Inicio  /  Especiales

Steve Jobs: el secreto de la fortuna de un hippie capitalista

El cofundador de Apple, Steve Job, fue parte fundamental en la revolución tecnológica que vino de la mano de Apple

Steve Jobs es un nombre al que asociamos con innovación. Un hombre que logró toda una revolución tecnológica gracias a su visión, pero, sobre todo, a la contracultura en la que creció y de la que se empapó para hacer de su empresa de tecnología un titán en su rubro.

Jobs y la cultura hippie

Abdul Lateef Jandali nació el 24 de febrero de 1955. Hijo biológico de Abdulfattah Jandali y Joanne Carole Schielbe, fue dado en adopción a Clara y Paul Jobs, quienes lo nombraron Steve. El requisito principal para dejarles al bebé fue que se hicieran cargo de su educación universitaria.

El pequeño Steve creció en Monta Loma, en California, y su amor por la tecnología lo aprendió de Paul, quien tenía un taller en el que construía y reparaba cosas. Prefería pasar el tiempo con ingenieros que con niños de su edad. Eso, sumado a que se aburría en la escuela, hizo que no fuera un estudiante destacado.

Y si bien los Jobs prometieron que se pagarían sus estudios universitarios, fue el propio Steve quién decidió que la universidad no era algo que realmente le interesara.

Fue durante esos años que, de acuerdo con Luke Dormehl, autor de un libro sobre Steve Jobs, la contracultura de los años 60 (protestas contra la guerra, el movimiento por los derechos civiles y la revolución sexual) fue una experiencia formativa para los fundadores de Apple, Steve Jobs y Steve Wozniak, y allanó el camino para la revolución digital actual.

Por ejemplo, en 1974, Jobs asumió el cargo de diseñador de videojuegos en Atari. Varios meses después, dejó la empresa para encontrar la iluminación espiritual en la India, viajar más lejos y experimentar con drogas psicodélicas. El propio Jobs declaró que haber consumido LSD era una de las cosas más importantes que había hecho.

El compromiso de Jobs con la espiritualidad oriental, y especialmente con el budismo zen, no fue solo una fantasía pasajera o una incursión juvenil. Lo abrazó con su típica intensidad y quedó profundamente arraigado en su personalidad.

También se vio profundamente influenciado por el énfasis que el budismo pone en la intuición. “Empecé a darme cuenta de que una comprensión y una conciencia intuitivas eran más importantes que el pensamiento abstracto y el análisis lógico intelectual”, declararía años más tarde.

El vegetarianismo y el budismo zen, la meditación y la espiritualidad, el ácido y el rock: Jobs combinó, de una manera amplificada, los múltiples impulsos que eran el sello distintivo de la contracultura de aquellos años y que terminarían haciéndolo entender que, para lograr lo que buscaba, tenía que pensar diferente y lograr conciliar su radicalismo con el aspiracionista que buscaba trascender en la industria de la tecnología.

Un hippie capitalista

Steve Wozniack y Steve Jobs | Foto: Getty Images

En el otoño de 1974, en Silicon Valley, Jobs se volvió a conectar con Stephen Wozniak, un antiguo amigo de la escuela secundaria que trabajaba para la empresa Hewlett-Packard. Cuando Wozniak le contó a Jobs sobre su progreso en el diseño de su propia placa lógica de computadora, Jobs sugirió que se uniera para fundar su propia compañía, lo cual hicieron después de que Hewlett-Packard rechazara formalmente el diseño de Wozniak en 1976.

Apple I, como llamaban a la placa lógica, se construyó en el garaje de la familia Jobs con el dinero que obtuvieron vendiendo el minibús Volkswagen de Jobs y la calculadora programable de Wozniak.

Jobs fue uno de los primeros empresarios en comprender que la computadora personal atraería a una amplia audiencia y no limitada a las esferas gubernamentales. Con el apoyo de Jobs, Wozniak diseñó un modelo mejorado, Apple II con un teclado, y dispuso que se fabricara una elegante carcasa de plástico moldeado para encerrar la unidad.

Aunque Jobs tenía el cabello largo y despeinado y evitaba la formalidad, logró obtener financiamiento, distribución y publicidad para la compañía Apple Computer, incorporada en 1977, el mismo año en que se completó Apple II. La máquina fue un éxito inmediato, convirtiéndose en sinónimo del auge de las computadoras personales. En 1981, la empresa realizó una oferta pública de acciones sin precedentes, y en 1983 hizo la entrada más rápida (hasta ese momento) en la lista Fortune 500 de las principales empresas de Estados Unidos.

Steve Jobs durante unas de las famosas keynotes de Apple | Foto: Getty Images

El hippie pensó diferente y, abrazando al capitalista que llevaba dentro, revolucionó el mundo de la tecnología. El verdadero genio de Jobs fue ver, antes que nadie, que la industria informática se estaba fusionando con la industria de bienes de consumo, y que el éxito sería para productos útiles y bien diseñados, pero también agradables a la vista y con una marca inteligente. Tomó innovaciones genuinas y las mejoró.

El verdadero genio de Jobs fue ver, antes que nadie, que la industria informática se estaba fusionando con la industria de bienes de consumo, y que el éxito sería para productos útiles y bien diseñados, pero también agradables a la vista y con una marca inteligente. Tomó innovaciones genuinas y las mejoró.

Jobs usó su gusto y sensibilidad para dar forma a los productos de una manera completamente diferente. Le importaba su aspecto. El peso y la forma. El embalaje y el sonido. Luego hizo que la empresa iterara, corrigiera y refinara los productos hasta que cumplieron con sus expectativas.

En un mundo que privilegiaba a los ingenieros, Jobs entendió la importancia del diseño y de darle a sus potenciales consumidores productos que los satisficiera no solo por su funcionamiento, sino por su apariencia y el “estatus” que les brinda.

Una fortuna que no deja de crecer

La fortuna de Jobs asciende a los miles de millones de dólares | Foto: Getty Images

Tras una serie de desencuentros, Jobs dejó Apple en 1985. Fundó otras empresas (NexT y Pixar), pero terminó volviendo en 1997. Fue entonces cuando la empresa dio un salto extra para convertirse en uno de los titanes del mercado.

Como su CEO, Jobs revitalizó la compañía.  Sus  productos ingeniosos de Jobs (como iMac o iPhone), las campañas  de marketing  y los diseños elegantes, no sólo atrajeron la atención de los consumidores, sino que se volvieron la punta de lanza en la industria.

Apple entró al siglo XXI hacia una nueva era dorada de la mano de Jobs. Sin embargo, el cáncer de páncreas con el que luchó desde 2003 le arrebataría la vida el 5 de octubre de 2011, a los 56 años de edad.

Al morir, su capital se estimaba en alrededor de 10 mil millones de dólares y su heredera fue su esposa Lauren Powell Jobs. De acuerdo con Business Insider, su fortuna actualmente asciende a los 22 mil millones de dólares. Sin embargo, los hijos de la pareja no heredarán ni un dólar de ese dinero.

En entrevista con el New York Times, Powell Jobs explicó el motivo detrás de esta decisión:

“Heredé mi riqueza de mi esposo, a quien no le importaba la acumulación de riqueza. No estoy interesada en los edificios patrimoniales heredados, y mis hijos lo saben… Steve no estaba interesado en eso. Si vivo lo suficiente, terminará conmigo”.

Si bien sus hijos recibieron algunos millones de herencia tras la muerte de Jobs, el gran total iría a caridad. Curiosamente, y probablemente lo más jobsiano de todo, es que sería donado a la Fundación de Bill y Melinda Gates.

De lo que no cabe duda, es que el mundo no sería igual sin el ingenio y el genio de Steve Jobs. La tecnología es parte integral de nuestras vidas y en buena parte se debe al hippie que supo explotar al máximo el capitalismo.

Más especiales