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Sócrates Campos Lemus, ¿el traidor del movimiento estudiantil del 68?

Sócrates Campus Lemus, figura controversial del movimiento estudiantil del 68; otros dirigentes lo señalan como provocador y delator.

Sócrates Amado Campos Lemus tenía apenas 22 años en 1968, sin embargo ya había pasado por diferentes organizaciones políticas; por ejemplo, la Juventud Comunista. Fue la cara del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en el movimiento estudiantil en aquellos años. El 2 de octubre, en la Plaza de las Tres Culturas, Campos Lemus sería recordado porque, cuando una bengala roja iluminó el firmamento, él tomó un micrófono y gritó: “¡No corran, compañeros! ¡Es una provocación!”, un acto por el que lo critican hasta el día de hoy. Al segundo siguiente comenzaron a escucharse los primeros tiros.

Posteriormente, el Batallón Olimpia detuvo a Campos Lemus en el Edificio Chihuahua; fue torturado en el campo militar, donde proporcionó nombres y datos acerca de los líderes del Consejo Nacional de Huelga (CNH). En una declaración, publicada el 6 de octubre de 1968 en la prensa, afirmó que el movimiento estudiantil disponía de “columnas armadas de seguridad”, lo que le valió ser llamado “mentiroso y delator”, cargos que ha rechazado siempre.

Sin embargo, en 1969 firmó una carta —en la que habla del “alto sentido patriótico y grandeza de alma” del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, e incluso le ofreció, a cambio de su libertad, participar en “un acto público de desagravio y solidaridad con usted, en unión de todos nuestros compañeros”. Estuvo encarcelado en Lecumberri hasta 1971. Tiempo después, colaboró en el gobierno de Luis Echeverría coordinando el Plan Huicot; además fungió como delegado del FONAFE en Zacatecas, tiempo después dirigió la Casa de Artesanías del Estado de Hidalgo.

¿Provocador y delator del movimiento?

Según testimonios de ex integrantes del Consejo Nacional de Huelga, Campos Lemus identificó a los estudiantes presos en el Campo Militar Número Uno después de la matanza del 2 de octubre, ya que formaba parte de una estrategia de represión organizada por el gobierno mexicano y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.

Campos Lemus habría formado parte de un plan de “represión preventiva”, según uno de los dirigentes del movimiento estudiantil y preso político de 1968 a 1971, Gilberto Guevara Niebla, de acuerdo con datos de La Jornada.

Aunque de manera indirecta, muchos de los actores en aquel octubre del 68 estaban vinculados con la CIA, dice Guevara Niebla, quien señala como evidencia “el comportamiento de algunos líderes extrañamente radicalizados”. La relación entre gente como Campos Lemus y la agencia estadounidense de inteligencia podía ser a través de grupos como la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

“Dizque fui agente de la CIA. Que me la hagan buena, ¿verdad?; es decir, los de la CIA. Los de Selecciones dicen que soy agente de la KGB. Pues cuando menos que me hagan buenos los sueldos, cuando menos, ¿no?”, revira Campos Lemus ante los señalamientos que sabe que hacen ex líderes del movimiento estudiantil.

Y es que, Guevara Niebla señala que el movimiento estudiantil era pacífico, pero algunos líderes tomar posiciones extremistas sin explicación aparente. No solo Campos Lemus (quien ostentaba ser sobrino del general Alfonso Corona del Rosal), también Sóstenes Torrecillas, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, personajes ligados al priismo, se hicieron más radicales.

Para Guevara Niebla, las claves de la ruina del movimiento estudiantil están en la súbita cerrazón de ciertos líderes.

“Cuando el Consejo Nacional de Huelga se proponía el diálogo, ellos se oponían. […] Así, entre la ingenuidad de los dirigentes estudiantiles y la presencia de los radicales de última hora, se gestó la sangrienta represión que terminó por aplastar el movimiento del 68”, asegura Guevara Niebla.

Es a partir de entonces que a Campos Lemus se le señala como provocador: en el mitin del 27 de agosto de 1968, frente a Palacio Nacional, el entonces pasante de la Escuela Superior de Economía le propuso a cientos de miles de personas citar a Díaz Ordaz en la Plaza de la Constitución para llevar a cabo un diálogo con el entonces presidente Gustavo Días Ordaz.

“¿Compañeros están de acuerdo que el diálogo público sea en esta Plaza de la Constitución el día primero de septiembre a las 10 de la mañana?”, propuso Campos Lemus.

3 mil voluntarios permanecerían en el Zócalo hasta el 1 de septiembre, día en que el presidente debía rendir su cuarto informe de gobierno. Pero la misma noche del 27 fueron desalojados por el Ejército.

Según Campos Lemus, la multitud ya estaba exaltada antes de que él hablara.

“El doctor Elí de Gortari y otras gentes llevaron a una madre de familia que dijo un discurso totalmente incendiario y emotivo. Era una oradora fuera de programa que decía: ‘señor presidente, si usted quiere más sangre, nosotras, las madres mexicanas, estamos dispuestas a seguir pariendo hijos hasta que usted los aprenda a respetar’. Y claro, a la multitud esto la enardeció”.

Después se leyó un discurso escrito por Alvarez Garín, Guevara Niebla y otros, tras el cual la gente empezó a gritar: “Zócalo”, dice Campos Lemus.

“Tras los sucesos del 28 de agosto se ocultan las claves de una provocación: documentos oficiales aportan indicios de que Campos Lemus actuaba en coordinación con cuerpos de seguridad del Estado. La bandera rojinegra fue retirada por los militares durante la madrugada del 28 de agosto e izada nuevamente antes del amanecer por empleados del Departamento del Distrito Federal. El 28 de agosto de 1968 una compleja estrategia represiva es aplicada contra el movimiento estudiantil”, se señala en el documental Tlatelolco: Las claves de la masacre, citado en La Jornada.

Campos Lemus justifica sus palabras de aquel entonces:

“Y ante los gritos de ‘Zócalo’ generalizados (porque nadie me puede decir que no gritó ‘Zócalo’, ¿verdad?, y que nadie me diga que no levantó la mano), yo veía desde arriba, en el camión, cómo la gente estaba tratando de romper las puertas del Palacio, ya estaba muy desquiciada ¿mmm?, con un discurso oficial del Consejo Nacional de Huelga ¿Qué fue lo que hice? Fue nada más una cosa que desde el punto de vista político era la única que convenía hacer: llamar a la multitud y decir ‘vamos a votar’”, justifica Campos Lemus.

En el documental Tlatelolco: Las claves de la masacre se muestran testimonios que señalan que la DFS infiltró al movimiento estudiantil con gente como Campos Lemus, según escribe Ciro Pérez Silva en La Jornada.

El Campo Militar

El 2 de octubre de 1968, Campos Lemus fue detenido y llevado a la prisión del Campo Militar Número Uno. Según testimonios de estudiantes de aquel entonces, él colaboró con los militares identificando a los dirigentes estudiantiles.

Además, el 6 de octubre de 1968 salieron en la prensa declaraciones de Campos Lemus en las que afirmaba que el CNH tenía “columnas de seguridad” armadas con 20 pistolas calibre 38, dos rifles M-1, dos metralletas calibre 22, un rifle 3006 y dos pistolas calibre 45 en el mitin de la Plaza de las Tres Culturas.

Los hechos supuestamente acontecidos en el Campo Militar Número Uno hicieron pasar a la historia a Campus Lemus como delator y traidor del movimiento. Sin embargo él tiene otra versión.

“El 5 de octubre me sacaron de la celda, me cambiaron de ropa (la mía estaba desgarrada y sucia) y en un cuarto, ante un agente y un militar, me dieron a leer en voz alta la famosa declaración. Yo veía unos espejos. Posteriormente, cuando me sacaron de allí, vi que estaban los periodistas. En el Campo Militar, independientemente de las presiones de carácter psicológico a las que fuimos sometidos, de los golpes, también utilizaron el ‘ya fulano dijo que tú eres el que dijo y el que hizo y ya te implicó y entonces ahora tú di si realmente es así’ y claro, ante la misma situación emocional en que nos encontrábamos todos, comenzó el desgarriate con gentes totalmente aisladas, ¿mmm? A mí también me ‘fusilaron’, también me golpearon, también me sometieron a torturas, ¿mmm?, y lo de la declaración no es que yo la haya hecho, sino que me la pasaron y me pusieron a leer y me la hicieron firmar”, relató Campos Lemus a la revista Proceso.

Pese a que recibió una sentencia inicial de 16 años de prisión, Carlos Mendoza, según La Jornada, comenta que Campos Lemus siempre recibió un trato preferencial de las autoridades.

Los puestos gubernamentales

Apenas Campos Lemus salió de la cárcel, desempeñó una serie de cargos oficiales; por ejemplo, director de la Casa de las Artesanías de su natal Hidalgo, a fines de los años 70, recuerda Mendoza.

De acuerdo con documentos del Archivo Oficial de la Nación, en 1971, el entonces presidente Luis Echeverría mandó llamar a Campos Lemus para que buscara a José Gazcón Mercado, para que fuera nombrado delegado del Fonafe.

https://noticieros.televisa.com/especiales/perfil-presidente-luis-echeverria-alvarez/

El propio Campos Lemus confirma esta versión sin dar mayor explicación de los hechos.

“Yo no soy hijo de burgués. Tengo que trabajar para mantenerme, para vivir. Se trabaja con la iniciativa privada o con el gobierno, no hay de otra”.

E incluso detalla su labor dentro del gobierno.

“Como delegado del Fonafe participé en un programa especial que se llamó ‘Zacatecas-Echeverría’, fortaleciendo brigadas de acción popular y de organización y capacitación campesina. Luego le rendimos un informe al presidente Echeverría. Mis tratos con él sólo fueron esos, ¿mmm?, y él lo puede atestiguar. Ora, ¿que trabajo en el gobierno?, pues sí, manito”, dice Campos Lemus a Proceso.

Sin embargo, aclara que nunca tuvo un trato cercano con Echeverría y mucho menos se habló sobre lo sucedido en el 68.

“¿Cuántos dirigentes del Partido Comunista, del Socialista de los Trabajadores, han desayunado y comido con los presidentes y no han hablado y no han hecho preguntas sobre el 68?”

Y defiende su proceder de los años posteriores a su liberación.

“Todo mundo sabe que los partidos políticos están subsidiados, ¿verdad?, que todos los partidos tienen sus igualas en Gobernación para sostenerse. Y esto es lógico; que me digan dónde están las cooperaciones de las gentes para sostener cuadros de tiempo completo, en su propaganda, en sus movilizaciones simplemente no lo creo. Yo trabajo en el gobierno de Hidalgo pero no dentro del PRI, y no me interesa la carrera política dentro del PRI. Prefiero el trabajo a la grilla”.

Le es fácil hablar de Echeverría, pero de Díaz Ordaz no tiene gran cosa que decir el ex integrante del movimiento estudiantil.

“Yo personalmente no conozco a Díaz Ordaz, no sé quién es, ¿mmm? Con Echeverría, lo que ya dije Y yo confío en un hombre que sabe reír, que sabe bromear y que sigue siendo hombre López Portillo sabe bromear y sabe reír; es un hombre más franco y más abierto, cuando menos hasta el momento Díaz Ordaz y Echeverría eran gente muy solemne, como todos nuestros políticos, sintiéndose dueños de la verdad absoluta”.

Campos Lemus dice conservar varios amigos de los días del movimiento estudiantil, sin embargo está consciente de lo que dicen de él.

En el 2004 dejó su cargo como director ejecutivo de la Dirección General de Comunicación Social de la Procuraduría General de la República (PGR), donde del entonces procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, tras la difusión de una fotografía en la que aparece departiendo en una comida con los narcotraficantes y miembros del cártel del Golfo Juan García Abrego y Juan N. Guerra.

Ayax Segura Garrido, ¿otro infiltrado?

Sócrates Campos Lemus no fue el único caso sospechoso. Ayax Segura Garrido representaba a la Escuela Normal Oral. De acuerdo a información de Nexos, se cuenta que también estuvo detenido en el Campo Militar Número Uno, donde le mostraron fotografías de su familia para obligarlo a dar falsas declaraciones. Siempre existieron sospechas de que filtraba información a la policía política del gobierno.

Cabe destacar el extraño hecho de que en 1978 seguía siendo ‘estudiante’ de la UAM Azcapotzalco. Se le consideraba provocador y agente policiaco. En la revista Nexos se señala que Segura Garrido era agente especial de la dirección de Asuntos Políticos de la Secretaría de Gobernación.

Vía Nexos, La Jornada y Proceso

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