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¿Qué necesita una cinta para ganar el premio Oscar a “mejor película”?

Premios Oscar: ¿quiénes serán los ganadores?, ¿qué necesita una película para ganar el premio de la Academia?

La “mejor película” de cada edición de los premios Oscar es motivo de polémica entre críticos, fans y meros curiosos, sin embargo, ¿qué necesita una cinta para ganar dicho premio? Parece una pregunta simple con una respuesta simple, pero no es así.

Año con año, el jurado de la Academy of Motion Picture Arts and Sciences (Academia de Cine, Artes y Ciencias) se reúne y elige a la “mejor película” entre las nominadas. Para muchos, la decisión siempre es controvertida por lo que implica, bajo muchos enfoques, el qué hace buena, o no, a una película. Durante los premios de 2019, la ganadora fue Green Book, mientras en la contienda estaban Roma de Alfonso Cuarón y The Favourite, de Yorgos Lanthimos, ambas favoritas de la crítica periodística y de varios cinéfilos.

Green Book, criticada ampliamente por ser una apreciación diluida y edulcorada del racismo estadounidense, se unió a la lista de películas que, pese al gran rechazo generalizado, se alzan encima de otras que pueden ser reconocidas como mejores en aspectos técnicos, narrativos o simplemente por consenso.

Estas discusiones en torno a los premios que otorga la Academia estadounidense de cine no son nuevas y tampoco son gratuitas. Son parte de una larga tradición de lo que significa premiar dentro del concepto norteamericano de hacerlo. Al mismo tiempo, estos debates representan una forma clara de entender qué es lo que simbolizan los Premios Oscar como institución y como símbolo de la cultura y el arte global.

La industria hollywoodense es sin duda la más lucrativa y grande de todo el planeta y sus premios no son un reflejo directo de lo que implica el análisis y el juicio estético del cine, sino una respuesta frontal a lo que esta representa como industria.

Desde su formación, la Hollywood y su academia cinematográfica juegan un papel que busca establecer a esta industria como la única en el mundo. La guerra de patentes con Thomas Alva Edison terminó en una victoria de los cinematógrafos californianos y la adjudicación unánime de estos para ser los dueños de lo que es y no es cine y, por lo tanto, arte cinematográfico. (Vía: Yahoo!)

Ahora mismo, al ser la industria más grande del mundo, no solamente tiene el poder de, al menos simbólicamente, decidir qué es buen y mal cine mediante su selección de nominados, sino que también hace de eso un show, en el que van envueltos procesos políticos que este grupo de académicos decide y marca de acuerdo a sus prejuicios, sesgos e ideologías.

A través de su capacidad mediática, siendo uno de los eventos más vistos en el mundo cada año (con un promedio de 30 millones de espectadores televisivos), logran marcar una agenda que responde a momentos políticos y sociales en Estados Unidos o incluso en el mundo. Este discurso, no directo y no reaccionario, termina siendo validado por lo que representan y buscan mostrar cada una de las películas y celebridades premiadas.

Para nadie es un secreto que, en su mayoría, la Academia está conformada por demócratas liberales, ya sea en lo privado o incluso realizando proselitismo. Por lo tanto, la visión que encontramos dentro de las premiaciones sigue esta guía como un mantra. (Vía: The Washington Post)

La historia de política y controversia en los Oscar es vieja y nos remonta incluso a las primeras ediciones, donde, apelando a los movimientos en contra del racismo y la segregación racial que aún persistía en algunos estados, se premió a Hattie McDaniel en 1940… para después dejar de premiar a personas afrodescendientes durante décadas.

La idea de que las premiaciones artísticas se han politizado viene de la explosión y masificación de movimientos de grupos vulnerables dentro de estas industrias. En el cine tanto el #MeToo como el #OscarsSoWhite fueron grandes sacudidas para Hollywood, dejando claro que aunque Hattie ganó un premio hace casi un siglo, el racismo, la misoginia y el machismo son vigentes, palpables y experimentables ahí.

Al mismo tiempo, los Oscar son conscientes de los movimientos y de la discusión política que sucede en Estados Unidos y en el mundo. Su cuota política es exactamente igual ahora que hace 80 años, solo que ahora es cuestionable en tiempo real gracias al Internet, que es la misma razón por la que estás leyendo esto ahora mismo.

Su fórmula parece simple, combinar un escalón político con uno de popularidad, aludiendo a esto como una forma clara de entender la calidad y definición última de lo que es el arte dentro del cine. (Vía: The New York Times)

Ilustración principal: Enrique Lemus

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