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Por qué hubo una “insurrección” en el Capitolio de Washington

Una explicación de los factores que detonaron el increíble intento de "golpe de estado", llevado a cabo por los seguidores de Trump.

“Esto no es una protesta, es una insurrección”, declaró el presidente electo Joe Biden ante las imágenes de cientos de personas invadiendo el Capitolio en Washington D.C. Otras figuras políticas en medios de comunicación y redes sociales usaron el término “golpe de estado” y “terrorismo” para referirse a las acciones de los manifestantes, más bien una chusma convocada por Donald Trump para protestar frente al Congreso el resultado de las elecciones. De manera insólita, cientos de personas terminaron irrumpiendo en el recinto legislativo.

¿Qué está pasando en Estados Unidos y cómo puede ocurrir algo así en el corazón del supuesto bastión de la democracia representativa?

Para entender bien la situación, primero es necesario algo de contexto.

El 20 de enero es la fecha en que ocurre la transferencia del Poder Ejecutivo al nuevo mandatario. Unos días antes se lleva a cabo un acto protocolario en el Congreso, el cual consiste en contar los votos emitidos por el Colegio Electoral en diciembre. Se trata de un mero trámite de certificación que tradicionalmente no deriva en ningún conflicto político. La persona que hace el conteo de los votos durante la sesión es el presidente del Senado, es decir, el vicepresidente en funciones. En este caso Mike Pence.

El problema es que Donald Trump se ha negado a reconocer el triunfo del señor Biden, un gesto sin precedentes en la historia moderna de Estados Unidos.

Las causas del “golpe”

A partir del momento en que los medios revelaron que el candidato demócrata había derrotado al presidente tras la jornada electoral del 3 de noviembre, el señor Trump puso en marcha un plan torpe e improvisado para revertir su derrota:

1. Interpuso decenas de demandas por la vía jurídica sin presentar pruebas de fraude
2. Presionó descaradamente a las autoridades estatales para anular los resultados
3. Buscó que los congresos estatales controlados por su partido enviaran a sus propios electores al Colegio Electoral

No obstante los múltiples rechazos de los jueces, de los burócratas, incluso de sus colegas de partido, el presidente se mostró incapaz de admitir su derrota, declarándose “víctima del fraude electoral más grande en la historia” de su país.

¿Por qué? ¿Por qué le cuesta tanto trabajo conceder? Analistas políticos han barajado varias teorías, pero las que más se conocen son:

1. El presidente en realidad siente que las elecciones estuvieron arregladas en su contra y está haciendo todo lo posible para anular los resultados.
2. Su propio ego narcisista le impide aceptar que fue rechazado en las urnas por la mayoría de los votantes.
3. Se trata de un fraude que está cometiendo para seguir aceptando donaciones de sus seguidores, y usar ese dinero para los pleitos legales que le esperan una vez que concluya su mandato y pierda el fuero.

(ACTUALIZACIÓN: Trump reconoció su derrota la tarde del 7 de enero)

De cualquier forma, el presidente aún cuenta con una enorme capacidad de convocatoria, talento que empleó este 6 de enero para realizar un último “mitin” en Washington. Por enésima vez, el señor Trump alegó que los demócratas perpetraron un delito contra su campaña, violaron la integridad de la Constitución y frustraron la voluntad del pueblo de Estados Unidos. Su última “esperanza” era la jugada de un puñado de legisladores republicanos, quienes se comprometieron a no reconocer los resultados del Colegio Electoral durante el conteo de los votos en el Congreso.

Manifestantes irrumpen en el pleno (AP Photo/J. Scott Applewhite)

Expertos en materia constitucional expresaron que ya no había manera alguna de cambiar este hecho: Joe Biden es el próximo presidente de Estados Unidos. Tras la certificación de los estados y la ejecución de los protocolos en el Colegio Electoral, el resultado era irreversible… pero el señor Trump y su equipo de asesores se aferraron a su desafío de la realidad.

Por tal motivo, el presidente le ordenó a Mike Pence que declinara su participación en el conteo de los votos. El Congreso respondió que si el vicepresidente no lo hacía, entonces asignaría esa función al presidente pro tempore del Senado. Los legisladores republicanos que expresaron su desacuerdo con el Colegio Electoral tampoco podían hacer mucho salvo dejar un registro de su acto de censura. El vicepresidente Pence tuvo que ignorar la petición del presidente y cumplir con lo que dicta la Constitución.

Un día de Reyes para la historia

La mañana del 6 de enero, Trump, nada contento con su calidad de impotente, pidió el apoyo de sus fervientes seguidores y su campaña convocó a un mitin en Washington. En uno de sus típicos discursos, llenos de disparates, desvaríos y extraños pasos de baile, Trump llamó “ilegítimo” al presidente electo Biden, clasificó como “enemigo del pueblo” a la prensa, y arengó a sus partidarios a exigir que el Congreso reivindique su causa.

Acto seguido, cientos de manifestantes cruzaron las calles de Freedom Plaza para aglomerarse frente al edificio del Capitolio. En el interior de este histórico inmueble se realizaba el conteo y certificación de los votos para poner fin al proceso electoral.

Después del mediodía, la chusma derribó las vallas de seguridad, escalaron los muros del inmueble y sin muchos problemas abrumaron al personal de seguridad del Congreso. En cuestión de pocas horas, los trumpistas habían irrumpido en el Capitolio y ya para entonces los congresistas habían evacuado las instalaciones.

Caos en el Capitolio (AP Photo/Jose Luis Magana)

Lo que ocurrió después puede ser descrito por las impactantes fotos. Actos de vandalismo, forcejeos con el personal de seguridad, agresiones a periodistas, la bandera de la Confederación en los pasillos del Congreso y otras imágenes que le dieron la vuelta al mundo. El saldo fue de una mujer muerta por un disparo de bala, cuatro fallecidos en circunstancias con vínculos directos a la protesta y decenas de detenidos, la gran mayoría horas después del hecho.

Usuarios en redes sociales no se equivocaron en señalar que si esta fuera una protesta del grupo activista Black Lives Matter, las autoridades no hubieran titubeado al desplegar a la Guardia Nacional para frenar la invasión de las instalaciones. En efecto, un fuerte contingente de las fuerzas armadas defendió el Capitolio durante las protestas de mayo y junio tras el asesinato de George Floyd.

Integrantes del Partido Demócrata pidieron la renuncia o la expulsión de legisladores que abiertamente alentaron a sus partidarios a generar estos disturbios. Ante las presiones de la opinión pública, el presidente Trump tuvo que emitir un mensaje para pedirle a sus seguidores que eviten la violencia y se fueran a sus casas, no sin antes volver a quejarse de la injusticia en su contra durante las elecciones.

Por último, hubo nuevos llamados a realizar un segundo juicio de destitución, no obstante el detalle de que solo faltaban pocos días para que el señor Trump concluyera su mandato. El 12 de enero, la Cámara de Representantes aprobó el artículo de impeachment que acusaba a Trump de incitar a una insurrección, marcando la primera vez en la historia en que un presidente enfrenta por segunda ocasión un juicio de destitución. El artículo fue aprobado por la bancada del Partido Demócrata y diez congresistas republicanos.

Imagen destacada: Cientos de partidarios de Trump irrumpen en el Capitolio (REUTERS/Leah Millis)

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