soya transgénica en los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, debido a los daños “graves e irreversibles” que provocaron al medio ambiente.

Para Yucatán, la actividad apícola y la siembra de maíz es un estandarte de la economía, por eso, ser una zona libre de transgénicos es un logro de las dos últimas administraciones del gobierno estatal, de varias asociaciones y por supuesto, de la sociedad, que debe servir de ejemplo para otros estados del país.

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