Inicio  /  Especiales

Relic y el cine íntimo de terror: entrevista con la directora Natalie Erika James

En esta entrevista, la directora de Relic, Natalie Erika James nos habla sobre su poderosa propuesta de terror psicológico.

Este fin de semana, se estrena en México Relic de Natalie Erika James. En una conversación íntima, entrevistamos a la joven creadora y promesa australiana del horror psicológico.

Relic no es cualquier película de horror. Esta película es la continuación de una renovada tradición de horror social australiano que incluye The Babadook (2014) y The Nightingale (2018) de Jennifer Kent; Cargo (2017) de Yolanda Ramke y Ben Howling; The Loved Ones (2009) de Sean Byrne; Hounds of Love (2016) de Ben Young; y Killing Ground (2016) de Demian Power, entre muchas otras. Pero Relic tiene algo que también la distingue de todas estas cintas.

La ópera prima de Natalie Erika James es un ejercicio fresco de terror psicológico que explora la intimidad del dolor, del duelo, de la responsabilidad emocional y de los perturbadores vínculos familiares que necesitamos, construimos y destruimos.

En esta cinta, una madre y una hija, Sam y Kay deben regresar a la casa familiar para encontrar a Edna, la abuela que desapareció misteriosamente. Pronto, en esta casa poblada de recuerdos, Sam y Kay comenzarán a sentir una presencia inquietante. Cuando, finalmente, Edna regresa, a pesar de ciertos gestos familiares, no parece ser la misma. Las cosas se le empiezan a olvidar, su comportamiento es cada vez más violento y errático… Pronto, hija y nieta, deberán enfrentarse con la perturbadora transformación física y mental de la abuela.

Relic es una película sensiblemente construida. Sin abusar de los sustos baratos, esta película se teje a través de una angustia existencial que todos compartimos: el dolor de presenciar la muerte de alguien querido y, en reflejo, afrontar nuestra propia mortalidad. James logró crear, con esta impresionante película, una nueva veta de terror curativo, de terror de duelo, de terror íntimo.

En esta entrevista, exploramos el génesis de esta película y los mecanismos que le sirvieron a esta joven directora para crear una de las mejores películas de género de los últimos años.

Hola, Natalie. Es un honor estar aquí contigo. Disfruté mucho tu opera prima. Relic se siente como algo verdaderamente íntimo y real. ¿Nos podrías contar de dónde surge esta idea tan visceral que ha resonado tanto con el público?

Definitivamente, atribuyo esta película a un origen personal. Mi abuela tuvo alzheimer por mucho tiempo y empecé a escribir esta película de regreso de Japón, cuando fui a visitarla en una ocasión. Esa visita fue particularmente dolorosa para mí porque fue la primera vez que mi abuela no me reconoció. Tuve muchos sentimientos de culpa a partir de eso. Sentía que no había estado lo suficiente con ella antes de que perdiera toda identificación con el mundo. Creo que escribir esta historia fue una forma de procesar esas emociones y también de observar íntimamente su relación con mi madre.

En términos del horror, siempre fui fan del género y siento que el espacio que viví con mi abuela se acoplaba mucho a esa visión del mundo. Mi abuela tenía la tendencia de almacenar cosas compulsivamente. Tenía dos cuartos en la segunda planta llenos de cosas. Recuerdos familiares mezclados con cosas completamente inútiles. Así que la primera imagen que me surgió en cuanto a la creación de la película fue la idea de este espacio. Porque pensé que este espacio era una forma de aferrarse a sus recuerdos. Todo se le estaba yendo de las manos y juntar objetos era una forma de mantenerse en el mundo. El espacio estaba creciendo hacia adentro, hacia adentro de la casa.

Me pareció una noción aterradora que se relacionaba temáticamente a la idea de la memoria y de la descomposición mental. Siempre pensamos que la relación entre nuestra seguridad y nuestro hogar es algo inviolable. Pero algo familiar puede convertirse rápidamente en algo muy poco incómodo. Eso es aterrador. Y yo lo sentí con mi abuela: alguien con quien crecí se estaba convirtiendo en una extraña. Esos elementos fueron los que le dieron vida a esta película.

Hay algo que me impresionó mucho en Relic. Esta idea muy gráfica de la podredumbre, del moho, del olor a humedad que infecta los muros y que vuelve el aire irrespirable. Es horrible pensarlo así, pero crecer es ver a gente morir. Y creo que también crecer es llegar a aceptar la degeneración del cuerpo y de todo lo que te rodea. ¿Estabas pensando en eso cuando escribiste la película? ¿En la idea de sentirte como un cuerpo que está en degeneración y que eventualmente va a desaparecer?

Sí, totalmente. Siempre me han interesado mucho las vanitas en el arte, que básicamente son representaciones de la inevitabilidad de la muerte. Siempre he estado convencida de la noción de que esa fugacidad de la vida hace mucho más hermoso todo lo que vivimos. La gravedad del final, hace que todo sea más preciado. Ese ha sido un tema que me ha guiado toda mi vida y lo puedes ver reflejado en mi película.

En cuanto a la podredumbre y el moho creo que son elementos que funcionan para visualizar y rendir físicamente la idea de degeneración. Puedes ver la coronación de eso en la forma final de la abuela. Sirve entonces para mostrar la degeneración de la mente no nada más de forma metafórica, sino que muy literalmente señala la degeneración del cuerpo. También muestra lo doloroso que es este proceso y el miedo visceral que le tenemos a la muerte. Todo esto nos hace humanos. Somos humanos por la vulnerabilidad de nuestras formas.

Para crear la forma final de Edna que llamamos “el otro”, queríamos un diseño que fuera muy humano. No queríamos que pareciera un monstruo, queríamos pensar más en el esqueleto humano, en las momias… Porque la cuestión tan terrible al final de la vida de las personas es que pueden llegar a verse muy extraños, monstruosos, y al mismo tiempo pequeños, vulnerables, humanos. La fragilidad es tan grande que quieres protegerlos. Y esa sensación de miedo, repulsión y ternura es lo que traté de evocar con mi película.

Hay algo muy interesante en lo que dices aquí. Hay un momento en el que, como espectador, estás pensando en un monstruo, en un tema sobrenatural, y al final llegas a algo muy tierno y conmovedor. Sé que mencionaste sentimientos de culpa, pero con este final tan conmovedor, ¿no estabas también tratando de evocar una reflexión sobre la responsabilidad emocional en la familia?

Claro. Para mí el final es muy esperanzador. Estamos hablando de la inevitabilidad de la muerte, pero también de la importancia de la conexión familiar y del amor al enfrentar ese momento. En cuanto a las relaciones familiares, los tres personajes de mi película no son extraños, pero hay tensión entre ellos. No es una familia armoniosa. Esta experiencia horrible, sin embargo, los une. Frente a la muerte, tienes que alejar todas las diferencias y todo se reduce a lo que es esencial.

Mijaíl Bajtín decía: “El cementerio está poblado por otros”. Es decir que nunca estás muerto para ti mismo, sino para los demás. Y viceversa, los demás sólo están muertos para ti y nunca para ellos mismos. De la misma manera, nunca estás terminalmente enfermo sólo para ti, sino que tu enfermedad impacta a los otros a tu alrededor. Me gusta que muestres esto al pensar cómo enfrentamos la muerte. La agonía final es más espantosa para los que se quedan. De esa manera, la muerte a veces parece como un villano de horror. Llega caminando, sin prisa, sin miedo, como Michael Myers en Halloween, para acabar contigo. Y el espectáculo de su llegada es terrorífico e inevitable. Creo que aquí, hablas de eso, del miedo a enfrentarse con la muerte. Pero lo haces de una manera muy tierna…

Creo que hasta cierto punto, desde ciertas perspectivas, una enfermedad terminal es más escalofriante que la muerte misma. Porque estás viviendo un duelo por alguien que sigue ahí. Una persona que todavía puede lastimarte de muchas maneras, probablemente sin quererlo. Ciertos desplantes son algo muy común en el alzheimer, por ejemplo. Como cuando mi abuela dejó de reconocerme. Esas cosas me dan más miedo que el hecho de que alguien, simplemente, desaparezca.

Siento que muchas películas de horror, actualmente, sobre todo en Hollywood, son como montañas rusas. Me refiero a que, cinemáticamente, utilizan y abusan de los sustos fáciles y momentáneos para contar una historia que, al final, te hace sentir seguro. El mal termina siendo conjurado, los monstruos regresan a su infierno, y todos nos bajamos de la montaña rusa con una buena carga de adrenalina, pero sintiéndonos seguros en tierra firme. Tu película es muy diferente. Privilegias más lo ambiental y no necesita de jumpscares. Al final, después de ver Relic, no te sientes aliviado, sino que te quedas con una sensación difícil de procesar…

Sí (se ríe). Siempre le digo a las personas que mi película sólo asusta en un sentido existencial (risas). Y, personalmente, ese es el horror que más me atrae. Por ejemplo, The Shining es una película que pude soportar muy bien cuando era niña. Es decir, tenía mucho menos miedo durante la película que después de verla. Después de verla, no pude dormir durante una semana porque me quedaba pensando en lo que había pasado en ese baño (risas). Entonces, lo que me dices es un gran cumplido. Me encanta pensar que logré perturbar a alguien (se ríe).

Hay muchos elementos que se conjugan en todo esto. No puedo ponerlos todos en palabras. O, más bien, creo que debo ponerlos todos en palabras porque tengo que reseñar tu película (risas). Pero, es muy interesante cómo construyes lo ambiental desde el diseño de audio y el diseño de producción. Esa sensación de una casa que pulsa, que respira, que tiene entrañas. ¿Tomaste una decisión consciente de no utilizar sustos fáciles y, más bien, construir una sensación, constante y duradera, de angustia?

Sí, creo que sí. No me malinterpretes, creo que siempre hay un momento adecuado para usar un jumpscare y creo que pueden ser sumamente efectivos. Me encanta el género de horror, pero también me gusta mucho jugar con la subversión de las expectativas. No nada más por hacerme la inteligente, sino para usar los elementos del horror y lograr decir lo que quiero decir. Usar las expectativas del género para hacer que la película funcione de la manera en que quiero que funcione. Creo que la queja con este tipo de horror del que hablas es una idea de la “lógica del miedo”. Es decir, que las películas ya no tienen que decir nada, ya no tienen que tener sentido, siempre y cuando den miedo. (Risas). Y lo sientes. Sientes cuando el escritor dijo: “oh, sí, necesito poner un susto aquí o allá.” El miedo está programado. Para mí, todo empieza desde el guión, porque estructuras la historia de manera en que todo se conjunte intrínsecamente, de forma temática, con la trama y con la voluntad de los personajes. Hay películas, particularmente en el horror, en donde no entiendes por qué los personajes hacen lo que hacen.

Claro, ese momento en donde le estás gritando al personaje en pantalla: “¡No vayas ahí, idiota! ¿Por qué demonios quieres ir ahí?”

(Risas) Sí, claro. Y cada vez que sucede, confías menos en el guionista y en el director. Siempre hay lugar para trucos evidentes como las secuencias oníricas o los sustos fáciles. Pienso que apoyarse demasiado en ellos puede acabar degradando tu película…

Tal vez puedo estar equivocado aquí, ya me dirás, pero creo que juegas de manera bastante inteligente con esas ideas. Es decir que, en Relic, como espectador, casi estás esperando un jumpscare. De repente la película corta de forma abrupta una escena y empieza otra con un ruido fuerte, diegético, de una llave abierta o de un cuchillo cortando verduras. Y con eso, causas una especie de jumpscare que no es un jumpscare, sino la espera misma del jumpscare. Creo que juegas con las expectativas del espectador mucho. En ese sentido, Relic se siente como una película hecha por una fan del género…

(Risas) Sí, claro que soy fan (Risas). También la cosa es que, como fan, he visto muchísimas películas de horror. Era una niña muy miedosa, no tienes idea. Pero, poco a poco, empecé a desensibilizarme con el cine de horror. Al punto en donde ya nada me daba miedo. En ese momento, debí tomar una pausa y ver otras cosas: necesito volver a sentir la experiencia del miedo. (Risas). Creo que necesitas eso, necesitas ser susceptible para darte cuenta de qué es lo que te da miedo y, luego, poder transmitirlo a otros.

Una última pregunta. No me gusta tanto preguntar sobre el presente y la relación con tu película, porque sé que se estrenó antes de que todo esto sucediera. Pero llevamos más de un año encerrados en un mismo lugar y creo que es pertinente preguntarnos qué causa, en nosotros, el confinamiento. Porque cada vez pensamos de forma más crítica sobre los lugares que habitamos. Pensamos más qué parte de nosotros mismos depende de este lugar, qué representa para nosotros este espacio. Y hay un subtexto en las películas de fantasmas y de casas poseídas que habla de algo que permanece en los hogares. Es una idea que está en tu película, a pesar de no tratar de fantasmas o maldiciones. Algo de nosotros permanece en el lugar que habitamos. Sobre todo si lo habitamos mucho tiempo. ¿Crees que los lugares que vivimos nos transforman? ¿Nos cambian? ¿Influencian nuestros sueños y nuestros miedos?

Siempre he pensado que la casa, el hogar, es un lugar seguro. Y en Relic quería jugar con la idea de un lugar familiar que, de pronto, pierde toda familiaridad y se vuelve ominoso. Y creo que esto es algo que tomé de las películas de horror que me gustaron cuando crecí. Es decir, películas que no hablan tanto de los horrores del mundo, sino de los horrores que acechan en lo íntimo, en nosotros mismos, incluso. El horror que tenemos todos adentro y que permea en todas nuestras relaciones; el horror de confrontarnos con verdades incómodas que tienes que ver de frente cuando estás aislado, confrontado a ti mismo. Todo esto se relaciona con nuestra situación actual. Ves de forma distinta tus relaciones cuando estás encerrado y no puedes distraerte con el mundo externo. El horror psicológico es profundamente introspectivo porque habla de los horrores que se esconden en tu propia mente. Y, actualmente, todos tenemos que lidiar con eso.

Más especiales