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South Park: ¿Cómo incomodar políticos y salirte con la tuya?

Trey Parker y Matt Stone, nos han enseñando, en South Park, que el humor puede convertirse en una poderosa arma para incomodar políticos.

Trey Parker y Matt Stone, nos han enseñando, en South Park, que el humor puede convertirse en una poderosa arma para incomodar políticos.

Toda una generación guarda un recuerdo cariñoso de South Park: desde esos adorables muñecos de peluche hasta imágenes impresas en una mochila; pasando por la increíble película y los inigualables episodios.

Los cuatro niños protagonistas de esta caricatura se han convertido en verdaderos íconos culturales. Y es a través de su mirada ácida que Estados Unidos ha encontrado un reflejo único: este programa critica la historia contemporánea americana con una pertinencia brutal y descarnada.

A través de la mirada de cuatro niños, hemos aprendido a escuchar el pulso político de una compleja nación. Y la historia de una caricatura se ha convertido en la historia no dicha de un país desgarrado entre sus ideales y sus realidades.

Matt Stone y Trey Parker, creadores de South Park. (AP Photo/Chris Pizzello)

El origen de South Park

South Park ya rivaliza con The Simpsons en longevidad e importancia: ha estado nominada a un premio Oscar, ha ganado Emmys y se ha convertido en un pilar esencial para la cadena Comedy Central.

La distribuidora de streaming Hulu pagó, recientemente, 192 millones de dólares para transmitir el programa. Esto significa que South Park costó 32 millones más que una de las comedias más exitosas de la historia: Seinfeld.

Pero no todo empezó en la opulencia. Matt Stone y Trey Parker se conocieron en la universidad, en Colorado. Planeaban hacer musicales y una película en la que un castor gigante destruía Sri Lanka como Godzilla. Pero todo cambió cuando decidieron tomar papel y tijeras para dirigir un pequeño corto animado.

The Spirit of Christmas se grabó en 1992 y, tres años después, un directivo de Fox les pagó 2 mil dólares para volver a producirlo. El video se convirtió en una sensación viral en Hollywood (mucho antes del nacimiento de Youtube) y pronto los dos amigos se encontraron con un contrato para lanzar la primera temporada de South Park.

Desde entonces no han parado: año tras año, Stone y Parker liberan un episodio a la semana, puntuales siempre, de una de las caricaturas más famosas de la historia.

Por su lenguaje vulgar, su violencia gráfica en figuras de papel y los temas maduros que trata, South Park ha sido tan alabada como criticada. Muchos la consideran la serie más estúpida de Estados Unidos. Otros, como yo, creemos que este programa ofrece la lectura más penetrante y cruda de la cultura americana en las últimas dos décadas.

En todo caso, South Park nos enseñó, a través de la mirada de niños de primaria, que vivimos en un mundo complejo, que no podemos pensar nuestra realidad en términos absolutos y que el humor es siempre necesario y necesariamente crítico.

(AP Photo/Gerald Herbert)

El impacto cultural de South Park

En 1998, salió al aire el episodio 27 de South Park. Era apenas la segunda temporada del programa y ya se podía medir el éxito de su repercusión en la cultura popular: músicos como Joe Strummer, Ozzy Osbourne, Primus, Rancid, Elton John, Meat Loaf y DMX aparecen en el episodio.

Pero lo interesante de este capítulo no es, nada más, que músicos famosos quisieron formar parte de una pequeña caricatura, animada rudimentariamente, en un pequeño canal de televisión. Lo impresionante es el impacto legal que tuvo la trama.

En este capítulo, Chef demanda a Alanis Morissette por plagio y la disquera de la cantante canadiense decide contratar a Johnnie Cochran para defenderla. El resultado es que Cochran, famoso por exonerar a O.J. Simpson, utiliza la llamada “Defensa Chewbacca”:

“Damas y caballeros del supuesto jurado, al abogado del Chef realmente le gustaría que ustedes crean que su cliente escribió esa canción hace 10 años. E hicieron un buen trabajo. ¡Cielos, si casi me dio lástima a mí!
Pero damas y caballeros de este supuesto jurado, tengo algo que quiero que consideren: Damas y caballeros esto (apuntando a un dibujo de Chewbacca) es Chewbacca. Chewbacca es un wookiee del planeta Kashyyyk, pero Chewbacca vive en el planeta Endor. Ahora, piensen acerca de esto. ¡ESO NO TIENE SENTIDO! ¿Por qué un wookiee -un wookiee de dos metros y medio de altura – quiere vivir en Endor con un grupo de ewoks de 60 centímetros? ¡Eso no tiene sentido!
Y lo que es más importante, ¿Se han preguntado ustedes qué relación tiene esto con este caso? Nada. Damas y caballeros, ¡No tiene nada que ver con este caso! ¡Esto no tiene sentido!
Mírenme, defendiendo a una gran compañía discográfica, y estoy hablando de Chewbacca. ¿Eso tiene sentido? Damas y caballeros, yo no tengo ningún sentido. ¡Nada de esto tiene sentido!
Y ahora tienen que recordar, cuando estén en esa habitación del jurado deliberando y conjugando la Proclamación de Emancipación… ¿Tiene eso sentido? ¡No! Damas y caballeros de este supuesto jurado, no tiene sentido.
Si Chewbacca vivió en Endor, ¡deben elegir la absolución! La defensa descansa.”

Johnnie Cochran en el juicio de O.J. Simpson.(Myung J. Chun/Daily News via AP, Pool)

El argumento retorcido de Johnnie Cochran era una burla directa a la defensa que hizo de O.J. Simpson y que logró que lo libraran de un caso abrumador por matar a su esposa. Y lo impresionante del asunto no fue nada más la parodia, sino que la expresión “Defensa Chewbacca” ha pasado al vocabulario legal y político.

Es un término que pueden buscar y que se refiere a la estrategia de distraer al jurado utilizando argumentos rebuscados para sembrar la duda. Una vez que la duda se siembra, nada de lo que la defensa explique, por más racional que sea, vuelve a tener sentido.

La estrategia pasó a la historia con Cochran pero recibió su nombre de South Park. Y esto nos muestra la importancia cultural del programa: al hacer una burla grotesca de un hecho real, transformaron el vocabulario judicial y la forma en que se entienden ciertas estrategias de los juicios orales.

South Park contra Tom Cruise

Tom Cruise hablando en la apertura de una nueva iglesia de la Cienciología en Madrid, España. 2004. (AP Photo/Paul White)

Claro, ésta no fue la única vez que una burla de South Park trascendió el reino de la ficción para impactar la realidad. En el episodio 12 de la novena temporada, los creadores del programa decidieron mofarse de la cienciología.

Si no saben qué es la cienciología son afortunados: se trata de una religión creada con el único propósito de enriquecerse masivamente a través de premisas oscuras de ciencia ficción. Y si no me creen, vean el episodio: Parker y Stone revelaron secretos que sólo conocen cienciólogos de altísimo nivel.

En el capítulo, Parker y Stone básicamente destruyeron toda la credibilidad de una iglesia que, desde entonces, ha levantado sospechas por abuso de sus miembros y malversación de fondos. Además, se tomaron el tiempo para mofarse del cienciólogo más famoso: Tom Cruise. Digo, el nombre del episodio es “Atrapado en el clóset”.

Esto era el 2005 y nadie sabía aún del gran fraude que era este culto. El episodio causó una enorme controversia y hubo presiones por parte de la iglesia -que es significativamente poderosa en Hollywood- para que lo retiraran del aire. Por un momento lo lograron, pero el poder de convocatoria de este programa los sobrepasó: South Park parecía no detenerse con nada.

(Comedy Central)

South Park y Mahoma

Después de esta controversia, Parker y Stone no han dejado de mofarse de otros complejos religiosos. En particular, los creadores de la caricatura han causado controversia por desafiar las amenazas de extremistas islámicos.

En la temporada 10 de la caricatura, Parker y Stone, por ejemplo, desafiaron las amenazas de terroristas mofándose del miedo que les tiene el público americano. Para los creadores de South Park, conceder al miedo es conceder a sus demandas y ceder algo de dignidad cultural.

Todo esto empezó por el miedo a representar al profeta de la fe musulmana, Mahoma. Sobre todo después del asesinato del documentalista Theo Van Gogh, en Amsterdam, a manos de un fundamentalista islámico.

El cuerpo del cineasta holandés Theo Van Gogh. 2004. (AP Photos/Eran Oppenheimer, FILE)

Sin importarles las consecuencias, Parker y Stone representaron al profeta Mahoma al mismo tiempo que se burlaban de la estructura narrativa de Family Guy (diciendo que los escritores del programa eran manatíes caprichosos). Y lo más interesante de este episodio es que tocaron una fibra muy sensible en la hipocresía americana.

El capítulo trata de un episodio de Family Guy que la cadena Fox no quiere censurar y que representaba, justamente, al profeta Mahoma. Para evitar la retaliación de Al-Qaeda, los americanos encuentran una solución ridícula: llenar las calles de arena para enterrar la cabeza en ella y poder negar, frente a los fundamentalistas, el haber visto el episodio. Si no hay posibilidad de verlo, no se les puede culpar por él.

La idea es poderosa. “Esconder la cabeza en la arena” es una típica expresión estadounidense para decir “hacerse de la vista gorda” o ignorar una situación inmediata. En ese sentido, Parker y Stone señalan que los americanos están tan acostumbrados a la libertad de expresión que no hacen nada por defenderla.

(AP Photo, File)

Al pensar que la libertad de expresión es algo evidente, se corre el riesgo de esconder la cabeza en la arena cuando alguien enfrenta la posible censura o la intimidación violenta del terrorismo. La acusación contra los americanos es grave… y tremendamente verdadera.

Es por eso que, cuando la cadena Comedy Central, volvió a censurar South Park por el mismo motivo, Parker y Stone demostraron su punto: no basta sentirse orgulloso de las libertades individuales, hay que defenderlas.

Por eso, en la temporada 14 del programa, volvieron a representar una imagen del profeta Mahoma (junto a un Jesús ninja y a un Buda cocainómano) en televisión por cable.

Zachary Chesser, un joven de Virginia, radicalizado por el grupo terrorista al-Shabab, que amenazó a los creadores de South Park” por representar a Mahoma (AP Photo/US Court for the Easter District of Virginia)

El resultado fue exactamente lo que esperarían: Parker y Stone recibieron fuertes amenazas de muerte. Como respuesta, en el siguiente episodio, representaron al poeta Mahoma y se dieron tiempo para mofarse, de nuevo, de la sexualidad de Tom Cruise.

En ninguno de los dos casos, la televisora que transmite su programa aceptó la responsabilidad de representar al profeta y censuró la imagen. Pero el mensaje de Parker y Stone ya había llegado a su público: es importante no ceder al miedo, no ceder al silencio, no ceder a los reclamos de extremistas que usan el terror como arma de persuasión.

Esto parece particularmente importante en el contexto de nuestro país: seis periodistas han sido asesinados en los últimos dos meses. Y los periodistas vivos claman lo mismo que South Park defendió: ante el horror, no se puede conceder el silencio.

(AP Photo/Eduardo Verdugo)

Una visión política amplia

Es interesante observar más ampliamente la visión política de Parker y Stone. Porque, en su ateísmo provocador, los dos creadores se dan tiempo para crear discursos de profunda tolerancia religiosa.

Al ser de Colorado, Parker y Stone invocan constantemente a los mormones (los creadores tienen, incluso, un musical sobre esta religión que fue muy bien recibido en Broadway). Y no es que no se mofen de los mormones: en el episodio 12 de la séptima temporada no se cansan de ridiculizar las creencias del grupo.

Coro mormón. Salt Lake City, 2017. (AP Photo/Rick Bowmer)

Y, sin embargo, con el discurso de un niño mormón al final del episodio, Parker y Stone hacen una apología de la tolerancia religiosa:

“Mira, tal vez nosotros los mormones creemos en estas historias delirantes que no tienen ningún sentido y tal vez Joseph Smith (fundador de la religión) inventó todo. Pero tengo una gran vida y una gran familia y eso es gracias al Libro Mormón. La verdad es que no me importa si Joseph Smith inventó todo, porque lo que nos enseña nuestra iglesia es a amar a nuestra familia, a ser agradables y a ayudar a otros. Incluso si la gente en este pueblo piensa que esto es estúpido, lo seguiré creyendo. Todo lo que siempre quise es ser tu amigo, Stan, pero eres tan paternalista que no viste más allá de mi religión para solamente ser mi amigo. Tienes mucho que madurar, amigo. Chúpame las pelotas.”

Fuera del último comentario prosáico, el discurso es significativo y poderoso. Y nos muestra cómo Parker y a Stone moderan constantemente su posición. Porque estos creadores no son simplemente ateos radicales, ni son tampoco liberales de izquierda o conservadores de derecha.

Su espectro político es mucho más amplio y, con eso, han demostrado que, en la crítica que hacen de la cultura americana, también se incluyen ellos mismos.

Los creadores de South Park Trey Parker y Matt Stone, en la ceremonia del Oscar. 2000. (AP Photo/Damian Dovarganes)

La balanza perversa

South Park siempre ha querido mostrar que las dos corrientes preponderantes en la política americana son fundamentalmente perversas. Es por eso que ha criticado a Bush, Obama, Hillary y Trump en la misma bolsa. Es por eso que plantean la idea sencilla de que votar en su país -y en tantos otros- es simplemente elegir entre “una basura y un excremento” (por decirlo en términos menos violentos). Y así lo explican Parker y Stone:

“Michael Moore siendo un extremista es tan malo como, ¿ya sabes?, alguien como Donald Rumsfeld. Son la misma persona. Y se necesita a niños de primaria que digan “oigan, ustedes dos son la misma persona”. El programa está diciendo que existe un medio entre estas posturas y que la mayoría de nosotros vivimos en este entremedio y que todos los extremistas tienen los micrófonos porque es más divertido escucharlos a ellos.”

Así, South Park, siempre mediando, detesta tanto las posturas extremistas de la tolerancia (que ha representado como campos de concentración de corrección política) hasta las locuras racistas e irracionales de la derecha más conservadora (que han representado en el miedo más básico a los extranjeros, migrantes y negros).

Trey Parker y Matt Stone, Creadores de South Park en 1997. (AP Photo/ Damian Dovarganes)

Y en esta medianía nos han dado lecciones importantes que, tal vez, deberíamos escuchar con más atención.

Nos dijeron que las teorías de conspiración sobre el gobierno detrás de todo (sea el ataque a las torres gemelas o la vigilancia extrema de los ciudadanos) siempre terminan siendo contraproducentes: no hay mejor manera de darle poder a un gobierno que creerlo omnipresente y omnipotente.

Nos mostraron cómo el terrorismo secuestra nuestra imaginación hasta volverla contra nosotros; cómo los fundamentalistas islámicos han poblado los sueños de horror americano sin necesidad de atacarlos.

Nos dijeron, en 2015, que Trump podría ser presidente si nadie lo tomaba en serio…

(Comedy Central)

Nos enseñaron la absoluta hipocresía de un país que puede invadir cualquier parte del mundo y, al mismo tiempo, mantener una superioridad moral; de un país que parece detestar las decisiones que toma; de un país que utiliza las protestas antiguerra para no perder el derecho moral de causar guerras; de tener el pastel y también comérselo.

Nos enseñaron la ridiculez de sus instituciones religiosas, las locuras casi místicas del consumismo americano, las contradicciones liberales y la estupidez de los conservadores.

Y, por encima de todo, nos mostraron que todo esto puede ser contado desde la perspectiva de un niño.

Al imaginarse, nuevamente, como niños de ocho años, Parker y Stone descubrieron que en la mirada de un niño hay más lucidez que inocencia.

La crítica eterna de South Park es a nuestras convicciones adultas:

Si volviéramos a ver la realidad con la distancia lúcida de la infancia, ¿podríamos estar orgullosos de nuestro mundo?

(Comedy Central)

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