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Strange Fruit: La canción que condenó a muerte a Billie Holiday

Strange Fruit, una canción sobre el racismo en EE. UU., fue lo que desencadenó el acoso que culminó con la muerte de Billie Holiday.

Cuando en 1939, en Nueva York Billie Holiday cantó por primera vez Strange Fruit, seguramente nunca imaginó las consecuencias que tendría en su vida. Sí, tal vez suponía que podría tener alguna dificultad, pero probablemente nunca previó la persecución de la que fue víctima y que terminó por costarle la vida.

De la prisión a la fama

Billie Holiday nació el 7 de abril de 1915. Su nombre real era Eleanora Fagan y fue el producto de la relación entre su madre Sarah Julia Fagan y el aspirante a músico de jazz, Clarence Holiday.

Clarence abandonó a la familia apenas nació su hija, para tratar de tener una carrera como guitarrista. Esto hizo que Eleanora tuviera una infancia dura, marcada por la pobreza y el abandono.

Su madre trabajaba sirviendo pasajeros en los trenes, por lo que estaba al cuidado de familiares. Su carácter la hacía meterse constantemente en problemas, al punto que apenas tenía 9 años cuando fue llevada a una corte juvenil.

Foto: Pycrl

Para obtener sustento, empezó a trabajar a los 12 años, lavando pisos y haciendo los mandados de un prostíbulo. Fue entonces cuando la música de grandes íconos del jazz, como Bessie Smith y Louis Armstrong llegaron a su vida, a sus oídos.

Comenzó a cantar y se dio cuenta que su voz era lo suficientemente buena para dedicarse a la música. Sin embargo, antes de lanzarse a buscar una carrera como cantante, Eleanora fue encarcelada, ya que, tras mudarse a Harlem en 1929, se tuvo que prostituir para subsistir.

Tras dejar la prisión, Eleanora empezó a audicionar y cantar en clubes de jazz. Poco a poco fue obteniendo escenarios para mostrar su poderosa voz. También decidió cambiar su nombre a Billie Holiday. Tomó el nombre de la actriz Billie Dove y el apellido de su padre.

A pesar de no tener educación musical, su talento la hizo destacar en la escena del jazz de Harlem. Apenas tenía 18 años cuando el productor John Hammond la descubrió. No dudó en firmarla y en trabajar en su primer disco.

El éxito no tardó en llegar. Entre 1935 y 1941, Holiday grabó éxito tras éxito. Colaboró con gigantes como el saxofonista Lester Young, quién le dio su legendario apodo “Lady Day”. En 1937 se fue de gira con la orquesta de Count Basie y en 1938 hizo lo propio con Artie Shaw. Esto la convirtió en la primera afroamericana en lograr cantar con una banda de blancos.

Pero entonces, en 1939, todo cambió…. por una canción.

Strange Fruit y el racismo

Billie Holiday gozaba del éxito. En 1939, su carrera no dejaba de ir hacia arriba. Entonces, llegó la canción que cambió su vida: Strange Fruit de Abel Meerpol.

Meeropol era un profesor de inglés, blanco y judío, de Nueva York. Se dice que al ver una fotografía de dos hombres negros linchados en Indiana, se inspiró para escribir en 1937 el poema llamado “Bitter Fruit“.

La esposa de Meeropol le puso música al poema y eventualmente llegó a Billie. La cantante tuvo temor al principio. Sabía que un canción con un tema tan sensible en Estados Unidos podría ser considerado incendiario. Hasta entonces, sus canciones eran de temas que no se mezclaban con la política. No sabía cómo iba a reaccionar el público a una canción tan cargada de significado.

“Strange Fruit” es un poema que retrata la dureza del racismo en Estados Unidos | Foto: Pycrl

Su sello discográfico, Columbia, estuvo de acuerdo con ella y le prohibieron cantar Strange Fruit. Y tal vez fue eso lo que hizo que Holiday cambiara de opinión y se empeñara en interpretarla.

El 20 de abril de 1939, Billie Holiday ingresó al estudio para grabar la canción. Siendo ella la productora, la cantó en vivo. Una desgarradora trompeta, acompañada de un solemne piano son el preámbulo a una interpretación poderosa y conmovedora. A pesar de lo breve del poema —apenas tres estrofas— fue un éxito inmediato, con una recepción que superó las expectativas.

Como era de esperarse, la canción formó parte del setlist de sus shows. Era la última que interpretaba. Así que esa noche de 1939 en Nueva York, Billie interpretó “Strange Fruit”. Pero esa fue la noche en la que su vida nunca sería la misma y la pesadilla empezaría.

La persecución

En esos años, en Estados Unidos, existía la Oficina Federal de Narcóticos y era dirigida por su primer comisionado, Harry Aslinger. El oriundo de Pennsylvania inició una guerra contra las drogas. Además era un detractor del jazz y el ambiente que rodeaba esa música. En sí, estaba seguro que esta música era el parte del problema —la consideraba satánica—, y esto se sumaba racismo extremo.

Así que cuando escuchó Strange Fruit, su reacción fue decirle a la cantante que ya no la podía cantar. Ante su negativa, buscó cómo callar a Billie Holiday, quien tenía problemas con el alcohol y las drogas (era adicta a la heroína). Con una férrea determinación, el acoso contra la cantante comenzó.

Billie se ganó a las audiencias con su voz o talento | Foto: Pycrl

Aslinger encomendó a un agente, Jimmy Fletcher, con la tarea de seguir a Holiday. Sin embargo, el hombre se encariñó mucho con ella (se dice que se enamoró), por lo que Aslinger buscó alternativas. Nada ni nadie lo iba a detener.

Encontró en Louis McKay, el esposo de la cantante, un aliado para por fin lograr sus objetivos. McKay le propinaba violentas golpizas. Si bien Billie no tuvo el valor de denunciarlo a la policía, sí tuvo el valor de dejarlo. El hombre quería venganza y estuvo dispuesto a cooperar con el comisionado. Con su colaboración, lograron arrestarla cuando se disponía a comprar heroína de uno de sus agentes disfrazados.

Esto le valió pasar 18 meses en prisión. Su salud se vio deteriorada. Pero, el golpe más duro fue perder su licencia como cantante de cabaret, por su condición de exconvicta y porque escucharla cantar podría dañar la moral del público. Siendo el circuito de bares y cabarets fundamentales para obtener ingresos en aquellos años, Billie Holiday se entregó a las adicciones.

Holiday se convirtió en todo un ícono de la música | Foto: Flickr

Para 1959, el cuerpo de Billie Holiday ya no resistía. Tenía problemas del hígado y padecía cáncer. Su corazón y sus pulmones estaban comprometidos, por lo que tuvo que internarse en un hospital.

Sin embargo, Holiday presentía que no debía quedarse en el hospital. Y tenía razón. El largo brazo de Arslinger llegó ahí. Dos de sus hombres se aparecieron junto a su cama. La esposaron, le quitaron todos los regalos que le habían dado y le tomaron fotos.

Si bien Billie mejoraba lentamente al ser tratada con metadona, los hombres de Aslinger impidieron que le siguieran administrando el tratamiento. Eventualmente, su cuerpo se rindió. El 17 de julio de 1959, a los 44 años, Billie Holiday dio su último suspiro antes de entregarse a la muerte.

Tal vez Arslinger pensó que había triunfado. Pero se equivocó. Strange Fruit sigue siendo cantada hasta nuestros días. El nombre de Billie Holiday no se perdió en los rincones recónditos de la historia. No. Se volvió en una leyenda y su voz inmortal no deja ni dejará de ser escuchada.

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